Capitulo 6

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No se parecía en nada a las mujeres que siempre lo habían atraído más. Y además era una

traidora, o al menos alguien que participaba en espionaje industrial. Tenía intención de llevarla

ante la justicia. Pero no podía apartar la vista de ella ni evitar que lo envolviera un calor intenso.

Las mujeres que deseaba normalmente poseían estilo, sofisticación. Mujeres bien vestidas,

perfumadas y educadas. Su hermana Doniiya había calificado a un par de ellas de maniquíes,

pero ella misma vestía con mucha elegancia, por lo que su comentario divirtió más que irritó a

Zayn. ______ Shaw, en cambio, no parecía prestar atención a la ropa. Llevaba una camiseta atada

en la cintura, unos tejanos tan viejos que casi habían perdido todo el color y zapatillas igual de

viejas. Su pelo, que oscilaba del castaño claro al rubio más pálido e incluía distintos tonos dorados,

iba recogido en una trenza tan gruesa como la muñeca de él y le colgaba hasta la mitad de la

espalda. No iba maquillada, pero su piel no lo necesitaba.

¿Cómo podía brillar de ese modo? No era el sudor, sino que daba la extraña impresión de

que la luz se sentía atraída por ella, como si siempre la iluminaran unos focos sutiles. Tenía la piel

bronceada, de un tono dorado cremoso, como raso pálido. Hasta sus ojos mostraban el tono marrón

dorado del topacio oscuro.

Siempre le habían gustado las mujeres altas y delgadas, pero ______ Shaw no medía más de

un metro sesenta, y posiblemente menos. Tampoco era delgada. «Exuberante» y «deliciosa» eran

palabras que acudían a la mente al verla. Pillado por sorpresa por la violencia de su reacción, se

preguntó si quería hacerle el amor o comérsela, y la respuesta inmediata a esa pregunta fue un

«sí» incuestionable. A las dos opciones.

Era una sinfonía de curvas, pura esencia femenina. Nada de caderas delgadas andróginas,

huesos amplios y trasero firme y redondeado. Siempre le había gustado la delicadeza de unos

pechos pequeños, pero ahora no podía apartar la vista de los bultos velados por la camiseta. No

eran grandes ni pesados, pero sí lo bastante llenos para resultar tentadores.

Todo en ella estaba hecho para la delicia del hombre, pero a él no le encantaba precisamente

su reacción. Si a él le ocurría eso, tal vez Mercer era un peón de ella en lugar de al revés. Era

una posibilidad que no podía ignorar.

No solo no se parecía nada a las mujeres que solían gustarle, sino que estaba furioso consigo

mismo por desearla. Había ido allí a reunir pruebas con las que enviarla a la cárcel y eso era

algo que no podía perder de vista. Aquella mujer estaba metida hasta la cintura en la cloaca del

espionaje y solo debía sentir disgusto por ella. Y en vez de eso, luchaba con un deseo físico tan

intenso que le costaba reprimirse. No quería cortejarla o seducirla, quería llevarla a su guarida y

poseerla. La deseaba y no había nada civilizado ni gentil en aquello. Y aquel deseo era una burla

a su inteligencia y autocontrol.

Quería hacer caso omiso a la atracción, pero no podía. ______ Shaw, por su parte, no solo no

le prestaba atención, sino que se mostraba totalmente indiferente ante su presencia. Podía haber

sido un poste y le habría prestado la misma atención.

Se abrió la puerta y entró una mujer joven ataviada con pantalón corto, sandalias y camiseta.

Le sonrió.

—Hola —miró a los de detrás del mostrador—. ¿Has disfrutado de la visita? —Preguntó al

viejo—. ¿Quién ha venido hoy?

—Lo he pasado bien —Virgil se puso en pie con ayuda del bastón—. Burt Mardis ha estado

un rato con nosotros, y los dos chicos Gibbs han pasado por aquí. ¿Has recogido a los niños?

—Están en el coche con la compra —miró a ______—. Perdona que salga corriendo, pero hace

tanto calor que tengo que guardar la comida antes de que se estropee.

—No te preocupes —repuso ________—. Adiós,

Virgil. Cuida esa rodilla, ¿vale? Y vuelve pronto.

—La rodilla ya está mejor —le aseguró él—. Hacerse viejo no es divertido, pero es mejor

que morirse —le guiñó un ojo y avanzó hacia la puerta.

—Hasta luego, ______ —dijo la mujer joven.

Sonrió de nuevo a Zayn al pasar.

Este se apoyó en el mostrador y comentó:

—Supongo que es su nieta.

_______ movió la cabeza y se giró para ver los surtidores. Era muy consciente de estar a solas

con él, lo cual resultaba ridículo; siempre estaba sola con clientes varias veces al día y no solía

sentirse incómoda. Hasta ese momento.

—Biznieta —dijo—. Vive con ella. Disculpe que lo haya hecho esperar, pero clientes tendré

más y Virgil tiene noventa y tres años y puede que no siga aquí mucho tiempo.

—Comprendo —repuso él con calma. Le tendió la mano, en un gesto calculado para hacer

que lo mirara, que se fijara en él—. Soy Zayn Malik.

La mujer le estrechó la mano brevemente, con fuerza.

—_______ Shaw —dijo. Se volvió—. ¿Qué es lo que necesita, señor Malik?

Hasta entonces, Zayn pensaba que no se había fijado en él, pero empezaba a cambiar de

opinión; era más bien al contrario. Era muy consciente de él y estaba incómoda. Todos sus planes

cambiaron de repente.

Amando a una mujer ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora