Capítulo 32.

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Clara.


- ¿Que haces aquí? -me pregunta Daniel llevándome a solas-



Oh, ¿no le ha gustado mi inesperada visita?



- Estoy bien -le digo- hoy estaba mejor, ¿recuerdas?



Él me mira un poco tenso y le acaricio un poco la mejilla.



- Si quieres me voy, ¿eh?



- No -contesta- estás preciosa



Sonrío levemente. ¡Por fín se ha dado cuenta!



Doy un trago a mi copa. La Sandra esa se ha pasado.



Gracias a Dios he llegado a tiempo, si no hubiese venido, Daniel hubiese tenido un serio problema conmigo.


- ¿En qué piensas? -me pregunta sonriendo-



Alzo los hombros y doy un trago a mi copa. Ya llevo dos.



Deja de beber.



(...)



1:37 a.m



Me cuesta pensar.



Llevo 7 copas.



Ya no sé ni lo que hago ni lo que digo.



Noto como unas manos me cogen y me llevan al baño.



- ¿¡Por qué has dicho eso!? ¿¡Sabes en el lío que me voy a meter!?



Oh, es Daniel, creo.



- ¿Que he dicho?



Definitivamente, estoy borracha.



- Te llevaré a casa, ¡no quiero que la cagues más!



Se nota que está enfadadísimo conmigo, ¿que habré dicho? El ron que me he bebido me impide recordarlo.


(...)


Me despierto lentamente.


Las 10:15.



Me siento en el borde de la cama e intento recordar la actitud de Daniel anoche, antes de traerme.



Intento fallido.



Desayuno, me visto rápidamente y salgo de mi casa como un rayo.



Necesito respuestas.



- ¿Puedo ver al señor Oviedo? -pregunto a la secretaria-



- Espere un momento -dice y coge un telefonillo- Daniel, la señorita Dawson le quiere ver, vale, ya va -dice y cuelga- dice que subas.



Me despido de ella y subo.



Me paro frente a su puerta y suspiro, intentaré no sacarle de sus casillas.



Oigo un "adelante" y entro. Está de brazos cruzados apoyado en la mesa.



- Necesito respuestas -dije-



- Anoche, les dijistes a los presentes todas y cada una de las cosas que se te pasó por la cabeza y, ¡ninguna de esas cosas eran buenas! Ahí estaba presente el empresario más rico de España con la empresa en Londres y... ¡pensaba negociar con él! Pero se enteró de que ibas conmigo y...



No pudo continuar, los nudillos los tenía blancos. No puedo verle así, es todo por mi culpa.



- ¡Vete! -grita- ¡No me llames! ¡No contactes conmigo! ¡No quiero volver a saber nada más de tí!



Y, tiene razón, la he cagado completamente, me odio a mí misma.


¿Lo arreglarán? ¿Qué creéis que pasará a partir de ahora?


40 comentarios y sigo.


©His Lawyer | GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora