Capítulo Veintidos: Deberías Haberme Dejado Encadenado

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Davy estaba en su cama en camiseta y pantalón pijama, haciendo caso omiso de un


DVD, cuando su garganta hormigueó y se encontró de pie "en la caja".


Era tarde en la noche y Hyacinth entró sin llamar. Ella mantuvo la puerta abierta


para los Matones número Uno y Dos, mientras éstos entraban, cargando cada uno


una caja de aluminio de gran tamaño. En ambos casos estaban abolladas y


maltratadas y el recubrimiento anodizado de color gris verdoso estaba rayado.


Eran tan pesadas, que los hombres se inclinaban para contrarrestar el peso. Una


vez que pasaron la puerta, las bajaron al suelo como si estuvieran hechas de vidrio.


Hyacinth apagó la televisión sin decir nada. Ella volvió la cabeza hacia la puerta y


los hombres se fueron. Davy pensó que parecían aliviados por irse.


- Espero que no sea tu ajuar-, dijo Davy.


Ella le miró en silencio durante un momento antes de decir: -Es sólo una entrega


rápida. Dos viajes rápidos a la embajada en Caracas.- Ella tomó un pañuelo del


bolsillo de su pantalón y secó cuidadosamente las manijas, luego frotó la parte


superior de las cajas.


Davy se miró la punta de sus dedos. - ¿Qué hay en ellas?.-


Hyacinth sacudió la cabeza. - No hay necesidad de que lo sepas. Déjalas en el baño


y nuestro contacto pasará a recogerlas.-


Davy sintió un escalofrío. Sabías que esto iba a pasar alguna vez. Se inclinó hacia


fuera del cuadrilátero para mirarlas detenidamente.


Estaban cerradas con un candado. Una nota adhesiva grande y rosa estaba pegada


en cada uno de sus costados, en una decía "Primera" y en la otra, "Segunda".


Había una fila de letras en una etiqueta metalizada y cuando las miró más de cerca


advirtió que las líneas estaban en árabe.


-¿Debo vestirme?. ¿Te llevo primero a la embajada?-, le preguntó él probándola.


Ella sacudió la cabeza. -No es necesario. Déjalas en el baño y ... regresa de


inmediato.-


Su contacto visual se rompió.
- ¡Ábrelas!, dijo él.


-¿Estás sordo?.-


-¿No vamos a abrirlas?.-


-¡Diablos, no!.-


-Correcto.- Él había ido tan lejos como podía. Más concretamente, tan lejos como lo


haría. Se dejó caer en el suelo y cruzó las piernas. -Entrégalas tú misma.-


Hyacinth apretó las manos hasta cerrar los puños. -El Sr. Simons te dijo lo que


pasaría si no cooperabas. ¿Es hora de traer a la señora Johnson de...-Ella cerró la


boca bruscamente. -Déjame reformular la pregunta. -¿Es hora de traer a la Sra.


Johnson hasta aquí ... de a una pieza a la vez? .-


Sería tan fácil romperle el cuello. Davy visualizó el acto saltando detrás de ella,

Reflex - Steven GouldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora