3.9-No olvides el billete

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Inglaterra, dos semanas luego de la derrota de Salamandra

—Veo que te has complicado la vida últimamente, Robbie.

Dijo con una voz algo ronca pero fuerte, mientras la enorme cobija color marrón le cubría el destrozado cuerpo al hombre, que estaba desplomado sobre el cómodo sillón de la sala.

—Siempre lo he hecho. La diferencia es que ahora está todo conectado. Y es tan molesto como un grano en el culo.

—Nunca he tenido uno ahí, a decir verdad.

—¿En ninguno de tus 266 años?

—Siempre llevando la cuenta. Y, no, no...¿Debería estar agradecido?

—Oh, ¡vaya que sí!

Ambos rieron, mas al bárbaro le interrumpió una tos bastante intranquila. La última guerra le había caído pésimo. Fue la única vez que estuvo a punto de morir. Desde entonces, ha estado bastante débil.

—¿Ya escogiste a tu sucesor?

Preguntó Rob casi de inmediato para intentar sacar al viejo de su molesta tos. Esto, al parecer sirvió, ya que respondió casi de inmediato, con bastante energía, a decir verdad.

—¡¿Sucesor?! ¿Qué dices? ¡Que se busquen ellos mismos el título!

—¿Entonces que harás? ¿Un torneo de comida? ¿El que trague más gana?

—¡Definitivamente no!. No quiero que Craig sea el que dirija nuestro pueblo. ¡Es una roca! ¡Nunca piensa!

—Oh, ¿y tú sí?

—Sabes a lo que me refiero.

—Sí, lo entiendo.

Hubo un silencio en la sala. El ruido que emanaba de la gran estufa del salón se hizo notar. Sin despegar la vista del vivo y hermoso fuego, Batair se dirigió, en forma tranquila y en total confianza a Rob.

—Oye...

—¿Sí?

—Sí sabes que puedes contar conmigo cuando lo necesites, ¿no?

Rob sonrió. Lentamente, dirigió la mirada al bárbaro, que permanecía inmóvil, mirando a la leña consumirse lentamente.

—Tenlo por seguro, viejo. A los pocos amigos que tengo, no los suelto por nada en el mundo.

Batair sonrió, pero intentó ocultarlo de inmediato. No era uno de esos que les gustara mostrar sus sentimientos. Lamentablemente, el grandote era demasiado sentimental. Rob lo notó, pero no se lo dijo para no herir su orgullo, así que siguió hablando:

—Uno, porque no quiero que mueran, como los otros. Dos; unos buenos amigos, como tú, cabeza hueca, son de lo mejor que me ha pasado en la vida, y vaya que he tenido bastante mierda en esta vida.

—Demonios, Robbie, me vas a hacer llorar.

—Bueno, no hay nadie en la sala, así que...

—Ah, qué demonios. ¡Ven aquí!

De un salto un poco torpe se levantó y se acercó a Rob para abrazarlo. De abrazo no tuvo mucho, puesto que dejó al pobre hombre más colorado de lo que el cálido ambiente le permitía. A pesar de esto, lo disfrutó plenamente. Recibir amor, para él era algo que muy pocas veces experimentaba. Además, venía de uno de sus incondicionales amigos. Es más, se trataba de Batair. Es decir, ¡Batair!

—Dolido por una guerra o no, la fuerza la conservas, ¿eh?

Bromeó mientras movía el brazo intentando ver si todavía le funcionaba.

El Espejismo #PremiosEmpireWhere stories live. Discover now