De vuelta en casa...

261 12 3
                                    

Si esperaban una historia que comenzara con "Érase una vez..." están leyendo la historia equivocada, así que aún están a tiempo de ir con el joven vendedor al que le estabas haciendo ojitos hace un segundo para que te bajara el precio de este libro y te lo cambie por eso que buscabas porque esto claramente no es una historia de cuento de hadas.
Como sea, como suele decir mi madre, esencialmente hay que comenzar por el principio.
Mi nombre es Tori, voy a contarles parte de la historia de mi vida, o no vida, no se como lo verán ustedes puesto que en el momento en el que conocí a ese imbécil de Daemon mi vida se fue al infierno... Literal. Ahora si, la historia comienza el día en que volví a mi ciudad natal, un pueblo pequeño pero mas o menos desarrollado y muy alejado de la ciudad y su alta cantidad de contaminación que, por cierto, es la razón por la que nos volvimos a mudar de vuelta.

En ese momento, estaba yo ahí, encima de aquel muchacho de penetrantes ojos azules-violáceos que me miraban fijamente con una expresión entre asustada y curiosa, por mi parte tenía igual expresión hasta que la vergüenza me atacó por dentro lenta y aturdidora y terminé por saltar a un lado del chico al que acababa de derribar aproximadamente cuarenta segundos antes. Los cuarenta segundos más incómodos de la historia (o al menos, eso creí y claramente me equivoqué).
Me quedé tumbada en el suelo con el cabello lleno de ramitas y hojas del naranjo al que me había trepado, naranjo que de hecho me pertenecía puesto que yo lo había cuidado desde que mi madre me enseñó a hacerlo, ella lo había plantado el día en que supo que se embarazó de mi y lo creía el símbolo de mi fortaleza (o algo así). La cosa es, que yo amaba las naranjas más que cualquier otra cosa en el mundo y estaba contenta de ver ese árbol aún de pie en el centro de la colina que componía el parque "recreativo" cerca de mi casa.

-¡Lo siento!- grité al muchacho confundido y aún aturdido por el golpe. Dato curioso: cuando me pongo nerviosa suelo gritar mucho aunque no quiera.

El chico se miró las manos y se llevó la izquierda a la cabeza para sobarse, con una expresión molesta pero un poco preocupada me miró de vuelta y preguntó.- ¿Estás bien?-

-Sí. Lo siento...- contesté casi susurrando al tiempo en que me recargaba en el tronco del naranjo abrazando mis rodillas justo junto a él.

-Si no sabes bajar de los árboles no debiste haber trepado en un principio, podrías lastimarte, o peor, lastimar extraños.- dijo al tiempo en que miraba hacia arriba, a lo alto del naranjo.

Me enfurruñé y no quise seguir la conversación, ya había tenido suficiente con la vergüenza de caerme como para que un extraño cualquiera me viniera a regañar por un accidente.

-Ya, está bien, no vayas a llorar, harás que me sienta peor que con el golpe.-

-No iba a llorar...- respondí haciendo pucheros.

-¿Ah no? Eso parece que quieres...- soltó una risita burlona mientras me jalaba la mejilla.- Mira, ten, para que no llore la niña. ¿Era esto lo qur buscabas?- sonrió, viendo mi inconciente expresión de alegría.- Eh... deben gustarte demasiado para que hayas puesto esa cara tan chistosa. Me haces pensar en un perrito al que le dan un premio por haber hecho un truco, pero supongo que tu no has hecho ningún truco...- jugaba con la naranja entre sus manos pálidas, sonriente- ¿Acaso sabes hacer algún truco? Porque no creo que "caerse" cuente como un truco, aunque pudiese ser considerado como "volar", es el peor acto de vuelo que he visto.-

Estaba a punto de contestarle de forma igual de altanera cuando peló la naranja y me la tendió prácticamente sin mirarme.

-Como sea... Si te gustan tanto como para arriesgarte a caerte del árbol supongo que debes ser tú quien se la coma, después de todo cayó contigo. ¿Por qué no pediste ayuda para bajarla?-

Orange DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora