1.4-Sangre derramada

353 11 2
                                    



Hacía frío, de esos que hasta el más caliente preferiría llevar guantes y bufanda por si acaso, de esos que daban escalofríos de vez en cuando y hacía sentir como un muerto, uno real, exceptuando que se está con vida. Así mismo, el cielo estaba despejado, no se podía apreciar ninguna blanca nube, pero sí el negro y lúgubre cielo de la mañana, acompañando el sentimiento del frío muerto. Abajo del mismo, la zona era clara e intensamente iluminada por el rojo vivo y el azul calmo, este menos acentuado, mientras la calle era delimitada por la larga y lisa línea amarilla, pobremente sostenida, que por más que no hablara ni hiciera gestos, daba el perfecto mensaje de "no pasar", pero eso no detendría a unos cuántos ojos curiosos, y, en este caso, tampoco detuvo algunos de ellos mojados.

Eran apenas las 7:11 de la mañana, y el pavimento que alguna vez fue gris, destrozado y monótono, había cambiado sus características a uno rojo carmesí terrorífico. Fue totalmente "pintado" con el "pincel" que salía del centro del mismo, como queriendo destacar del acontecimiento, queriendo pasar del importante, diciendo algo así como "admiren su trabajo, polis", o "miren cuán lejos han llegado". Esta posible declaración (pensamiento, más bien) molestó mucho a Rob, puesto que era él quién dirigía todos los casos de homicidios, terminados o no, y temía que fuera de ese "caso" en especial. De ser así, el pensamiento que tuvo, cuadraría perfectamente, es más, sería el titular de su obra maestra. Por estúpido que pareciese decidió pensar si podía agregar el nombre de "El Artista" al sospechoso.

Los forenses ya habían llegado y examinado lo que pudieron de la zona, a Rob le gustaba más así ya que si se pasaban algo importante por alto él estaría presente para que no metieran la pata, pero, así de "avanzados" como estaban, sería mejor dicho que no terminaran de meter el cuello.

Un oficial cubierto con una gruesa campera negra y colgando de una densa bufanda ya tenía el "título", y el informe en sí, así que procedió:

—Buenos días, señor.

Dijo con una voz un poco ronca mientras se pasaba el dedo debajo de su roja y fría nariz.

—¿Qué tenemos?

Replicó firme e inmediatamente, sin pestañear observando la escena con algo así como dolor, pero dolor en el orgullo y la culpa, queriendo información lo más rápido posible. El oficial lo miró con un poco de sorpresa, pero entendió. Asintió y acto seguido bajó la vista por un momento hacia la tabla que sostenía un par de hojas y cambió el tono por uno más serio. Aclaró su voz y siguió:

—Perfil de la víctima: Mary Ann Jenner, veintiún años, estudiante de universidad ejemplar y presidenta del comité. Hora de muerte rondando las doce horas del pasado día, en la noche. Causa: múltiples trazos hechos sobre el cuerpo desnudo, incluyendo varios despegues de piel dejando varias zonas del interior del cuerpo al descubierto y expuestas, como cara levemente desfigurada. Arma homicida...

—Un claro estoque francés de 1772, con diseño de león, ¿no?

Se apresuró a decir con exactitud.

—Sí...señor.

Respondió sin ningún indicio de sorpresa, ya conocía la capacidad de deducción del jefe, por lo que continuó preguntando.

—¿Testigos?

—Ninguno, a esa hora todos estaban al otro lado de la ciudad en la fiesta del aniversario de Nueva York, ni un alma pasó por aquí, y, al estar en construcción, las cámaras no estaban habilitadas.

Suspiró con poca gana. Estaba recibiendo más de lo que quería, comenzando con un asesino que, planeaba sus cosas detalladamente para no dejar ningún error, o simplemente había tenido muchísima suerte tanto en un lugar despejado, como por qué lo estaba ese día. Como si saber que el asesino era mucho más astuto de los que había estudiado en su larga vida, que las cámaras estuvieran deshabilitadas lo colmó, no encontraba un punto en la estupidez humana que tuviera justificación, pero ya había aprendido a convivir con ella tiempo atrás. Dejó de pensar en ello y siguió:

— ¿Sospechosos?

—Ninguno, al parecer la chica se llevaba bien con todos.

Esto le llamó un poco la atención, ya que, bueno o malo, santo o demonio, todos se llevaban mal con alguien, por más que fuera muy poco, como un par de indirectas de repugnancia o arrogancia, desprecio tal vez, pero lo miraría más detenidamente luego, sin dejar de sorprenderle esto, claro está, así que siguió preguntando:

— ¿Rastros notables?

—Nada, según dicen los forenses está muy limpia como para llevarla al laboratorio.

—Así que, asumimos que fue...

—Así es.

Rob miró lentamente hacia todos lados, frustrado, sabiendo quién era el autor de tal cosa, al mismo tiempo, no teniendo ni la más pálida idea de quién era, queriendo encontrar el punto resaltante al que pudieran ir para conseguir algo de información, y así fue. No muy lejos había una mujer de unos cincuenta y tantos, llorando mientras sostenía un collar ensangrentado. Luego de mirar nuevamente a la víctima advirtió marcas en el cuello, de un collar, que coincidía perfectamente con el que sostenía la mujer. Se acercó a la dama y con tono amable se dirigió a ella con las manos en los bolsillos, que sacó al saludar, para sonar más amable y no echar leña al fuego, fuese lo que fuese por que estuviera llorando.

—Buenos días, señora.

Lo miró de reojo con mirada vidriosa. Seguido a esto con un poco de dificultad se limpió las lágrimas y contestó con voz quebradiza y muy suave:

—Buenos días, oficial, ¿saben...saben quién mató a mi hija? ¿Saben qué horrible monstruo se llevó a mi pequeña?

Quedó mirando buscando una respuesta, como si su vida tratara de que Rob contestara un sí. Ya con eso obtuvo más de lo que quería saber, más de lo que podría soportar ese día. Sabía que (evidentemente) era la madre de la víctima, que podría conseguir valiosa información de la misma, y que esa pregunta probablemente no pudiera ser respondida nunca, al menos no con un sí, por más que fuese mentira, pero, era lo mejor que tenía para calmar a la dolida mujer. Luego de pensar todo esto, respondió:

—Más o menos, si nos diera más información sobre su hija tal vez nos acercaríamos más.

Lo primero fue una horrible mentira, "más o menos" era en realidad "nada", como lo había sido por más de un año, y hace no mucho había pensado en eso, tanto en el departamento, mirando el tablero, como hace unos minutos, mientras el oficial le brindaba los detalles. Por otro lado, lo otro, no era tan incierto. Cualquier cosa que conectase con el Guante servía, ya no tenía nada y estaba casi, o del todo desesperado por atraparlo.

—Así que, ¿no le molestaría venir a verme a la comisaría, cuando encuentre su tiempo tenga fuerzas suficientes, por supuesto, a hablarnos un poco sobre su hija?

Con un nudo en su garganta, respondió un suave "sí", que alegró muchísimo a Rob, pero no era nada si no conseguían nada útil. La mujer se alejó hacia su auto, dejando solos a Rob y el oficial, quién, confuso, le preguntó:

—¿Más o menos, señor?

Sin despegar la vista de la mujer respondió:

—Con la suerte necesaria, así lo será.


El Espejismo #PremiosEmpireWhere stories live. Discover now