Como termino todo

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Habían pasado años en los cuales habían perdido comunicación, lo último que él supo de ella era que se iba a casar pronto, se había enamorado de otra persona, se cansó de esperar, pero no se le podía culpar, el ser humano se cansa de vivir en una ilusión, excepto él, aún quería seguir reviviendo aquellos días en las que de desvelaba hablando con ella, en las que reían y lloraban juntos, aquellas noches en la que le pedía que le creara historias para escapar de su realidad, son cosas que al pasar los años los había atesorado fuertemente en su corazón, había intentado seguir con su vida y casi lo logra, hasta que recibió ese correo que le decía el día, la hora, y el lugar de la boda de quien una vez proclamo su amor. Una parte de él en ese preciso instante se rompió, y volvieron los recuerdos que había dejado al fondo de su memoria a llenarle la cabeza, una parte de él era feliz porque ella había encontrado a alguien para confiarle el resto de su vida, pero le dolía que no fuera él, le dolía que la única vez que fuera a verla en persona, porque se negaba perderse este acontecimiento, fuera a verla ir a los brazos de otra persona.

El vuelo de horas parecía eterno y así le gustaba a él, pues sabía que al tocar tierra empezaba una cuenta atrás demasiado agridulce. Al llegar a México, bajo del avión sin ganas, parecía que no quería estar allí, y eso podía ser verdad, pero su mirada cambio cuando vio a una chica que sostenía un letrero con su nombre en él, era ella sin duda, no había cambiado mucho, solo había bajado algo de peso y su cabello era más largo. Ella lo vio a poco después, y con una sonrisa enorme corrió a recibirlo, soltando el letrero lo abrazo con mucha fuerza, se emocionaba por verlo allí, por primera vez. Él la abrazo igual, su corazón se aceleró, estuvo a punto de llorar pero decidió contenerse, por un momento estuvo feliz de verla, de sentirla, de saber que era mejor de lo que esperaba, pero todo cambió cuando recordó el porqué de su visita, la abrazo más fuerte y suspiro derrotado.

Cuando iban por el camino, ella no paraba de hablar sobre todo lo que había pasado durante esos años en los que se habían alejado, él solo la miraba, asentía o reía, pero no dijo nada. Ella intento preguntarle, pero tras sus respuestas cortas no tuvo mucho éxito, igual sonrió porque sabía que él no había cambiado en nada, vaya que lo había extrañado.

El día de la boda, ella lo había citado desde antes, él llego bastante nervioso a donde ella se preparaba, la madre de ella lo recibió y lo guio por el lugar hasta el cuarto más grande, allí corrían personas de un lado al otro, había demasiado ruido y el comenzaba a abrumarse, fue cuando la madre de ella lo saco de sus pensamientos y le indico para donde tenía que irse, camino lento por el pasillo y llego al final, donde una puerta grande estaba cerrada, toco dos veces y la persona de adentro lo dejo pasar. Al entrar la vio, vestida de blanco, con un vestido muy lindo, se quedó sin palabras al verla arreglada, su corazón se apretó, no sabía que sentir, no sabía cómo reaccionar.

-Perdón por hacerte venir antes, pero es que necesitaba hablar contigo- el corazón de él se aceleró y asintió –Estoy muy nerviosa, siento que voy a caerme o voy a vomitar- decía mientras caminaba de un lado al otro

-Tranquila enana, todo saldrá bien- dijo él mientras la agarraba del brazo –Te vez hermosa- ella se sonrojo y bajo la mirada.

-Gracias panda- suspiró –bueno, te dije que vinieras antes porque quería que hicieras algo por mí-

-Por supuesto, lo que sea- ella sonrió y se voltio para buscar entre sus cosas algo

-Toma- le entrego una corbata de color azul brillante y un pañuelo. Él la miró confundido –Quiero que me acompañes en el altar, algo así como mi "dama de honor"- dijo mientras reía por su mal chiste.

Él no contestó al principio, era demasiado, era como traicionarse a sí mismo, su sonrisa se borró y estaba a punto de irse, pero al verla tan animada no pudo decir que no, así que con una sonrisa fingida acepto, ella dio un brinquito de felicidad y con fuerza lo abrazo.

-Muchas gracias Panda, me haces feliz- susurro en su oreja, él no dijo nada.

Ya era la hora, todos estaban en la iglesia, él estaba sentado, miraba a quien sería el último en el corazón de la chica, era un tipo de aspecto agradable, pensó que la haría feliz y la cuidaría, eso estaba bien, por su mente comenzó a imaginarse en otros papeles, que él era quien la esperaba ansioso con el traje blanco y listo para decir el "Acepto". En la iglesia sonó el piano, la gente se paró y el regreso a mirar a la puerta, ella entraba agarrada del brazo de su padre, su sonrisa era amplia y ante la luz de la iglesia hasta se veía más linda.

La ceremonia comenzó, el padre hablaba pero él no le prestaba atención, fue hasta que las palabras "que alguien se oponga o callé para siempre" lo pusieron alerta, ¿y si lo impedía? ¿y si se paraba y le gritaba que aun la quería como antes?, miles de escenarios posibles y imposibles le pasaron por la cabeza, pero se detuvo, la miro por un momento, ¿Quién era él para robarle su felicidad?, porque se veía demasiado feliz, con los ojos brillantes llenos de amor, unos ojos que no le habían tocado ver por desgracia. Suspiró sonoramente, sin querer, a lo cual llamo la atención de varios pero a él no le importo. Ya se iba a terminar la ceremonia, era el momento del beso y él decidió bajar la mirada, no podía aguantar más o terminaría explotando.

En la fiesta, ella le había presentado a él algunas de sus amigas, él por cortesía bailaba y hablaba con ellas, pero no tenía ganas de fiesta en ese momento. Faltaba para que todo terminara, pero él no podía más, verla era demasiado doloroso, por lo cual decidió irse, así que camino hacia la salida del recinto, pero fue detenido por ella, quien corría como podía.

-¿A dónde vas?, sé que no te gusta el pastel, pero no te vallas, aún falta para que se acabe- dijo ella preocupada

-Me ha dado sueño, creo que aún no me acostumbro al horario diferido, ya sabes, jet lag y eso- trato de sonreír para tranquilizarla –además te veré mañana ¿no?-

Su respuesta no la convenció del todo, pero asintió al final

-Está bien, pero mañana tienes que ir, nada de que te quedas dormido- amenazo con un dedo. Él sonrió de lado y asintió.

Ella lo abrazo por última vez en el día, le gustaba hacer eso, pues durante años lo había imaginado.

-Sabes, por un momento, no sé, me imagine que podrías pararte y gritar "yo me opongo"- dijo ella susurrando, dejándolo pasmado y sorprendido –Lo siento, son cosas raras que pienso, no he cambiado mucho desde la última vez que hablamos-

Se separó de él y lo tomo del rostro para verlo y sonreírle, él la miró y pensó en qué tan grave sería besarla en ese momento

-Alex, te debo mucho, y ahora más, gracias por acompañarme en este día tan importante, no sabes el valor que me has dado- se paró de puntitas y le dio un beso en la frente –Te veo mañana-

Él no dijo más, el taxi llego y ella no se movió hasta que el carro salió de su punto de vista.

Al llegar al hotel, él se quitó la corbata, la sostuvo fuerte y la aventó al suelo, se sentó en la cama y puso sus manos en su cabeza, no pudo evitar llorar, ¿Qué demonios había pasado?, los recuerdos le venían, como ella se veía, como sonreía, como lo miraba a su, ahora, esposo, ¿Por qué había aceptado ir?, bien pudo haber dicho que no y se hubiera quedado en Antofagasta, "feliz", ignorando todo esto.

La noche fue larga ese día, y el día siguiente no fue mucho mejor, pues los tenía que ver, y "celebrar" con ellos, ahora sólo esperaba que la semana se acabara para irse, regresar a su vida, intentar olvidar todo de nuevo.

Ya se encontraba en el aeropuerto, ella por supuesto lo acompaño y se despidió con un "Prometo hablarte". Estando en el avión miró por la ventana, sabía que después de eso ahora si era una despedida para siempre, no podría regresar, no podría verla de nuevo, le dolería y eso no era bueno, así termino todo, así cerraba esa parte de él y de su vida, dejaba atrás algo lindo que ya había dado todo lo que podía.

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