Te extrañé.

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-Bueeeeeeno... Como dicen por ahí, tres es multitud, y cuatro, peor. Vámonos Ali, deberíamos ir a ayudar a Tori no vaya a ser que mi lindo hermanito termine por arrancarle la cabeza en lugar de a la estúpida sangijuela.- rió Natsumi, tomando a Ali por la muñeca y haciéndolo salir junto a ella de la habitación.- Suponemos que tienen mucho de que hablar, por lo demás no se preocupen, los pondremos al tanto de eso más tarde.- y cerró la puerta tras ella.

Mary y Kuro se quedaron un poco nerviosos, mirando a la puerta cerrada por unos segundos. Lentamente, sus ojos fueron a parar en los del otro, sentados frente a frente en la cama.

-Que lindo es saber que estás bien... Que todo estaba en mi cabeza, ahora lo sé, cuando Corel me sacó de mi cuerpo la idiota empezó a decir que había sido un tarado al haber caído en el juego de Natsumi y Ali. Pero no te preocupes, yo entiendo que era por tu bien y no estoy molesto de que me hayan usado, al contrario, fue un movimiento astuto el usarme de esa forma con tal de sacarte de ahí. Estaba tan preocupado de cuanto pudieron haberte hecho... No sabes lo agradecido que estoy de que nada de eso fuera cierto.- dijo Kuro, con la mirada saltando de sus manos a la ventana.

-En realidad me trataron bien, los ángeles y la Legión son personas amables, pero, Laos no me dejaba salir y...-

-¿Laos?- interrumpió Kuro.

-Laos es... Era... El ángel que estaba cuidándome.-

-Lo conozco... Solía ser un hombre confiable de tu padre, todo hasta que decidió que seguir a Übel era mejor que defenderse de él. Ese hombre no tiene voluntad, es un cobarde de mierda, que bueno que pudimos sacarte de ahí, nunca me agradó su compañía.-

Ambos estaban escondiendo parte de sus pensamientos sobre Laos al otro, pero estaban tan preocupados escondiéndolo que ignoraron las señales del delito.

-A mi me alegra estar de vuelta contigo. También te extrañé mucho, gato tonto.-

Mary le sonrió con delicadeza y arrepentimiento sincero, Kuro acercó su frente y la pegó a la de ella, tomando su mano.

-¿Está bien si te beso ahora?- dijo con los ojos cerrados.

-Estabas a punto de morir, ¿No estás cansado?-

-Lo estoy, pero si espero un minuto más sin ti podría morir de verdad en este momento.-

Mary lo miró de frente con los enormes ojos avellanados bien abiertos. Ahí estaba, frente a ella, delgado, algo pálido, con el cabello negro como obsidiana tapándole ligeramente los brillantes ojos amarillos y los restos de las cicatrices de batalla que apenas se veían.
No había vuelta atrás, estaba totalmente segura. Él era total y completamente el dueño de su corazón.
Se besaron casi dolorosamente tras haber pasado tanto tiempo extrañándose cuando una pequeña luz blanca empezó a emanar del pecho de Mary. La luz se descompuso en pequeñas esferas que se acomodaron en una línea alargada dentro de las manos entrelazadas. Cuando se separaron del beso, vieron en sus manos dos amplios abanicos negros con detalles blancos y dorados. Abanicos afilados de guerra.

-Tu... ¿Corazón? Mary, yo...-

-Es tuyo. De nadie más.-

Una pequeña lágrima de felicidad rodó por su mejilla, rió y se abrazó a Mary quien lo recibió cálidamente. Tomó su rostro entre sus manos y la besó de nuevo, cada vez con más fuerza.

-Lo atesoraré por siempre, mi ama.-

Mary se abalanzó sobre Kuro, tirándolo en la cama, no sabiendo muy bien que hacer aparte de besarlo. Kuro la abrazó por la cadera cuando el olor a jengibre inundó sus sentidos.

-¿Así de tanto me extrañaste? Creo que yo también a ti.- rió, metiendo sus manos delgadas por debajo del vestido de Mary.

-Solo cállate y ámame, imbécil.- rió Mary avergonzada.

Ambos seguían riendo y acariciándose por debajo de la ropa, pronto llegó el momento en el que la ropa estaba bastante de sobra y las prendas comenzaron a salir disparadas al piso. Primero, el pequeño vestido verde de Mary, seguido inmediatamente de la camiseta negra de Kuro, después, los pantalones junto a la ropa interior.
Se ocultaron tranquilamente bajo la sábana que cubría la cama y se besaron. Kuro se escsbulló un poco por debajo llenándole el vientre y el pecho de pequeños besos, Mary respiraba agitada y enredaba sus dedos en el largo cabello negro de Kuro. Se abrazaban y besaban con desesperación y ternura, se habían extrañado tanto que ya no tenían tiempo que perder, la felicidad de Kuro por obtener el corazón de su amada era tal que ya no podía contener al demonio Lujuria que había en él.

-Ha sido un movimiento arriesgado, mi ama, el darme tu corazón implica que ya me perteneces y puedo hacer contigo lo que quiera... Y justo ahora, mi naturaleza me llama...-

-Entonces sé tu mismo.- sonrió Mary.

Kuro la tomó con fuerza por las muñecas, pero sin lastimarla, y dándole la vuelta a la situación quedó él arriba de ella en la cama. Con una sola mano tomó ambas muñecas de Mary y las sostuvo por encima de su cabeza, con la otra, hizo descender su dedo índice desde los labios, a través del cuello y los pequeños pechos hasta el ombligo y culminando en su entrepierna, sus ojos amarillos brillaban con perspicacia e intensidad cada vez más.
Utilizando un poco de fuerza, Kuro separó las piernas de Mary y se dispuso a llevar a fondo su delito. Se detuvo un segundo para ver la mirada expectante de Mary, quien se mordía el labio inferior, ansiosa. Kuro sonrió ante la expresión y terminó por colocar su miembro dentro de ella.
Primero, con elegancia y discreción comenzó el vals rítmico que le imponía la rutina de hacerle el amor. Sus manos inmóviles comenzaban a molestarle un poco pero no le importaba mientras él siguiera con lo que hacía. Pronto, Kuro la soltó de su agarre y el ritmo comenzó a acelerarse. Las manos de Mary se negaban a abandonar la nuca de Kuro y sus labios de la zona comprendida entre sus hombros, cuello y boca. El vaivén de caderas era cada vez más fuerte, las uñas estaban cada vez mas hundidas en la musculosa espalda morena del chico, los besos eran cada vez más apasionados... Los muebles comenzaron a competir contra los pulmones mudos de ambos a ver quién hacía más ruido. Kuro colocó una de sus manos húmedas de sudor en la cabecera, apretándola con fuerza. Mary se limitaba a abrazarlo con fuerza. El ritmo llegó al clímax donde ya no distingues el crujir de los muebles de alguien tocando la puerta con desesperación y, por fin, ambos terminaron con un largo suspiro como si el alma se jugara en ello. Se besaron largamente y se recostaron, una en el pecho del otro. Kuro observaba atónito los abanicos que le habían sido otorgados con detenimiento.

-¿Tu corazón es mío?- susurró cansado.

-Tuyo y de nadie más.- dijo Mary, comenzando a caer en el sueño.

-Es cierto... Mío y de nadie más. Sabes, este es un regalo que quizá no creas que haya una necesidad de que te lo haga, porque ya te he demostrado mi lealtad al cien por cien, pero de igual forma, siento que esto no está terminado hasta que realmente me entregue por completo a ti. Así que...- Kuro materializó una cajita negra con detalles dorados en su mano derecha y, de debajo de la lengua, sacó una pequeña llave.- Creo que es necesario que tú tengas esto. Con esto te pretenezco por completo. Cuerpo, alma y corazón.-

De la cajita sacó un dije de obsidiana en forma de cruz, con detalles dorados que la envolvían como enredaderas. La cadena dorada también era perfecta para el tamaño en el cuello de Mary.

-¿Este es tu corazón?-

-Así es, ya sé, es un poco irónico para un Demonio tener una cruz. Pero todo tiene un motivo de ser como es, tu corazón refleja gran parte de tu verdadero ser.-

-Es... Bellísimo.-

Kuro se sintió un poco nervioso por el halago, pero feliz. Se abrazaron con fuerza y se besaron un poco más antes de sucumbir al sueño.

-Seré totalmente tuyo, por toda la eternidad.- susurró Kuro.

Orange DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora