Todo Termino.

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Capítulo 10: Todo termino.

Poco a poco voy perdiendo la conciencia. El dolor es interminable cuando hago un mínimo movimiento. Me quedo quieta por unos segundos eternos. Entonces comienzo a perder mis sentidos, cierro los ojos y descanso aun sabiendo que estoy en peligro de morir a manos del alpha.

Siento como unos brazos me sostienen, percibo que no es mi atacante pues aquellos brazos me tratan con delicadeza. Intento abrir mis pesados parpados para mirarlo bien. Fue en ese momento que una sonrisa borro toda la preocupación que había sobre él. Edward estaba conmigo, vino a rescatarme de aquel Crato.

— Es un alivio que aun estés con vida. Has perdido mucha sangre. —Vuelve a sonreír.

— ¡Donde esta?

— No te preocupes él ya está muerto.

— En que momento...

— Te desmayaste por unos minutos, ya todo está bien. —acaricia mi rostro con dulzura. Y lo agradezco.

— ¿Tu no estas lastimado?

— No, yo...

De pronto, me dejo caer de sus brazos. Lo mire asustada, sus cuerpo sangraba y entonces cayó al piso. Aquella rara extremidad del Crato lo atravesó por el estómago y entonces el murió rápido. Grite porque no pude ayudarlo. Llore porque lo quiero.

Entonces abrí mis ojos.

Asustada, intente levantarme y volver a atacar a pesar del inmenso dolor en todo mi cuerpo. No permitiría que esa ilusión de mi mente se hiciera realidad.

— Tú tienes mucha fuerza de voluntad. —se burla de mi aquella voz grave y escalofriante.

— No sabes cuanta... —utilizo mi última arma para atacarlo: los explosivos no serían suficientes para matarlo, pero si para mantenerlo lejos mientras intento ir fuera.

Los explosivos creados por los cazadores, están programados para explotar en un tiempo determinado, así que me limitaría en correr durante unos cinco segundos después de ser activados.

Los lanzo a mi enemigo. Escapo de esa cabaña abandonada aun con mi perna lesionada y mis costillas rotas.

Escucho como algunos cristales son destruidos por la explosión, algunos llegan a atravesar mi piel. Resisto el dolor y sigo corriendo. El estruendo de los explosivos hace que mis oídos escuchen un extraño subido que molesta mis sentidos y me impide racionar. Llego hasta el tronco de un árbol a apoyarme de alguna manera, miro a mi alrededor para asegurarme de que él no se acerca.

Busco entre mis escasas armas unas pastillas que nos hacen recobrar un poco de nuestra energía, pero demora en hacer efecto, Así que tendría que soportar un poco más.

Escucho pasos a mí alrededor. Miro a todos lados pero no alcanzo a distinguir a nadie. El sol comienza a ocultarse por el horizonte y por primera vez en mi vida le tengo miedo a la noche oscura. No quiero cerrar los ojos, pero lo hice por temor.

Unas manos tibias acarician mi rostro. Su toque el delicado, desliza sus dedos por mis mejillas también pasa su dedo pulgar por mis labios. Abro mis ojos lentamente. Mi ángel vino a ayudarme con el enemigo. Mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, nunca me había sentido más aliviada.

—Es hora de volver. Tenemos que escapar ahora —susurra muy bajo.

— Solo por esta vez... quiero matarlo pero ya no tengo fuerza.

— Ya nos encargaremos después. Ahora vamos a un lugar seguro. —asiento. Me pone sobre sus brazos y besa mi frente. Si no es por él y sus labios hermosos no me percato de que tengo sangre por todo mi rostro.

Bella CazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora