Capitulo 5

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Era un día caluroso de verano, típico del sur. El cielo mostraba un tono azul profundo y aparecía

punteado de nubes algodonosas y blancas que se deslizaban empujadas por una brisa tan

débil que apenas movía la superficie del lago. Unos cuantos pescadores y practicantes de esquí

acuático se repartían el agua, pero la mayoría de los pescadores habían salido pronto y vuelto

antes de mediodía. El aire era pesado y húmedo, intensificando los olores del lago y las lujuriosas

montañas que lo rodeaban.

_______ Shaw contemplaba su dominio desde los grandes ventanales de la parte de

atrás del edificio principal del puerto. Todo el mundo necesita un reino propio y el suyo era aquel

laberinto de muelles y barcos. Nada de lo que ocurría allí escapaba a su atención. Cinco años

atrás, cuando se hizo cargo de él, estaba en las últimas y apenas cubría gastos. Necesitó un préstamo

importante para meterle la inyección de capital que requería, pero en menos de un año había

empezado a dar más beneficios que nunca. Con suerte, terminaría de devolver el préstamo en

tres años más. Y entonces el puerto sería solo suyo, libre de deudas y podría expandirse y diversificarse

un poco. Confiaba en que los negocios siguieran así; la pesca había bajado mucho debido

al programa de «control de maleza» por parte de la Autoridad del Valle Tennessee, que había

conseguido matar la mayor parte de las plantas acuáticas que albergaban y protegían a los peces.

Pero ella se había mostrado cautelosa. Su deuda era manejable, a diferencia de la de otros,

que pensaron que el boom de la pesca duraría siempre y se habían endeudado mucho para expandirse.

El viejo Virgil Dodd le había hecho compañía la mayor parte de la mañana, sentado en la

mecedora detrás del mostrador y distrayéndolos a sus clientes y a ella con historias de cuando era

muchacho a principios de siglo. El anciano era tan duro como una suela de zapato, pero tenía casi

cien años y __________ temía que no durara mucho más. Lo había conocido toda su vida, y siempre ya

de viejo, con pocos cambios, tan permanente como el río o las montañas. Pero sabía muy bien lo

incierta que es la vida humana y atesoraba las mañanas que Virgil pasaba con ella. Y él también

las disfrutaba; ya no salía a pescar, pero allí se sentía aún cerca de los barcos, podía oír el ruido

del agua contra los muelles y oler el lago.

Ahora estaban los dos solos y el viejo se había lanzado a otra de las historias sobre su juventud.

______, sentada en un taburete, miraba de vez en cuando por las ventanas para ver si se

acercaba alguien al surtidor del muelle, sin dejar de prestar atención a Virgil.

Se abrió la puerta lateral y entró un hombre alto y delgado. Se quedó quieto un momento;

después se quitó las gafas de sol y se acercó a ella con un movimiento de pantera silenciosa.

_____ solo le lanzó una mirada rápida antes de volver su atención a Virgil, pero fue suficiente

Amando a una mujer ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora