Me doy cuenta de que la luna ha atajado más estrellas que yo en un año.
Y que en la frente se me han formado más arrugas. Tal vez el tiempo me está hablando al oído.
Mis cinturas te necesitan, ahora. Y mis ojos no paran de mirar la puerta, tal vez porque intentan decidirse si yo tengo que dejarme ir para que vuelvas. O te tengo que dejar ir para que yo vuelva.
Ahora ni las horas cuentan el tiempo. El tiempo lo cuentan tus pestañas.
Y tal vez me habrás tildado de despistada, pero yo ya he contado todas tus pecas.Ahora,
¿Cuándo vas a volver?