Millie alquiló una bicicleta y pedaleó delante del hotel y hacia el oeste, hacia la
Gran Charca en Edgartown. Hacía como unos 10º y el cielo estaba lleno de nubes
aborregadas. Tuvo que luchar contra el viento en el carril bici al sur del puerto de
Edgartown, pero desde que dejó el hotel, las dunas y la maleza le protegían del
viento que provenía del mar. El desvío de Great Pond Lane estaba tan sólo a unos
pocos minutos más lejos siguiendo la carretera pero una verja de acero bloqueaba
la entrada y la garita del guarda estaba ocupada. Se fijó en dos pedestales donde
estaban las cámaras y siguió pedaleando.
Tardó sólo otros diez minutos en llegar dónde la carretera terminaba en tierra de
estuario. Bordeó las cañas a pie unos pocos minutos y se puso a pensar.
Por lo que había visto, la comunidad privada consistía en media docena de hogares
de diferentes tamaños. Sólo había podido ver las casas más cercanas, pero se
adivinaba claramente una mansión de tres pisos de ladrillo al otro lado de la
carretera a lo lejos... era su candidato más probable para ser Driftwood Hall, pero
en realidad podría haber sido cualquiera de los otros.
En el borde del agua ya no estaba protegida del viento, y el sudor que tenía en la
piel se comenzaba a enfriar. Volvió a la bicicleta. De regreso vio pasar un vehículo
que se dirigía a Edgartown, tenía unas luces en el techo que le hacían parecer de la
policía pero en el lateral se podía leer Seguridad de la Isla. Saludé con la mano y el
conductor sólo levantó brevemente la mano del volante conforme pasaba a mi
lado.
¿Estaba comprobando quién era?
Una vez más, no se detuvo al pasar junto a la puerta. Cerca de la esquina, y fuera
de la línea de visión, salió de entre dos árboles y en la maleza seleccionó un sitio
de salto. Pensó en sólo saltar de regreso al hotel, pero hacía un tiempo hermoso y le
gustaba la tensión que sentía en los muslos al haber hecho tanto ejercicio.
Además, la patrulla podía regresar de nuevo para comprobar si seguía allí. Se
subió de nuevo a la bici y continúo su camino.
Más tarde, cuando anocheció, lamentó todo el ejercicio que había hecho. Estaba
vestida como una ninja chic, cogió las gafas y sus prismáticos de visión nocturna y saltó al lugar que había seleccionado mientras daba el paseo con bicicleta. Los
muslos le quemaban y era difícil no gemir mientras se movía sigilosamente por la
maleza. Trazó un camino hacía el oeste, paralela a la carretera, entre la maleza para
que no la detectaran. Cuando estaba al otro lado de la puerta de Great Pond Lane
se recostó y movió los arbustos que habían en el camino hasta que pudo ver al
guardia.
Al igual que la otra noche en la playa, las cámaras brillaban ligeramente, su
temperatura era suficientemente alta para que las gafas de visión nocturna
recogieran su firma infrarroja contra el frío de la noche. Aunque los cuerpos de los
guardias se iluminaban poco a través de las gafas. Evitó mirar después de haber
contado dentro dos guardias.
Volvió sobre sus pasos hacia el este y, cuando ya no pudo ver las cámaras, cruzó la
carretera. No había valla alrededor de la comunidad. La maleza era espesa y era
difícil pasar a través de ella. Cuando disminuyó de nuevo al borde de los pastos
resecos, descubrió las cámaras que enfocaban la línea de la maleza.
A través de las gafas, la mayoría de las casas eran frías y oscuras, cerradas durante
el invierno, pero tres estaban ocupadas. Dos de las casas brillaban con manchas
infrarrojas calientes y la casa grande del extremo, que estaba mucho más allá de la
maleza, ardía, con o sin las gafas, ya que tenía encendidos varios focos.
Cambió a los prismáticos y estudió las casas que aparecían frías. La mayoría de
ellas estaban completamente cerradas todo el invierno, con las persianas cubriendo
completamente las ventanas, pero había una sin persianas. Estaba a medio camino
a lo largo de la manzana en el lado cercano de la calle.
Estudió un balcón del segundo piso en la parte trasera, y luego pasó a mirar las
cámaras. Ninguna apuntaba hacia las casas. Entonces comprendió que estas
personas tenían todo esto para proteger su intimidad y que no tendrían intimidad
si las cámaras de vigilancia del vecino les observaban.
Saltó al balcón elegido y se agachó contra las puertas correderas de cristal. Después
de contar hasta treinta, cambió de nuevo a las gafas de visión nocturna y miró a
través del cristal hacia la casa. Las cortinas estaban corridas por encima de la
primera puerta, pero sólo la mitad de la segunda y, con las gafas, pudo ver un
trozo de alfombra, una pata de una silla y un sofá bajo. Se concentro y, un instante
después, estaba dentro.
Hora de mirar si había alarma. Miró a su alrededor, especialmente en las esquinas
superiores, pero no había ninguna cajita con LEDs parpadeando. Tal vez no había
detectores de movimiento en las salas de la planta baja pero un breve examen
reveló que no había ninguno en esta planta. Había polvo cubriendo la mayor parte
de los muebles y cuando abrió un grifo en el baño de arriba no pasó nada. El aire
era una extraña combinación de polvo y humedad rancia.
Excelente. Sin duda, la casa volvería a la vida un poco antes del Memorial Day,
pero, por ahora, nadie en casa. No esperaba a nadie en casa.
Se mudó de ventana a ventana, estudiando la vecindad. Tenía sólo una planta era
una casa cerca de la caseta de guardia que estaba ocupado. Cuando cambió a los
prismáticos vio que el coche aparcado en el camino de entrada era el de la patrulla
de Seguridad de la isla que había visto antes.
Una casa de dos pisos en diagonal cruzando la calle, desde su punto de vista,
también estaba ocupada, cinco coches estacionados frente al triple garaje y tres más
en la calle. Mientras miraba, tres hombres y dos mujeres caminaban por la calle de
la mansión.
Tres de ellos estaban en la puerta de la casa que tenía dos plantas y dos más, un
hombre y una mujer, se metieron en vehículos separados y se fueron, la puerta de
acero que estaba al final de la calle se abrió.
¿Son del servicio? Los coches eran viejos, no muy elegantes, pero eso en Vineyard
no significa nada. Los ricos conducían oxidados montones de chatarra y se
engalanaban para la ocasión. Sin embargo, pensó que no habrían aparcado tan
cerca, si fueran el servicio.
Volvió su atención a la mansión al final del callejón sin salida. ¿Estás ahí, Davy?
Contó seis cámaras exteriores de este lado. Ahí hay algo.
Los numerosos tejados a dos aguas que tenía la mansión ofrecían muchas
posibilidades. Ninguna de las cámaras que había descubierto cubría el techo, pero
los focos en el suelo lo sumergían en una profunda sombra. Usó las gafas de visión
nocturna pero se ajustaron automáticamente al brillo de los focos y no podía
entrever ningún detalle en las sombras que cubrían el techo. Los lugares que podía
observar con suficiente detalle estaban cubiertos por cámaras.
Necesitaba la luz del día.
Volvió al foso a guardar los prismáticos, gafas de visión nocturna, y su ropa
oscura. De cintura para abajo sólo llevaba ropa interior. Pensó en el apartamento y
saltó allí, conteniendo la respiración.
Aunque las puertas estaban todavía cerradas y no había rastro de la anestesia,
estaba claro que no se había recuperado. Cogió toda su ropa interior y la dejó
dentro de la cesta de la ropa en el cuarto de estar. Miraba a su alrededor
preguntando si debería coger algo más cuando vio la nota.
Davy tenía una letra terrible, era totalmente característica y la identificó al instante.
Lo cogió y volvió a saltar al foso.
Miró fijamente el papel, intentando leer las palabras con la cabeza ladeando de un
lado a otro. Sintió un zumbido en sus oídos y sus labios estaban secos y se los mojó
con su lengua. Cogió un recipiente de plástico y lo sostuvo debajo del grifo del
fregadero pero no se dio cuenta que lo había llenado hasta que le agua corrió a
través de sus dedos y salpicó el suelo. Cerró el grifo
Está vivo.
El vaso cayó de entre los dedos de Millie, rociando agua a través del suelo y el
ruido resonaba haciendo eco. Cayó de rodillas y se puso a llorar.
Está vivo.
Realmente nunca pensó en las alternativas pero era obvio que una parte de sí
misma lo había considerado seriamente. Los sollozos eran inmensos, un gran dolor
se liberó porque no tenía por qué contenerlo durante más tiempo.
Está vivo.
Varios minutos después pudo parar y leer comprensivamente la información que
contenía en la nota.
ES IMPORTANTE QUE QUEDES LIBRE.
Bueno sí
EVITA A LA NSA. VE A ESCONDERTE
Davy nunca había confiado en la NSA, pero sabía algo más ahora ¿igual que ella? y
¿realmente esperaba que ella se quedara sentada sobre su propio culo sin hacer
nada?
HAN IMPLANTADO UN DISPOSITIVO QUE ME CATIGA SI VIAJO FUERA DE
LUGARES ESPECÍFICOS PERO CREO QUE PUEDO ENTREGAR ESTA NOTA.
Sólamente como Padgett. Bueno, quizás no sólo como Padgett. Ese dispositivo
parecía más para que Padgett no hablase. Pero apostó que era un simple
estimulador de nervios. Y aparentemente podía entregar la nota. ¿A qué precio?
Recordó a Padgett vomitar en el fuego y se estremeció. Estaban determinando a
Davy, pensó. Así que pudieron usarlo.
¿Para hacer qué?
Por primera vez desde la desaparición de Davy quedó dormida sin esfuerzo y
cuando se levantó, se quedó ahí durante un momento y sonrió. Puso un cartón
grande encima del mostrador del apartamento, donde antes Davy había dejado
una nota en ese sitio.
ESTOY A SALVO. PUEDO SALTAR. ¿ESTÁS ESCONDIDO EN LA GRAN CASA
DE MARTHA'S VINEYARD? ESTARÉ AQUI A LAS 6 PM HORA CENTRAL
CADA DÍA. TE QUIERO.
Había un guardia en la puerta de la Armería de la Guardia Nacional Stillwater
pero el edificio en sí estaba bien cerrado y desocupado.
Llevó a Millie un tiempo encontrar el equipo de protección químico y biológico; las
máscaras de gas, trajes de protección y lo que realmente le importaba: los
botiquines de antídoto contra el Agente Nervioso Mark I. Escamoteó cuatro
autoinyectores de antropina fuera de los cuatro botiquines, y puso las cajas de
espuma vacía y los inyectores 2-pam sobrantes en el foso. No quería dejar los
botiquines incompletos en la armería donde, Dios no lo quiera, alguien debería
necesitarlo algún día. Tampoco quería que nadie topara con el 2-pam; que sólo
esperaba la combinación errónea de pulsaciones para que se envíe la aguja a través
de la confiada piel de alguien como una impresionante serpiente. La atropina la
puso en un paquete y se lo colocó sobre la cintura.
Su siguiente parada era el interior de una casa adaptada para el invierno en Great
Pond Lane. Se quedó tras las ventanas y miró a través de los prismáticos hacia
Driftwood Hall.
Había más cámaras de seguridad que las que vio la noche antes. ¿Por qué no las
había visto?
Estudió sus posiciones, colocadas cerca de las ventanas. Ah, se perdían tras de
focos de calor.
Había una esquina a la sombra que parecía estar bien, donde una buhardilla
sobresalía del inclinado techo principal. Miró fijamente el ángulo gris oscuro. Tejas
de fibra de vidrio, igual que las que Papá puso en su techo. Deberían ser arenosas
al tocarlas y dependiendo de su edad, podía oler como asfalto, especialmente
cuando están calientes. A pesar de la inclinación, no tendría problemas para
aguantar la posición. Quería moverse muy despacio, para que nadie en la
habitación de abajo oyera sus movimientos.
Llevó comida rápida al apartamento y comió allí, cerca de la señal, cerca del lugar
en el que Davy había dejado su nota.
Puede que vuelva en cualquier momento.
Su rostro tenía un aspecto triste y lamentable en el mostrador. Mientras masticaba
la comida cada crujido del envase del sandwich, cada sabor en sus labios,
resonaba en los muros y en las baldosas y la hizo sentir completamente sola.
-Podría ser-, dijo en voz alta. Sonó aún más difícil hablar en voz alta.
Quería estar en contacto con Becda Martingale. Quería comprar algún spray de
pimienta. Quería tomar una ducha en el baño de la casa en Santa Fe. Pero se
encontró a sí misma sin querer moverse, sin querer dejar el sitio.
-Esto es ridículo.
Saltó a una farmacia 24 h en un barrio en los suburbios de Virginia en D.C. - la que
estaba cerca del Comfort Inn donde entraron con una patada a la puerta mientras
estaba en el baño. Agarró un envase de polvo de talco de la repisa y lo deslizó a
través del mostrador. El cajero lo escaneó y dijo, -Dos con cincuenta y trés-, Millie
le tiró un billete de veinte y corrió hacia la puerta. -¡El cambio!-, el empleado gritó
a Millie. Millie gritó apenas volviendo la vista atrás, -¡Quédatelo!-. Saltó de vuelta
al apartamento tan pronto como salió por la puerta.
Él probablemente no ha estado allí en los setenta segundos que ha estado fuera.
Probablemente. Nunca pronunció palabra que la llenara tanto de dudas.
Sosteniendo el talco con el brazo extendido, lo esparció sin ningún orden,
dejándolo caer de modo uniforme sobre los azulejos antes de marcar sus huellas.
Luego dió varios pasos hacia atrás y repitió el mismo procedimiento en una
superficie más pequeña. Lo atravesó y volvió para estudiar el resultado.
Sus pisadas eran claramente evidentes en el talco, como pisadas sobre el polvo.
¿Y si salta a alguna otra parte del apartamento?
Con un gran esfuerzo de voluntad se abstuvo de salpicar talco en todo el suelo de
la vivienda, pero cuando regresó al foso, esparció algo allí también.
Saltó directamente el buzón de voz cuando llamó al número de Becca Martingale y
Millie colgó antes de que sonara el tono del mensaje. Podría estar al teléfono.
Podría estar en una reunión. Podría estar fuera del alcance del repetidor más
cercano. Veinte minutos más tarde seguía igual. En el próximo intento, después de
cinco minutos más, Becca respondió.
-Soy Millie. ¿Alguna novedad?
Había una gran indecisión y Becca dijo, -Lo siento, Judy, sé que dije que prepararía
una cita, pero lo haré más tarde. Ahora mismo las cosas están demasiado agitadas
como para un corte de pelo.
Millie parpadeó. -No puedes hablar ahora mismo. ¿Dentro de una hora más o
menos?
Becca estaba poco convencida. -¿En media hora tal vez?
Probablemente.
Millie miró el reloj. -Son las siete. Te llamo en 23 ó 30 minutos.
-De acuerdo. Adiós
Colgó.
Millie volvió al apartamiento. No había ninguna pista en el talco. Cruzó el pueblo
de un salto hasta la zona de la Universidad y encontró una tienda especializada en
alarmas, cerraduras y dispositivos personales de seguridad.
-Lo mejor es la espuma de pimienta-, dijo el empleado. Le permite saber si estas
golpeando a tu objetivo, se queda pegado y hay menos riesgo de que se vuelva
contra ti o que afecte a transeúntes inocentes.
La mostró un modelo más pequeño en el cajón, pero más cerca había un modelo
más grande. -Quiero ese.
-Va..vale. Ese es el modelo profesional para policías y carteros. Es un poquito
grande para el bolsillo.
-Yo tengo un bolsillo grande.
-Usted es el cliente
Compró dos.
Becca respondió a los dos tonos.
-Estoy en una reunión con mi jefe y su jefe. Parece que ahora que tenemos a
Padgett, el hombre quién disparó a unos de los nuestros, tenemos que suspender la
investigación.
El labio superior de Millie temblaba- En efecto. ¿Con dos secuestros en marcha?
-¿Qué secuestros?-, mera insinuación. -La señora Johnson probablemente volvió a
las calles como de costumbre y al igual que con Davy, la NSA dice que estaban
equivocados. Está en el extranjero, en una misión.
-¿Solo eso? ¿Lo abandonasteis?
-No, nosotros no. No si todavía sostienes que tu marido está secuestrado. Todavía
tenemos testigos de un restaurante y un agente muerto de la NSA. Y los dos niños
que vieron el asesinato.
-¡Qué! ¡Qué niños!
-¡Los que identificaron el ángel en la ambulancia. Vieron poner a Davy en la
ambulancia!
Becca guardó silencio un momento. -La NSA no nos dijo si había testigos del
asesinato en sí. Sólo nos dieron el ángel.
¡Ah! Millie le contó rapidamente la entrevista con la familia Ruiz y el análisis
posterior de la conversación por el Dr Henri Gautreau.
-Entonces la camarera, ¿uh? Es tan agradable que nos mantengan andando en
círculos.
-Me dijeron que te contarían lo que necesitaras saber.
-Oh,sí. Eso lo he oído antes. Mierda. Así que, sí, tenemos muchas razones para
mantener la investigación abierta. Mi jefe mandó un mensaje de vuelta a sus
mandos, estaba a punto de jubilarse y no tendrá problemas económicos incluso si
dilapidan su pensión. Amenazó con ir directamente a la prensa si le aprietan las
clavijas.
Los ojos de Millie se humedecieron. -Bien por él.
-Sí, - no es malo para ser un hombre. -Y sobre los progresos , cuéntame.
-¿Qué dices?
-Todo lo que tenemos es negativos. Según dicen Bochstettler y Asociados, Padgett
fue despedido hace meses según el papeleo que nos enviaron. Seguimos los
movimientos de la tarjeta de crédito que nos distes y procede de una cuenta con
nombre falso que se abrió hace tres meses con dinero en efectivo. Los carnets de
identidad eran extranjeros, pero de buena factura, incluso con soporte oficial en el
caso del permiso de conducir. Su apartamento en D.C estaba amueblado, pero
parecía haber sido usado como si fuera una habitación de hotel. Los matones a las
órdenes de Padgett no sabían nada aunque señalaban a Padgett como quién los
controlaba y les pagaba. Deseaban hablar sobre las cosas que han hecho por él,
pero son cosas anteriores con excepción de los días en los que te estuvieron
siguiendo, es irrelevante-. Respiró profundamente. -Pero tú, querida, dijiste que
tenías algo, pero no querías descubrir a nadie.
-¿Descubrir a alguien? ¿En realidad dijiste eso? no puedo creer que en realidad lo
dijeses. Nunca dije eso.
-Demándame. Es lo que querías decir.
-No me importa si huyen. Solamente no quiero que se lleven a Davy ... o algo peor
-No es lo habitual en un secuestro. No pueden usarle si está muerto.
-No pueden hacerle nada si lo traigo de vuelta antes de que sepan que les sigo la
pista.
-¿Estás tan cerca?
Millie se mordió del labio. -Sin comentarios.
-¿Y si te matan? ¿O te capturan? Sé lo que puedes hacer, pero es igual de cierto que
David también lo era, ¿verdad? Y le cogieron. ¿No deberías tener algún apoyo? ¿Es
éste tu teléfono móvil, verdad?
-Si
-¡Jesús! Soy tan idiota. Si quieres hablar conmigo, me encontraras dónde te dejé la
última vez.
-En el...
-No lo digas. ¿Cuanto tiempo?
-En 45 minutos.
-Estarás vigilada, pero no pasará nada-. Millie colgó el teléfono y se marchó
rápidamente.
Todavía no hay huellas en el talco.
Encontró una sala de espera en la segunda planta del Hospital Universitario
George Washington que dominaba la acera de la Avenida New Hampshire, donde
dejó a Becca la noche en que Padgett murió. El sol brillaba y las ventanas lo
reflejaban así que imposible verla.
Becca entró en un coche con matrícula oficial y siguió conduciendo. Millie la cogió
sin previo aviso, saltando directamente a la parte de atrás. Fue tan rápido que el
grito sofocado de Becca vino sólo después de que Millie la soltara en el foso.
-¡Deberías advertir a las chicas!-. Rebeca miró a su alrededor, adaptándose a la
tenue luz. Caminó hasta tocar el techo de piedra y luego miró hacía la pared de
piedra de mampostería en crudo y las ventanas.
-¿Dónde estamos?
-Este es nuestro lugar, de Davy y mío. Nuestro lugar privado. Está un poco
desordenado ahora mismo.
-Pero ¿dónde está?
-Bueno, en el hemisferio norte, pero me temo que eso es lo único que te puedo
decir-. Puso una piña sobre las brasas en el horno, dejando la puerta abierta. -
¿Quieres un té?
Becca parpadeó. -¿Por qué no?. ¿Por qué hay talco en el suelo?
Millie miró. El talco marca las huellas. -Ya te lo dije, este sitio es un desastre-.
Rodeó el talco para poner la olla en el quemador de propano y entregó la nota de
Davy a Becca.
Becca se dejó caer en la silla grande del rincón de lectura y sacó un par de gafas
para leer. Las levantó, mirando la nota a través de ellas, y luego volvió la cabeza
hacia arriba, con ojos abiertos. -¿Ha estado aquí?
-En nuestro apartamento, en Stillwater, pero aquí también, creo yo. Había un
charco de agua aquí dónde no debería haberlo.
-¿Un implante? ¡Como Padgett!
-Sí. Igual que el que mató a Padgett.
Becca se puso las gafas para releer la nota. Miraba la nota sin comprender,
mientras su mente funcionaba rápidamente. Hizo un gesto a Millie en la encimera.
-¿Qué gran casa en Martha's Vineyard?
Millie inclinó la cabeza hacia un lado. -¿Qué harías si te lo digo?
-¿Dónde está?
-No lo sé. Pero seguí una pista de Bochstettler y lo comprobé. Es como una
fortaleza fuertemente vigilada y está al Nordeste, las ambulancias, ¿a que sí? Y
dijiste algo sobre de Hyacinth Pope de viaje de vuelta a Logan. Podría estar
conectada con Vineyard.
-¿De quién es la casa?
-Una vez más, ¿qué vas a hacer?
-¿Qué quieres que haga?
-No levantar la presa.
-No puedo creer que hayas dicho eso.
-Demándame. Estoy dispuesta a decírtelo, en caso de necesitar apoyo, pero no
quiero que vayas hasta que tenga a Davy.
-¿Y cómo te las vas a apañar con el implante?
Millie se mordió el labio y decidió no mencionar el robo de la atropina. Detrás de
ella, la tetera comenzó a silbar. Dijo, -tengo que encontrarle primero. Pero estoy
trabajando en ello.
-Así que no tienes pruebas de que Davy esté en esa casa, ¿verdad?
-No es suficiente. No podrías obtener una orden judicial, aunque fuera sólo un tipo
ordinario y por lo que yo sé, no lo es en absoluto.
-Está bien. Os dejaré solos a menos que no volváis.
-Podría significar su vida, Rebeca.
-Extrañamente, lo sé. Lo que me preocupa eres tú. No tienes exactamente la
formación para ésto. ¿No crees que podrías estar poniéndole en peligro o a ti
misma?
Millie saltó los 3 metros que las separaba, apareciendo a unos centímetros de la
cara de Rebeca, como lo hizo la noche que espantó a Padgett del balcón, sólo que
no gritó. Sin embargo, sería mejor que Becca no estuviera en un balcón. La silla
habría caído si no hubiera estado cerca de la pared. Millie saltó de nuevo a la
tetera.
-Tienes que admitir que tengo ciertas ventajas.
-¡Casi me meo encima!
Millie cogió las tazas. -¿Me lo prometes?
-Juro sobre la Biblia. No me moveré a menos que que no vuelvas. Pero no voy a
saber si no vas a volver a menos que me avises antes de entrar.
-Genial-. Millie respiró hondo y exhaló, y luego dijo, -La casa se llama Mansión
Driftwood y está en Great Pond Lane, en la costa sur, cerca de Edgartown-. Sintió
como si se quitara un peso de encima. La carga compartida, es menos carga.
Becca sacó un cuaderno y escribió la dirección. -¿Y a quién pertenece?
-Lawrence Simons.
La pluma de Rebeca se congeló. -¡Oh, mierda!
Millie finalmente puso la tetera fuera del fogón. -Bueno, al menos has oído hablar
de él.
El talco no se había alterado en ambos lugares, cuando regresó de dejar a Becca
cerca del Interrobang. Su gran deseo era quedarse por ahí y esperar. Sentada en mi
culo.
En cambio, localizó una lavandería a varias manzanas de su apartamento en
Stillwater y llevó toda su ropa sucia allí.
Seguía saltando de nuevo al fosi y al apartamento para comprobar el talco, por lo
menos no estaba sin hacer nada, inmóvil. Estaba orgullosa de sí misma, de su
tenacidad y fortaleza, pero cuando toda la ropa se había secado, saltó de nuevo al
apartamento para doblarla.
No estás engañando a nadie.
Saltó a la terraza al atardecer, cuando todavía podía ver algo a través de los
prismáticos. Llevaba su traje de ninja y se pegó contra las baldosas, casi de
inmediato los focos se encendieron, abajo, como si reaccionaran con su presencia,
pero rechazó la idea. Debía estar lo suficientemente oscuro a nivel del suelo para
disparar la célula fotoeléctrica que controlaba las luces. En la sombra que arrojaban
se sentía casi invisible.
Entonces, ¿por qué mi corazón late tan fuerte?
El aire estaba fresco, pero el techo estaba caliente al tacto, el calor residual del sol,
o, más probablemente, el horno de la casa. Estaba allí, sombra dentro de una
sombra, como el cielo cuando se oscurecía en tonos de gris-azul. Volvió la cabeza y
apretó el oído contra la superficie, cerrando los ojos. Se oía un zumbido,
probablemente sería la calefacción central que estaba en el ático. No oyó ninguna
voz pero de pronto oyó algo que podría ser una puerta cerrándose a la distancia.
No sabía si era en su piso o más abajo.
Saltó de nuevo al foso, despojándose del pasamontañas. En el momento en que
salió de allí un aire frío la recorrió de manera agradable, pero su cuello estaba
empapado en sudor.
Quería volver, para entrar en la casa, pero era demasiado pronto. Los residentes
estarían activos, atareados con la cena y la sobremesa. Cuando vio los sirvientes
salir la noche antes, era después de las nueve. Esperaría una hora antes de ir.
Se quitó la ropa oscura y la colgó, después bebió agua del grifo y salió al balcón.
Aquí, dos zonas horarias al oeste, el sol todavía estaba arriba, aunque bloqueado para Millie por la cresta suspendida sobre ella. El cielo era todavía azul cristalino,
con alguna estela de vapor dibujada a través de él como si fuera una puñalada. Su
piel se enfrió de inmediato y una brisa le acarició el pelo. Inconscientemente, no
hacía ni un momento, se dio cuenta de que estaba de pie fuera, en bragas y
sujetador.
¿Y qué? Nadie la podía ver.
Y ése era el problema.
Se estremeció, volvió adentro y se envolvió en una manta. Dejó la puerta abierta y
encendió un fuego en la cocina, disfrutando de la combinación de aire frío y el
calor de los fogones.. Mantuvo su mirada sobre la encimera. Eran cerca de seis en
su zona horaria, pero, de la misma forma que por mucho mirar no crece la hierba,
Davy no había aparecido.
A las nueve y media se puso de nuevo el traje oscuro, volviéndose a poner el
pasamontañas, y se puso la mochila con la atropina y espuma de pimienta. La
presión de la banda le hizo consciente de su vejiga. Utilizó el baño que había al
final de la casa. Cuando salió de nuevo hubo un parpadeo junto al mostrador, y
por un momento pensó que había visto a alguien, pero no había nadie allí.
Ilusiones.
Cuando fue a buscar las gafas de visión nocturna de la estantería, había huellas en
el talco.
Dos pisadas, izquierda y derecha, desnudas. De espaldas a su rastro, ¡maldición!
Lo había visto. La había visto, ¿saliendo del cuarto de baño? ¿Había huido de ella?
Esperó otros cuarenta minutos, mirando el lugar donde había visto las pisadas,
entonces maldiciendo, cogió las gafas de visión nocturna.
Llamó al móvil de Rebeca desde un teléfono público en Crystal City, las gafas de
visión nocturna escondidas bajo el brazo, el pasamontañas alrededor de su cuello
como un pañuelo arrugado.
-Martingale.
-Voy a entrar.
-¿Llámame después?
-Sí.
El techo crujió cuando apareció de nuevo ante ella, a la sombra del frontón.
Contuvo la respiración y se quedó inmóvil, mirando hacia arriba, escuchó como un
guardia se acercaba. Las estrellas brillaron en la fría noche, distantes, como ojos
indiferentes.
Cuando se movió, pensó, como los glaciares deslizándose. Sin movimiento
aparente de cerca, pero cubriendo grandes distancias a lo largo del tiempo. Es
mucho mejor errar de precavida. No habría una segunda oportunidad.
Le tomó media hora moverse un par de metros en el borde de las ventanas
abuhardilladas. Nunca se movía más de una pulgada cada vez, descansaba un
poco y se ponía a escuchar entre movimiento y movimiento. Hacía frío y una brisa
helada surgió cuando el sol se había puesto, aún así sudaba.
Los focos abajo en el suelo proyectaban sombra sobre el canalón a lo largo de la
ventana, iluminando el pico de la buhardilla, y por encima de la parte superior del
marco de la ventana, pero no a los propios cristales. El interior de la habitación era
pura oscuridad. Bajó la gafas de visión nocturna por los ojos y, protegiendo las
lentes de la luz con las manos, miró a través del cristal.
Persianas. Cerrado.
Examinó la ventana, era antigua. Cuando tiró de ella, no se movió.
Tal vez había tres pies de tejas inclinadas entre la ventana y el borde del techo. Lo
miró y decidió dar la vuelta en vez de ascender por la inclinación del techo por la
parte superior de la buhardilla, luego, se dirigió a la otra ventana. Incluso se dio la
vuelta para volver a hacerlo, pero se detuvo.
¡Idiota! Puedes teletransportarte, ¿recuerdas?
Estudió la siguiente ventana y saltó a través de la brecha algo más de tres metros y
medio más allá. Esta ventana también estaba bien cerrada, pero las persianas se
habían levantado. La habitación estaba iluminada por una fina línea de luz que
salía de debajo de la puerta, era como el sol del mediodía para las gafas de visión
nocturna, dejando ver un pequeño dormitorio. Había una cama doble debajo de la
ventana, un escritorio en una pared, un armario enfrente y una cómoda con un
televisor al lado de la puerta en el lado contrario. La cama, aunque estaba hecha, tenía un pliegue en ella, como si alguien hubiera estado tumbado encima de las
sabanas.
Podría volver en cualquier momento.
Saltó dentro y apoyó la oreja en la puerta. No oyó nada, ni huellas, ni voces, sólo el
ligero zumbido de la calefacción central. Miró dentro del armario. Ropa de mujer,
en su mayoría semi-informal, con uniformes de limpieza con vestidos grises y
delantal blanco. El cajón superior del aparador tenía sujetadores, bragas, medias,
camisones, y dos cargadores para una pistola automática de 9 mm.
Olvídate de las camas y sal a la luz.
Sacó el espejo de dentista, se quitó las gafas de visión nocturna, y abrió la puerta al
pasillo.***
Holaa✌, lamento la demora, pero aquí está, voy a subir los caps mucho más seguido, pero por consiguente tendrán una que otra falta de ortografía o de transcripción, cualquier problema ya muy notorio me avisan en la caja de comentarios y lo arreglaré, gracias por leer :)
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Reflex - Steven Gould
Fiksi RemajaDavid "Davy" Rice,ya ha estado diez años escapando de el gobierno y viviendo con Millie en su cueva de Texas , pero nuevamente aparecerán problemas ,y unas nuevas habilidades para Millie que lo conllevarán a correr riesgos que podrían atentar contra...