Su corazón.

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-¿Estás seguro de ésto, hermano?- suspiró Kuro, mientras guardaba su colección de cabezas de insectos en la repisa.

-No, pero no tenemos opción, si nos hubiésemos negado a entrar a su maldito sistema seguro que nos matan, además, ese tipo Devon parece ser muy agradable y su olor me dice que no miente al decir que va a protegernos.- contestó Daemon, guardando su ropa en los cajones.- Al menos por ahora hay que volvernos fuertes, cuando lo seamos podremos volver al infierno y sacar a Amber de ahí.-

-Y a Heat, y a Natsu...-

-Ni menciones a esa maldita zorra.-

-Pero es linda, si no fuera de Ira ya me habría lanzado a intentarlo. Las mujeres de tu región son terribles.-

-Además sigue siendo mi hermana, Kuro, debiste nacer cerdo y no gato.-

-Lo siento, yo solo digo lo que veo y esa niña tiene un...-

Daemon le lanzó una mirada asesina a Kuro, quien se limitó a guardar completo silencio y alzar las manos en señal de derrota pero con su estúpida sonrisa de "no me lo estoy tomando en serio" tan característica de él ensanchándose en sus labios.
Devon los acogió y cuidó de ellos desde el primer día como si fuesen sus propios hijos, Charlou también hacía su parte dándoles de comer y enseñándoles todo aquello que podía. Kuro aprendió a tocar el violín con ella y Daemon el piano, también les enseñó a cocinar y a hacer todas las labores que iban a necesitar ya que en el infierno no les habían enseñado mucho sobre "ser buenos". Daemon y Kuro se convirtieron en los más confiables subordinados de Devon, siendo esto la causa de que él los tuviese en casa la mayoría del tiempo. Pasaron poco más de un siglo de esta forma.

Pronto se corrió la noticia, la Bruja Blanca estaba por dar a luz a la primer heredera del Oráculo, quien daría residencia al espíritu de alguna de las dos reinas. Toda la Legión asistió a la recepción de la primera niña, encabezada por un perro demonio quien al verla perdió todo sentido de la propiedad de si mismo. "Para esto nací..." pensó el joven perro. Un par de años después, exactamente de la misma forma, les sucedió al gato y a la segunda heredera. Ambos chicos se convirtieron en sus protectores y niñeras desde que nacieron y, junto a sus padres, criaron a las dos pequeñas hermanas, fruto del amor más puro. Las hermanas que nacieron para resolver una guerra milenaria.
El tiempo que pasaron con ellas, el día a día de las niñas llenaba los corazones de los jóvenes demonios y ellos, a su vez, plantaron en el corazón de las niñas una pequeña semillita que necesitaba de ellos para poder crecer y florecer. Era una necesidad mutua entre ellos, sin ellas, ellos no tendrían motivos para vivir, sin ellos, ellas no podrían caminar adelante.

En el séptimo cumpleaños de Tori, la Legión de los Ángeles Caídos asistió por primera vez a la fiesta de cumpleaños de una de las hijas del General. Todos los ángeles estaban ansiosos por conocerlas pues las niñas no tenían mucho contacto con ellos, solo con algunos pocos y por lo regular sus protectores las resguardaban de todos ellos con recelo.
Daemon estaba aterrado de que alguien pudiese tocar a su pequeña Tori y, más que eso, le preocupaba que ella fuese a caer tontamente con algún truco pues se rumoreaba que habían traidores en la Legión.

Tori jugaba con Mary cerca de los rosales de su madre, se peleaban por jalarle la cola a Kuro que saltaba de un lado a otro huyendo de las hermanas. Daemon observaba tranquilo cuando Devon lo llamó a su lado.

-Daemon, hazme un favor, en un par de minutos llegarán el resto de los invitados, por favor ve a recibirlos. ¿Sí?-

-Sí, señor.- con una reverencia el muchacho se convirtió en perro y salió de prisa hacia el lugar.

En la casa, Übel se había adelantado de la Legión, pues, por orden de Devon estaba ayudando con los preparativos de todo eso y andaba para allá y para acá fingiendo ser un buen ángel.
Devon llamó a Kuro para ir a traer el enorme pastel y las niñas se quedaron solas, pronto, Mary tuvo que ir al baño dejando a su hermana sola bajo la mirada depredadora del Ángel Negro.

-Así que tu séptimo cumpleaños ¿Eh? ¿Qué se siente ser tan mayor?- preguntó Übel a la niña jugando con un insecto que caminaba entre sus dedos.

-Bien, creo. Envejecer es algo extraño, mientras más creces más cosas sabes, pero el tiempo te come y es un precio muy alto que pagar. No lo sé, me gusta pensar que cumplir años es un festejo al conocimiento que he ganado y no al tiempo que he perdido.-

-Ese es un pensamiento muy profundo para una niña de siete años, probablemente sabes mucho más de lo que crees.- contestó con una sonrisa forzada, a Übel siempre le habían molestado las personas más inteligentes que él, en especial si eran más jóvenes.

-¿Lo es?- Tori ladeó la cabeza no pareciendo entender el comentario del ángel.

-Ya lo creo... Hey, ¿Quieres ver un truco?- la malicia de Übel se asomó en sus ojos.

-¡Sí!-

Übel materializó una perla pareciada a su corazón real en su mano, una perla bastante extraña y negra. Era un corazón ficticio, pero se veía bastante real. Se lo mostró a Tori quien estaba maravillada con el pequeño objeto.

-Sabes, puedes hacer este truco también.-

-¿En serio?- contestó emocionada.

-Sí, pero no será igual al mío. Mira, concentra toda tu energía en tu mano, piensa en todo lo que has vivido, todo lo que tienes en el corazón, imagínalo con fuerza y verás que sale.-

Tori siguió las instrucciones de Übel y en pocos segundos una daga dorada con una piedra roja como si el fuego mismo se alojara en ella incrustada entre el mango y la hoja. Tori no sabía porqué le había salido eso y no una perla bonita como la de Übel, miró la hoja dorada en sus manos con asombro hasta que Übel la tomó de ellas.

-¡Oh vaya, pero que cosa tan peligrosa para una niña! Que curioso que hayas hecho esto, es bastante raro. Pero bueno, yo suelo estar en muchas batallas y estoy en peligro todo el tiempo. Algo como esto sería muy útil para mí. ¿Qué tal suena un intercambio? Te doy mi perla a cambio de esta cosa tan peligrosa, nada sería tan hermoso como que la hija del General Devon me diera su bendición para salir ileso en batalla. ¿Qué dices?-

Tori lo pensó un rato, pero al final decidió que aquella perla era mucho más bonita que la hoja dorada y le serviría más. Además, creía que era mejor dársela a Übel si con ella podía protegerse, después de todo, Daemon no iba a batallas y estando a su lado no tendría que hacerlo nunca.

Entonces se la dio.

Tori le dio su corazón a Übel.

En el momento que el trueque fue hecho, Daemon acababa de regresar, observó la escena con detenimiento y cuando por fin lo comprendió se lanzó sin dudarlo sobre Übel. Le mordió el cuello y le desgarró un ala, Übel contraatacó pero no pudo hacer mucho contra el perro demoníaco, lo había sorprendido y estaba desarmado. Tori gritó aterrada llamando la atención de todos quienes corrieron a ver lo que sucedía. Cuando Daemon intentó explicar la situación un gran cuerno sonó detrás suyo.

La guerra milenaria había comenzado.

Orange DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora