Capitulo 34

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  Zayn salió lentamente a la superficie desde la profundidad del placer puramente físico, luchando por pensar con claridad. La fuerza de lo que acababa de experimentar lo había dejado
débil, con la sensación de estar fuera de su cuerpo, desconectado de sí... Era muy consciente de su cuerpo como no lo había sido nunca. Sentía el calor do, su sangre fluyendo por sus venas y los latidos de su corazón.

De pronto desapareció la confusión y se impuso la realidad. Se quedó rígido, avergonzado de sí mismo. Había perdido el control, algo que no le había ocurrido nunca. Nunca había sido tan imperativo que se mostrara gentil y en lugar de ello la había tomado como un animal, pensando solo en su placer, en la conquista y posesión de su cuerpo sedoso.

___(tn) yacía bajo él, en una especie de inmovilidad desesperada, como si quisiera evitar atraer su atención. Su corazón se contrajo de dolor.

Dejó a un lado el tema de su virginidad y se
concentró en la tarea de devolverle la confianza. Si la dejaba marchar ahora, no podría volver a acercarse a ella nunca más. Seguramente estaba muerta de miedo. Y con razón.
Le había mostrado pasión pero sin placer. Solo había conocido dolor; y si no conseguía equilibrarlo con placer, la perdería. Una sensación de pánico lo embargó. Una parte de su cerebro permanecía clara. Sabía cómo llevar a una mujer al orgasmo en una variedad de formas: deprisa o despacio, con la boca, las manos o el cuerpo. Podía satisfacerla gentilmente con la boca, y quizá sería lo mejor, pero su instinto lo rechazaba. Tenía que darse prisa, antes de que ella se recuperara lo suficiente para combatirlo, y tenía que hacerlo del mismo modo en que le había causado el dolor.

Quería que encontrara placer en su cuerpo para que no odiara la penetración.

Su miembro viril seguía duro, y empezó a moverse despacio.

___(tn) se tensó y le empujó el pecho, como para apartarlo.

—No —dijo Zayn con voz ronca—. No voy a parar. Sé que ahora te hago daño, pero antes de retirarme conseguiré que te guste tenerme dentro.

Lo miró confusa. Pero no dijo nada, y él la abrazó y ajustó sus posiciones para que pudiera tener la mayor sensación posible. Sentía los muslos de ella temblar junto a sus caderas.
Respiró hondo.

—Puedo darte placer —le prometió con gentileza, cubriéndole los labios de besos—. ¿Confías en mí, ___(tn)? ¿Por favor?

Ella seguía sin decir nada, no había dicho ni una palabra desde que pronunciara su nombre al principio.

Zayn vaciló un instante; luego ella se abrazó a su cuello y Zayn sintió alivio ante aquella muestra de confianza.

___(tn) cerró de nuevo los ojos, preparándose para volver a soportar el uso doloroso de su cuerpo. En ese momento no podía hacer otra cosa; no podía pensar ni actuar, solo soportar. Quería hacerse una bola y llorar de dolor y decepción, pero no podía.

Esta indefensa, con el cuerpo invadido; dependía de la misericordia de él, que parecía no tener ninguna.

Al principio solo hubo más dolor. Pero luego, de pronto, el movimiento de las caderas de él la hizo arquearse con algo que no era dolor, aunque sí igual de agudo. No hubo preparación previa, solo aquella sensación que la hizo gritar.

Zayn volvió a repetirlo y ella descubrió, con un gemido,
que tenía aún menos control sobre su cuerpo del que pensaba.

Oleadas de calor la inundaban hasta que tuvo la impresión de que todo su cuerpo brillaba.

Se abrazó a los hombros de él y le clavó las uñas en la espalda. Zayn le levantaba las nalgas, moviéndola, acunándola hacia delante y atrás, y cada pequeño movimiento le causaba explosiones de placer. Tenía la sensación de ir viajando por una montaña rusa interior hacia un punto que no podía ver, pero que deseaba alcanzar. El la empujaba más y más a cada movimiento, hasta que ella jadeaba desesperada y sollozaba contra él. Y entonces llegó al otro lado y gritó con fuerza.

Se estremecía, intentaba fundirse en el cuerpo de él, tan destrozada por el paroxismo del dolor como antes por el del placer. Zayn se mantenía inmóvil, apretando los dientes, pero la succión frenética de los músculos internos de ella era más de lo que podía soportar, y cedió con un gemido. Algo lo impulsó a no moverse, a dejarla disfrutar de su placer sin entrometerse con el de él, y eso intensificó aún más la sensación. Se oyó gemir de nuevo y se derrumbó pesadamente en sus brazos.

___(tn) yacía debajo de él, más confusa que nunca. Las exigencias de él, la sucesión de dolor y placer, la habían dejado exhausta; tal vez se adormiló; gimió cuando él se retiró, pero no abrió los ojos.

Una luz brilló sobre sus párpados. Se encogió para huir de ella, pero Zayn la inmovilizó.

Se sentó a su lado y le separó los muslos con firmeza.

___(tn) emitió un gemido de protesta e intentó levantarse, pero no pudo.

—Calla —susurró Zayn—. Déjame ponerte más cómoda. Dormirás mejor.

Una esponja mojada tocó sus muslos.

Zayn lavó con ternura la evidencia de lo que habían hecho y la secó con una toalla suave.

___(tn) suspiró de placer.

Zayn devolvió la esponja y la toalla al baño y, cuando regresó a apagar la lámpara, ella ya se había dormido. Ni siquiera se despertó cuando la tomó en sus brazos.


Amando a una mujer ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora