-¡AUXILIOOO!- fue lo único que alcancé a escuchar antes de que Ali saltara detrás mío junto a Natsumi, vestida con un uniforme idéntico al de Übel, quien se cargaba la sonrisa más amplia del mundo.
-¡Mi plan ha sido un éxito total! El show debe comenzar hermanito, espero hayas hecho tu trabajo entrenando al Fénix.-
-Aún no está del todo lista, pero creo que podemos rescatar a Mary. ¿Dónde está Kuro y porqué apestan a jengibre?-
-Ese maldito loco no tarda en alcanzarnos, ¡Debemos huir!- interrumpió Ali con desesperación, ocultándose bajo mis alas.
-Amigo Alighieri, que linda te ves.- rió Daemon.
-Ya, chicos, Kuro nos viene pisando los talones, hay que correr a la base de Übel. Tori, usa esto.- Natsumi me tendió una especie de listón el cual amarró a mi muñeca.
Escuchamos un ruido proveniente del bosque y luego notamos cómo los árboles empezaban a caer. No sabía si era Kuro pero no estaba dispuesta a averiguarlo, me di media vuelta y tomé mi espada, después de haber practicado tanto con la de madera la sentía mucho más ligera y era muy fácil de manejar. Tomé a Ali por debajo de los brazos y comencé a volar en dirección a la guarida de Übel. A estas alturas ya usaba muy bien el poder del Fénix y mis alas ya eran parte de mi, como se suponía que debía ser. Daemon y Natsumi corrían debajo, siguiéndome, desde arriba era sencillo ver lo que causaba semejante genocidio de árboles. Kuro, los partía de un zarpazo como si fuesen mantequilla, un aura negra y verde emanaba de su cuerpo y caminaba con una pequeña y extremadamente aterradora sonrisa en el rostro la cual apenas pude divisar por encima del hombro.
Me detuve frente al pequeño castillo cubierto por el musgo, un lugar turístico del pueblo del que nadie nunca habría sospechado que viviese alguien pues, las leyendas de aquel lugar hacían que nadie tuviese el valor de si quiera tocar la puerta.
Le llamaban el Castillo de las Almas Perdidas, se decía que ese castillo fue construído como refugio de la familia real. Cuando atacaron el castillo principal la única sobreviviente, la Princesa Ághateli y seis de sus más fieles doncellas se ocultaron ahí, permanecieron solas hasta que el ejército las alcanzó y masacró. Se decía, que la princesa juró venganza de aquel ejército y que su alma y la de las doncellas permaneció ahí, para asesinar a todo aquel que se atreviese a entrar. Por supuesto, si Übel estaba ahí obviamente no tendríamos nada que temer, era un castillo oculto por la montaña y perfectamente bien camuflado.-Anda que nos vienen pisando los talones.- me apresuró Natsumi, señalando los árboles moviéndose detrás de nosotros.
-Vamos, no es diferente de como lo hemos estado practicando... Lo harás perfecto.- me apoyó Daemon, poniendo una mano sobre mi hombro, ni si quiera noté cuando se había transformado.
Lo pensé con todas mis fuerzas y logré, como en los entrenamientos, materializar un hechizo de fuego y ésta vez me fue realmente sencillo. Me sentía confiada.
-Adelante...- sonreí con malicia.
La puerta se quemó con facilidad y la atravesamos sin tocar las llamas, dentro, algunos ángeles gritaban alarmados, otros tantos corrían en distintas direcciones buscando sus armas y unos más, los que estaban justo frente a mi, me miraron desafiantes y nos atacaron directamente.
"Recuerda, si tu deseo es de sangre, sangre correrá. Übel espera que los mates a todos, y la legión te teme, si excedes sus expectativas y los dejas vivir sabrán que el villano no eres tú." las palabras de Daemon invadían mi mente, me concentré todo lo que pude y comenzamos a pelear. Conforme íbamos avanzando y abriéndonos paso entre los ángeles derrotados los demás ángeles dudaban de atacarnos, sabían que éramos demasiado fuertes para solo ellos y contábamos con nuestra carta del triunfo, apenas unos metros detrás de nosotros Kuro estaba atravesando la puerta en llamas.-ÜBEL...- alcanzamos a oír, su respiración fuerte delataba su tremenda sed de sangre, Natsumi corrió hacia la torre junto con Ali mientras Daemon y yo protegíamos su escape.
-Ay hermano, qué demonios te hizo Natsumi... Tori, debemos llegar a Mary antes que Übel.- gritó Daemon.
Asentí y comencé a buscar el árbol que me había dicho mamá, al ubicarlo cargué a Daemon por debajo de los brazos y volé directo hacia él. Desde ahí pude ver un jardín donde un ángel grandulón y moreno estaba sentado, mirando las flores.
-Tienen hagallas para buscar pleito fuera de su territorio, ¿no lo creen? En especial tú, perro, no debiste volver.- soltó con una sonrisa.
-Laos... No venimos buscando pleito ni nada por el estilo, abre los ojos, Übel te convirtió en su estúpido títere.- dijo Daemon, intentando acercarse.- Dinos donde está Mary...-
-No pronuncies su nombre con ese asqueroso hocico demonio... Si quieres verla primero tendrás que arrancarme las alas y matarme, pero soy el único que conoce el camino a su habitación.-
-¿Dudas de mis capacidades de rastreo? Que ingenuo Laos... Cualquiera diría que en tan enorme cuerpesote al menos habría un gramo de sesos, no ves cosas tan obvias, tú nunca podrás derrotarme porque ya no tengo corazón, ahora le pertenece a mi ama. El Fénix.-
La expresión de Laos pasó de confiada a preocupada y molesta, yo podía ver la estrategia de Daemon con claridad. Siervo y Amo. Daemon y Yo. Perro y Fénix. Éramos un equipo, una pareja y un tabú al mismo tiempo, entendíamos perfectamente los planes y señas del otro y cuando Daemon recibió el primer golpe de Laos era hora de entrar en acción.
-Caíste, grandulón.- sonrió Daemon, abrazándose al brazo de Laos.- ¡Ahora Tori!-
Laos intentaba escapar de su agarre mientras yo bajaba del árbol a recitar el hechizo que Daemon me había enseñado, éste me permitía indagar en la mente de la persona y así sabría dónde estaba Mary aunque Laos se negara a decírmelo. Pero entrar en su mente era más difícil de lo que pensaba, Laos oponía más resistencia que todos con los que lo había intentado. No esperaba que fuese fácil, pero tampoco era como que recién empezado mi entrenamiento tuviese que enfrentarme a un grandulón obsesionado con mi hermana. Oh, espera, ¿Laos estaba enamorado de Mary? Al menos, eso fue lo primero que me encontré así que era hora de usar mi habilidad oculta más grande.
-No tiene caso Daemon, no puedo entrar en su mente, es demasiado fuerte para mi. Suéltalo ya.-
Daemon obedeció adivirtiendo el tono ligeramente burlón con que lo dije, al menos sabíamos que Laos no era precisamente un as del sarcasmo así que había que aprovechar la situación.
-¿Qué, eso es todo lo que tiene el Grandioso Fénix?- rió Laos.
-Bueno, no creo que pudiese luchar contra un ángel de tu tamaño de todas formas, estoy bastante segura que superas en poder a Übel ¿Porqué no tomaste el mando de la Legión tú?-
-Eso es algo que no te incumbe...- contestó molesto.
Ups, le había dado al clavo equivocado.
-Tienes razón, no me incumbe, ¿Pero sabes qué si me incumbe? El bienestar de mi única hermana. Eso definitivamente es mi problema, Laos, y dudo que un gran caballero como tú quiera tener a tan tierna chica encerrada. ¿Sabes lo agradecida que estaría ella contigo si la dejaras volver a ver a su hermana? Daemon te lo dijo, no venimos buscando problemas, solo quiero de vuelta a mi hermana. Por si no lo notaste no hemos matado a nadie aún cuando podíamos, es porque venimos a demostrar que no tenemos porqué hacer esto, es Übel quien los ha corrompido.-
Laos pareció pensárselo unos segundos antes de suspirar y rendirse, al final, se había rendido por el amor que le tenía a Mary. Estaba por indicarnos el camino cuando una gran bola negra cayó sobre él a una velocidad impresionante.
-¿¡CREÍSTE QUE SIMPLEMENTE PODRÍAS TRAICIONARME MALDITO!?- gritó Übel, estrangulando a Laos, Daemon y yo estábamos demasiado sorprendidos por su repentina aparición como para intentar ayudarle.
Al otro lado del jardín, Natsumi y Ali habían llegado.
-¡KURO YA NOS ALCANZÓ!-
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Orange Drama
FantasyTori es una chica de 17 años muy escéptica, no cree en fantasmas, demonios, alienígenas ni mucho menos en el amor. Después de muchos años lejos de su ciudad natal, Tori regresa con muchas ansias de probar las frutas del naranjo que plantó de muy peq...