Y pensar que el dolor de una dislocación de cintura no es comprado con tu amor.
Tu amor duele tanto.
Tanto.
Tanto.
Que las rayas de mis costillas se abren cuando cruzas al lado mío.
Y miles de amapolas florecen en mis oídos con tal de atraer millones de abejas para que me zumben el pensamiento.
Y me destruyan el cerebro.
Tanto he tratado de clavar el dolor en una sola parte. Hasta he pensado que me convertido en una manzana enmohecida con recuerdos podridos al costado.
Y no soy capaz de sanearme.
Y me pudro,
pudro,
pudro.
