Capítulo 20: Hope for the hopeless

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Chris había pasado toda la semana planeando como arreglar todo el desastre, que Edward se casara con su mamá y se convirtiera en su papi. Su abuelo Charlie le había ayudado, además de su tía Alice. Todo estaba listo y solo faltaba que escogieran el momento adecuado.

Como era una sorpresa, aunque notaba que su mami estaba triste, no le podía decir nada. Aun podía notar que el brillo en los ojos de su mamá había desaparecido y ahora se la pasaba trabajando la mayor parte del día, jugaba con él, comían y se iba a dormir. Su mami ya no reía y cuando sonreía no mostraba todos sus dientes blancos. A veces había notado como se quedaba viendo el vacío y él, no podía hacer nada, más que tratar de alegrarla un poco.


Edward Cullen seguía moviendo el péndulo que estaba en su escritorio, el día estaba en calma y eso era malo, malo cuando tratabas de olvidar y el trabajo era tu única distracción.

Ya habían pasado cinco días desde la última vez que había hablado con Bella. Estaban en una etapa de estancamiento, no habían roto su noviazgo formalmente, pero no sabía que eran o si las cosas se podrían solucionar. Le quería dar su espacio, no podía obligar su presencia cuando Chris no lo quería.

Aun no lo podía creer, él pensaba que ambos se estaban llevando mejor, tal vez había apresurado las cosas. Pero deseaba tanto formar una familia con ellos. Deseaba tanto pronunciar en voz alta la palabra hijo para Chris, ya no quería seguía mordiendo su lengua cuando lo tenía que llamar.

Su sueño había estaba cerca y se fue.

Su teléfono sonó y contesto sin siquiera ver quién era.

— ¡Hola hermanito!—grito la voz cantarina de Alice.

—Hola Alice.

— ¿Cómo estás? —pregunto preocupada.

— ¿Lo que quieres escuchar o la versión real?—pregunto sarcástico.

—Oye no seas grosero...solo me preocupo por ti.

Lo siento Alice, estoy mal, siento que me voy a volver loco si no la miro, si no la escucho. La extraño demasiado.

Cariño, tengo un presentimiento de que todo va a salir bien. Acompáñanos a Jazz y a mí a cenar. No te quedes solo en casa, haciéndote daño con los recuerdos.

—No lo sé Alice, estoy algo ocupado —mintió.

—Vamos Ed, por favor—

—Bien, bien iré—dijo sin muchos ánimos

—Excelente, nosotros pasamos por ti.


—Mami, ¿podemos il a McDonals pol favol?

—Estoy un poco ocupada, cariño —Bella lo vio tras sus lentes, después siguió leyendo los papeles que tenía en la mano.

Pol fis— suplico subiendo al sillón y tomando la cara de su mamá entre sus manos.

—No Chris, estoy trabajando, ¿Por qué estás tan inquieto hoy? Vamos a que tomes tu siesta —Bella miro el reloj que marcaban el medio día.

—No quielo siesta, quielo il a McDonals —volvió a suplicar haciendo un puchero.

—No vamos a ir, no podemos ir cada vez que quieres, ¿quieres un perro? Tenemos que ahorrar —Chris había convencido por fin a su madre de que le comprara un perrito.

Chris gruño por lo bajo, se paró del sillón listo para hacer un puchero descomunal. Bella levanto de nuevo la vista de los papeles y lo miro con una ceja levantada.

El pequeño de mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora