¿Cómo demonios accedí a aquello? No lo sé. El perro-demonio semidesnudo acostado en mi cama dormía tranquilo con sus brazos al rededor de mi cintura, respiraba lentamente en mi cuello y se apretujaba hacia mi como si le diera miedo que desapareciera de la nada. Me giré com mucho cuidado de no despertarlo, miré con atención su rostro tranquilo, dormido, tenía una expresión tan relajada que jamás veía mientras estaba despierto. Me dio tentación tocar su cabello rubio, pasé mi mano por su frente retirando los cabellos despeinados que le tapaban parte de los ojos y miré sus pestañas rubias, aunque no quisiera aceptarlo, Daemon era endemoniadamente guapo.
-Hey, ya despierta bello durmiente. Los próximos días serán tremendos.- le dije jalándole la mejilla.
Estaba bastante dormido, así que intenté hablar más fuerte y jalarle ambas mejillas pero no respondió. Que conste que yo intenté despertarlo a la de buenas. Estaba por levantarme para intentar hacerle alguna maldad, pero antes de que pudiese levantarme por completo me tomó por la muñeca y me volvió a tirar en la cama. A pesar de su complexión delgada Daemon era anormalmente fuerte, cosa de demonios, supongo.
-Aún es muy temprano... Vuelve a dormir.- me susurró abrazándome con fuerza.
-Daemon, pasan de las diez de la mañana y según tú ¿Es temprano?-
-Ni tu hermana ni Kuro se han levantado, entonces, no tenemos que hacerlo nosotros.-
-Si ellos no se han levantado es porque nadie más lo ha hecho, anda, tenemos mucho que hacer.- intenté levantarme de nuevo pero me volvió a tirar, esta vez colocándose encima de mi.
-Solo si logras ganarme.- rió.
Forcejeé pero claramente era mas fuerte que yo y para ser tan delgado pesaba mucho. Entonces se me ocurrió tratar de voltearme y abrazándome a él terminé yo encima haciéndole cosquillas.
-¡Ya, por favor! ¡Me rindo!- reía Daemon.
-Yo gané, ahora tienes que levantarte.-
-Si me dejaras hacerlo... o si no terminarás levantando otra cosa.-
Salté de la cama avergonzada y Daemon comenzó a reír como loco, no me había parecido esencialmente graciosa su bromita pero el verlo reír así hacía que yo quisiera reír también pues, en realidad, se veía bastante chistoso.
-¡Yo iba a decir que ibas a tener que levantar tu cuerpo del piso!- seguía riendo y yo aún más molesta porque me hizo ver como la malpensada cuando bien sabemos que lo dijo en doble sentido.
-Bueno, levántate y vístete que tenemos cosas que hacer. Además, tienen que prepararnos el desayuno, ¿no?-
-Si, mi ama.- se levantó de un salto e hizo una reverencia.- Por favor, siga con su rutina diaria mientras le preparo el aperitivo matutino.-
-¿Qué?- no pude evitar reírme al escuchar sus formalidades tan tontas.
-Que te metas a bañar mientras cocino... Y al carajo la ropa, me siento más cómodo así y no pienso usarla a menos que sea necesario.- sonrió.
-Me pone nerviosa verte así, ponte una camiseta al menos.-
-Entonces estoy cumpliendo mi propósito.-
-Ya veremos si te sigues aferrando a eso cuando te comience a saltar el aceite.-
-No soy tan delicado como para no poder soportar eso, niña, yo nací en aceite hirviendo.- rió y salió de la habitación no sin antes tocar la puerta de enfrente y llamar a Kuro para ayudarle.
Como cada quien tenía su baño hice caso a Daemon y me metí a bañar, tomé una larga ducha tratando de liberar mi mente por unos minutos, todo lo que había pasado había sido tan rápido que mi cabeza necesitaba unos minutos para descansar. Lavé mi cabello tranquilamente y mi cuerpo también, entonces me di cuenta de algo: el olor de Daemon estaba impregnado en mi. Volví a lavar mi cuerpo para asegurarme de que se quitara pero aún estaba ahí. Me volví a lavar una vez más, sin éxito. Después de vestirme intenté taparlo con perfume, pero no funcionaba, olía a perro demoníaco. No es como que fuese un olor desagradable, pero cualquiera con estar cerca mío pensaría que él y yo nos teníamos algo y... No es así, ¿Cierto? Tuve un flashback del momento en el que sellamos el contrato de nuevo. ¿En serio? No, solo había sido por el sello del contrato. Eso es todo. Bajé una vez estuve lista decidida a cuestionar a Daemon por su penetrante olor en mi piel y lo primero que me encontré al entrar al comedor fue un Daemon semidesnudo con una sartén virtiendo su contenido en un par de platos, jugo de naranja (mi favorito) recién hecho y un omelette. Llevaba el cabello atado en una coleta minúscula, apenas le alcanzaba para ser amarrado y usaba uno de los delantales estampados de corazones, cortesía de mamá. Kuro hacía lo mismo por Mary que ya estaba comiendo mientras él servía el jugo.
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Orange Drama
FantasyTori es una chica de 17 años muy escéptica, no cree en fantasmas, demonios, alienígenas ni mucho menos en el amor. Después de muchos años lejos de su ciudad natal, Tori regresa con muchas ansias de probar las frutas del naranjo que plantó de muy peq...