El vagabundo

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Día 0:

Siempre que regreso de la Facultad me encuentro con el mismo hombre sentado afuera del museo. Es un vagabundo, al cual le calculo una edad entre 50 a 60 años, tiene barba descuidada, su cabello no está largo y es grisáceo, es algo choncho y su rostro es redondeado, además de que su vestimenta es un verdadero desastre. Pero lo que más me llama la atención es su mirada triste pero siempre está sonriendo, se nota su amabilidad y, a pesar de tener una pinta de señor enojón, la forma en la que actúa es muy agradable. Siempre esta con otras personas riéndose, a veces vagabundos o a veces gente que espera el transporte. He decidido ayudarle de una forma, porque me recuerda a alguien, porque me nace hacerlo.

Día 1:

Hoy le he llevado un combo de comida rápida, con hamburguesa, papas fritas, refresco y dos galletas grandes de chocolate. Admito que morí de vergüenza y lo único que hice fue llegar, saludarlo cordialmente y dejarle el combo, me fui corriendo y ya no pude decir nada... tengo que calmarme.

Día 2:

Ahora le lleve comida más casera, hecha por mi mamá. He avanzado, ahora ya fue un poco más larga la conversación, bueno, de un "Hola ¿Cómo estás?" y "Que tenga un buen día" no paso a más, pero algo es algo.

Día 5:

Ha amanecido lloviendo a mares y además hacía frío, para la tarde aún no ha parado. He llegado a un supermercado a comprar un paraguas y una manta, se la he llevado junto a más comida casera, la cual calenté en la cafetería de mi escuela antes de irme. El corazón se me partió al verlo afuera del museo intentando taparse con periódicos y cartones. Le entregué las cosas y su mirada se ilumino, lo cual lleno más mi corazón de alegría. No pude quedarme con él más tiempo porque el clima no me ayudaba en nada y me tuve que ir antes para no resfriarme.

Día 10:

Hoy he hablado más con él y me ha contado una parte de su historia: Se llama Hesiquio Hernández (lo sé, es un nombre raro), tiene 57 años de edad. Él trabajaba y tenía el dinero suficiente para mantenerse, pero después de que su esposa lo dejara y sus hijos lo dejaran prácticamente en la ruina, termino en la calle. Sus amigos lo abandonaron, prácticamente le dieron la espalda y su familia lo negó, dejándolo completamente solo. Ahora vive de acá para allá, duerme en donde puede, pero siempre regresa al museo porque dice que le agrada oír la música clásica que tocan, además de que ya conoce a la gente de ese lugar. Me conto que varias veces se había topado a alguno de sus hijos, pero todos lo despreciaban y corrían de él, al escucharlo con un nudo en la garganta me sentí mal y también quería llorar, ¿Cómo alguien podía despreciar a su padre de esa manera y más cuando te había dado todo?, eso era ser un mal nacido. Su plática termino, pero me agrado viéndolo reír de nuevo cuando vimos a los niños jugar por allí.

Día 18:

Hoy he encontrado llorando a Hesiquio, me he acercado preocupada. Me ha contado que vio de nuevo a uno de sus hijos, pero ahora este llevaba a sus nietos, él con alegría intento acercarse, pero la mirada asesina y acusadora del tipo lo detuvo. Dijo que el pequeño niño lo miro y que noto el gran parecido que tenía con él. Mientras hablaba con él, un niño de 5 o 6 años se acercó a nosotros y con una sonrisa nerviosa, en sus pequeñas manos llevaba algunas monedas, las cuales termino dando a Hesiquio, quien lo miraba con cariño y tristeza. La voz dulce del pequeño se entonó con un "tome señor", pare después irse corriendo a dirección de su padre. Hesiquio lloraba en silencio, y en un susurro me dijo "él era mi nieto", lo miré atónita, mientras regresaba mi mirada al niño y a su padre que se alejaban entre las personas. Me quede un tiempo más con Hesiquio, mientras se tranquilizaba, hablábamos de momentos para relajar el ambiente, pero él estaba más que fascinado con su nieto, lo había conocido al fin.

Día 25:

Hoy fue un gran día, uno de varios que planeo. Con el dinero que había juntado, entre sueldos y lo que me daba de vez en cuando mi padre, pasé por Hesiquio para ir de compras. Él al principio se sorprendió y no lo creía, dure bastante convenciéndolo para que me acompañara, pero al final acepto. Fuimos a varios lugares, hasta que llegamos a un lugar en donde estaba la ropa que a él más le gustó; se probó diferentes cambios, hasta que algo un poco más deportivo lo convenció. Lo lleve a mi casa, por suerte mis padres no estaban y allí le ofrecí mi baño para que tomara una ducha y se arreglara. Al salir ya vestido y limpio había cambiado completamente, era un hombre nuevo. Su cara estaba más limpia, y dejaba ver con más agrado su sonrisa, sus ojos brillaban más que nunca, el cabello lo había cortado al ras, porque no encontró mejor arreglo que ese. Ahora parecía un mejor hombre, había nacido de nuevo.

Día 30:

Hoy tuve un mal día, pero intente llegar bien con Hesiquio. Él lo ha notado. Me preguntó sobre el porqué de mis ojos apagados y mi aura gris, le conté sobre mis males, todo aquello que, no solo me atormento ese día, sino en toda mi vida y él me escucho. Al final me ha aconsejado como un abuelo, me ha dicho las palabras más hermosas que le puedes decir a un corazón roto, y además me ha regalado un chocolate y una rosa que le ha pedido a uno de sus amigos. Me ha animado mi mal día y sin querer ha despejado los problemas, me he sentido en confianza.

Día 36:

Hesiquio me contó que había buscado trabajo y, a pesar de su edad y las pocas esperanzas que teníamos ambos, lo había conseguido, era empaquetador en una tienda pequeña, pero trabajo era trabajo, ahora se sentía más útil y ambos estábamos felices, más yo que él, enserio estaba orgullosa de él.

Día 41:

Ya no me he topado a Hesiquio en el museo, pero he pasado por su trabajo y a veces lo saludo o en otras sólo lo miro de lejos, me cercioro que este bien, me alegra verlo tan alegre y tan vivo.

Día 49:

He pasado hoy por el trabajo de Hesiquio para llevarlo a comer y platicar, pero no lo he encontrado, hoy no ha ido al trabajo.

Día 54:

Esta semana no ha ido Hesiquio al trabajo y nadie me dice nada sobre su paradero, nadie lo ha visto, ha desaparecido de la faz de la tierra. Estoy triste y preocupada.

Día 60:

Hoy he visto una noticia en el periódico que llamo mi atención, habían encontrado a una persona en el parque, pero no era nada malo. Hesiquio había sido encontrado por uno de sus sobrinos, el cual lo ha aceptado y se lo ha llevado a vivir con él. Ahora Hesiquio está de nuevo con su familia, ahora está en su hogar.

Soy una chica de 25 años que conoció a un hombre de 57 años el cual me cambio la vida, sus pláticas, sus historias, sus consejos son oro. Me sentí mal al principio después de saber que se había ido, quería hablar mucho más con él y adoptarlo como abuelo, pero me alegraba más saber que estaba donde pertenecía.

Nunca lo juzgue a él ni a nadie más por su apariencia, a veces las mejores personas se esconden debajo de raros disfraces repelentes.


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