3.8-El ciclo de la muerte

36 1 17
                                    


—Fourier, te lo ruego, déjala ir. Ella no tiene nada que ver.

Sollozó Leo, ya casi de rodillas, sintiendo una impotencia enorme. Todos los obstáculos que había pasado en su vida, tanto psicológicos como físicos, que habrían derrumbado a cualquiera, él había salido airoso. Mas no pudo estar preparado para esto. Simplemente no podía soportarlo. Probablemente era uno de los pocos, o el único motivo para ser feliz que tenía en esta vida. El único motivo para querer seguir viviendo. Sin ella, todo acabaría.

—Pero mira qué patético te ves, Leonard. Un sucio perro que no se puede separar de su asqueroso hueso. Vamos, es sólo una mujer. Bueno, al menos me confirmaste que eras un puto traidor. No es que no lo sospechara. Te has portado demasiado bien conmigo. Nadie hace eso. De haberlo sabido, quizá hubiera funcionado. Aun así, aquí estás. Teñido en rojo, con lágrimas en la cara, y con nula esperanza. Amo esto, ¿tú no?

—¿Qué tengo que hacer? ¡Dime! ¡Sólo dime! ¡Pero no le hagas nada!

—Nicholas...

—¿Qué demonios?

Fourier se giró para ver de dónde provenía la voz, y se sorprendió al ver al viejo Pez levantando el arma de Leo y preparándose para disparar.

—Vaya, vaya. ¿Pero qué tenemos aquí? El viejo culo sucio tiene agallas. Lo que no tienes es cerebro, viejo asqueroso. ¿Acaso sabes por qué se le llama a esto escudo humano?

—¿Y acaso tú sabes lo que significa que te estén apuntando una pistola cargada? Me temo que no.

—Por favor, no lo haga. Se lo suplico.

Titubeó Leo, intentando evitar lo que parecía inevitable. No importa lo que pasase. Tanto como si el Pez disparaba o si Fourier le rebanaba el cuello, Chloé iba a morir. Sólo un milagro podría salvarle. Ese milagro, no iba a ocurrir, aparentemente.

—Lo siento, joven. Son ellos o nosotros.

Chloé dirigió la mirada a Leo. Acto seguido, mostró una pequeña sonrisita y le guiñó el ojo. Leo no entendía. Sabía que era fuerte. Pero, ¿sonreír y hacer eso antes de morir?

—¿Qué tanto miras?

Preguntó Fourier, sin mucha gana a Leo al ver la expresión de sus ojos detrás de sus lágrimas; de total confusión. En ese pequeño lapso Chloé asestó un duro golpe con su cabeza a la mandíbula de Fourier, que le permitió escapar. Mientras el hombre se revisaba la lengua, rápidamente la mujer tomó el cuchillo bajo su vestido y en un pestañeo le cortó un buen trozo de la misma al dolorido hombre, quién comenzó a tambalearse por toda la habitación rugiendo y pataleando como loco.

—Chloé...

Ya mucho más aliviado se abalanzó sobre la mujer y la abrazó con mucha fuerza, derramando lágrimas y dando gracias por todavía tener a su mujer viva, y no estar sosteniendo un frío e inanimado cadáver.

—¡Hijos de puta!

Gritó demasiado enfurecido el hombre de una forma muy graciosa por su terrible enunciación, debida a la falta de una buena porción de su lengua, la cual se encontraba desplomada en el suelo, esparciendo sangre por todos lados y dando una impresión bastante asquerosa para cualquiera. Con una mirada que no demostraba más que deseos de verlo morir, apuntó el arma y no dudó ni un segundo en llevar su dedo al gatillo y presionarlo. Leo, por su parte, se preparó para el disparo sosteniendo a Chloé con fuerza y girando sobre sí mismo para dar la espalda a Fourier. En caso de que se disparase, que le diera a él.

El Espejismo #PremiosEmpireWhere stories live. Discover now