Capítulo 30.

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-Daniel-



Me despierto y la observo dormir plácidamente, y pienso, ¿por qué ella y no otra?



Claro, ella es guapa, inteligente, (obviamente, es abogada), ordenada como a mí me gusta, y lo mejor de todo es que es la más cariñosa de todos.



En resumidas cuentas: no es mi novia pero es mía.



Suspiro y me levanto de la cama, antes de salir de la habitación, la vuelvo a mirar y sonrío.



Empiezo a hacer zumo de naranja, que es bueno para el constipado, aunque me sale un poco 'ñoño'. Estoy acostumbrado a que cocinen mis criadas.



Le hago unas tortitas, las pogo en una bandeja y se las llevo a la cama.



Lleva un moño imperfecto, un pijama largo que, aunque ya haga mucha calor, se lo debe poner por el constipado.



Me preocupo demasiado por ella.



Me haría tanta ilusión que viniese conmigo a la cena..



- Buenos días -canturreo dejando la bandeja a su lado.



Ella sonríe y se incorpora un poco.



- Que bien huele -dice- ¿los has hecho tú?



Asiento con la cabeza y me da un leve pico.



- No sabía que los pijos como tú supiesen cocinar -me pica, sonríe pícara y da un trago al zumo-



- Quizás hay algo que no sepas de nosotros -comento- no somos idiotas -contesto sonriendo-



- Uhm...eso lo sabía -dice dándole un mordisco a la tortita. ¿No ha visto el cuchillo y el tenedor? Porque se está comiendo la tortita igual que una patata frita. Uhm rima y todo. Me gusta.


Sonrío levemente y vuelve a dar otro mordisco.



- Si no lo supiese no tendría un... ¿mejor amigo? pijo -dice riéndo.



, Clara, yo tampoco que somos.



-Clara-



Vaya situación más tensa. ¿Qué somos? Supongo que una especie de mejores amigos que pueden follar y besarse, pero, ¿que clase de mejores amigos tiene esos derechos? Los novios, obviamente, pero éste no es el caso.


- Arropate -me ordena Daniel de nuevo, lleva toda la tarde preocupándose por mí, y se lo agradezco pero es un cabezota.



- Deja de preocuparte por mí -digo también- tengo 25 años, ¿sabes? edad suficiente para comprender que eres un pesado y que ésta merienda que me acabas de hacer esta malísima -suelto una carcajada y me como lo que queda de sandwich.



- No te gusta pero te lo comes, ¿cierto? -dice esbozando una sonrisa-



- Esque no me gusta -digo- me encanta, al igual que tú -



¿Lo he dicho en voz alta?



©His Lawyer | GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora