Capítulo 4: Pequeño enfermero

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, yo solo me adjudico la historia, prohibida su publicación en otros sitios sin mi consentimiento.  

El turno de Edward en emergencias pasó demasiado lento, había noches en las que no podía ni sentarse en seis horas, pero ahora la sala estaba extrañamente calmada. Solo había unas cuantas personas con accidentes leves siendo atendidas por otros doctores.

La mayor parte de la noche se la paso jugando cartas con Ben uno de los enfermeros.

—Edward, Edward—sintió que lo zarandeaban del hombro, el quería seguir durmiendo —viejo te has quedado dormido...otra vez.

— ¿Enserio?—pasó su mano por su cara para tratar de que se le pasara el sueño, no se dio ni cuenta cuando sus ojos se cerraron.

—Es mejor que dejemos el juego aquí, tu deberías ir a revisar los cubículos ocupados y yo iré a conversar a la estación de enfermeras—el chico le guiñó a Edward.

—Tienes razón—se levantó de la silla en la que está sentado y se estiró mientras bostezaba.

No tuvo que esperar mucho cuando la acción en la sala de emergencias empezó, un accidente de automóvil de proporciones moderadas, nadie más que el conductor del coche estaba herido. El conductor, James, había decidido que sería divertido ir a tomar con sus compañeros de trabajo en plena semana laboral,al percatarse de la hora, condujo por toda la ciudad para llegar a su hogar donde la esperaría su enojada esposa, pero con la mezcla de velocidad y un poco de alcohol en las venas, el resultado fue un estrepitoso choque contra un árbol, era un milagro que el abogado James siguiera con vida.

—Muy bien, parece ser solo una pequeña contusión, provocada por la bolsa de aire que le salvo la vida, James. Te mandare hacer una tomografía y rayos x, para descartar cualquier cosa. Llamare a la enfermera para que traiga los medicamentos para su dolor de cabeza, con permiso—Edward salió del cubículo.

Entre ordenar los estudios, llamar a los familiares y revisar los estudios el tiempo se le había ido volando. Su turno había terminado hace más de una hora, fue a su locker y saco sus pertenencias para ir a casa.

Llego a su casa, debería de hablarle a Bella, pero decidió que primero se daría una ducha. Hablaría con ella y después dormiria una merecida siesta.

Cuando salió del baño, su celular empezó a vibrar, sonrió al ver el nombre en la pantalla, su novia sí que debería estar preocupada.

—Hola corazón, justo te iba a llamar—la saludo felizmente, ya tenía en mente frases para hacerla sonrojar.

— ¡Edwal! Edwal!— ¿Cris lo llamaba? Si fuera por el pequeño nunca le hablaría, solo si algo pasaba. Solo esperaba que no algo malo.

— ¿Chris? ¿Qué pasa?—Edward estaba preocupado.

— ¡Mi mami se esta muliendo!— ¿Qué? ¿Bella? ¿Su Bella? Tenía que calmarse, sabía que los niños tendían a exagerar todo lo que se tratara sobre sus padres, el corazón de Edward bombeaba muy rápido, trato de calmarse, para no asustar más al pequeño.

—Chris primero cálmate, respira—se escucho la respiración del pequeño al otro lado de la línea haciéndole caso—Ahora dime que pasa—Edward sujeto su celular entre su oreja y hombro mientras buscaba ropa para ponerse y partir inmediatamente a casa de Bella.

—Hoy mi mami no me levanto pala il a la escuela, entonces fui a buscala y estaba tilada en el piso del maño—El pequeño estaba a punto de volver a llorar.

El pequeño de mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora