Fui condenado a esta vida, después de ser castigado por el que era mi jefe, por hacer mal mi trabajo, no cuide bien a la persona que estaba bajo mi custodia y al final cayó en las manos de un demonio, llevándola a la perdición. La verdad no importaba el castigo que me hayan puesto, lo merecía, pero sin duda no se comparaba con el recuerdo, con la culpa y el cargo de conciencia que no me dejaba dormir por las noches, todo era poco comparado con ese dolor. Sólo era una niña la última vez que la vi, tenía 8 años, y mi único deber era protegerla del demonio que era su padre, él logro tomarla en mi descuido, sólo 5 minutos y la niña ya se había vuelto un pequeño querubín que nunca lograré conocer, puesto que mis alas fueron arrebatadas y en mi vida de mortal me es imposible verla, quisiera pedirle perdón. Lo único que me calma es que allá arriba es más feliz de lo que fue cuando la cuide.
Camino por las calles llenas de personas, algo típico de la ciudad en la que me tocó vivir, San francisco era una ciudad linda, si no fuera porque esta infestada de seres que no la aprecian como debe de ser, siempre la ensucian y la descuidan, me da asco ver cómo se comportan, como si nada valiera, si tan sólo supieran que esto es su todo y no hay más allá, tal vez la valorarían como se debe, no sólo a esta ciudad, si no al planeta entero. No quiero odiar a los humanos, pero su forma de vivir es tan detestable que enferma, deberían de aprender de los animales y las plantas, ellas viven armoniosamente y no lastiman.
Me dirijo al puente más famoso de aquí, el Golden Gate, esa estructura rojiza y oxidada siempre me ha dado tranquilidad, el agua a sus pies y el aire meciéndolo tranquilamente, pero haciéndole saber que si quisiera lo tira de un empujón. No le había encontrado gran significado hasta que vi hace días las noticias de las 10, un hombre se había lanzado hacia el río en busca del cielo, y no era el único, muchas personas habían hecho lo mismo hace días, semanas, años (lo investigue, descubrí muchas cosas). Me pareció curioso, ver como encontraban su paz, pero me hizo recordar a cuando aprendes a volar, todo es con un salto de fe que te lleve a desplegar las alas y surcar el cielo.
Llegue a los miradores, la mayoría eran turistas buscando una buena foto que abarcara toda la ciudad, otras eran personas que miraban al horizonte, no sé qué pensaban, pero me daba la curiosidad de cuáles eran las personas a las que les pasaba por la mente el saltar, lo descubrí al ver a una que otra volteando hacia abajo como calculando la caída y el golpe, no lo sé.
Miré a mi alrededor, las ciudades conectadas, el cielo, las nubes, aquello que había sido mi hogar, la gente que no sabía por qué vivían pero lo hacían sin más, los autos pasando de aquí para allá, el sol a punto de ocultarse, y la luna que aún no mostraba su resplandor.
Suspiré un poco, eso era raro de hacer, respirar, es algo que haces por instinto pero para mí era totalmente nuevo cuando termine aquí, ahora es algo que extrañare.
Con delicadeza toco con mi mano el lugar donde iban mis alas, a pesar que no se ven, yo siento el lugar donde deberían de estar, siento las cicatrices, aun duelen, después de 20 años y duelen cada día más.
No lo pienso más, no hay porque quedarse cuando la verdad es que quiero regresar a casa, a mi hogar, el lugar más hermoso que jamás ha existido.
Me subo a la barandilla, es algo alta pero no difícil de escalar, algunas personas comienzan a verme asustadas, unas se alejan y otras se quedan inmóviles. Puedo escuchar a un hombre gritándome que me baje, a otro preguntando qué estoy haciendo y una señora ha comenzado a gritar.
Lo que más me pesa ahora es lo que llaman "corazón", está moviéndose desenfrenadamente, es la carga más pesada del castigo que me han dado, pues duele a veces, se acelera y algunas parece que no está donde debería. No entiendo su función.
Miró el agua moverse agitada, el río siempre me pareció algo a lo que hay que temerle, pero ahora no importa el miedo.
No pienso más de la cuenta, cierro los ojos y doy un paso al frente, a la nada, me dejo caer y recuerdo cuando era pequeño y aprendí a volar, sonrió por ello.
Mi cuerpo toca el agua, no me muevo en lo absoluto, no respiro, no pasa nada.
Abro mis ojos y veo el reflejo de la luz en el agua, no muero, sigo existiendo.
Nado a la superficie, intento irme a un lugar despoblado y salgo en un lugar de la costa, me tiró en el suelo y mi respiración es agitada, las lágrimas salen de mis ojos, es frustración. A mi mente regresan los recuerdos de las veces que he intentado acabar con esto, de cómo ninguno funciona.
"¡YA DEJAME REGRESAR!"
Grite desesperado, he intentado lo imposible para volver a mi hogar, a donde merezco estar, pero ningún camino me lleva a casa. Fue otro intento fallido, no puedo morir.
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Pequeños universos
Short StoryMe gustan las historias cortas pero con mucho significado, salen sencillamente de mi cabeza, y son especiales para mi porque son pequeños universos hechos entre mis manos...