Capítulo 18: Cumpleaños de mamá

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— ¡Bebe, tu cereal está listo!—grito Bella hacia las escaleras, mientras seguía moviéndose en la cocina. Abrió el refrigerador, saco el cartón de jugo de naranja y lo puso sobre la barra de la cocina, volvió a dar la vuelta al refrigerador y se mareo. Era tarde, muy tarde. Se suponía que tenía que estar a las nueve y media en punto en su oficina para la junta mensual de la editorial en la cual trabajaba.

Saco la leche y la abrió para verterla sobre el cuenco con Froot Loops, se acercó al cartón y lo olio, tapo su nariz y su boca, respiro para tratar de aguantar las náuseas y tiro la leche por el fregadero.

Miro el reloj de nuevo, eran las 8:30 se tranquilizó, era temprano, volvió a revolver el refrigerador y no encontró más leche, sólo la suya que era baja en grasa y seguro que no le gustaba a Chris, encontró yogurt, tal vez le gustaba al pequeño.

— ¡Christopher, baja ahora mismo! —volvió a gritar. Se acercó a la tostadora y metió dos rebanadas de pan, retiro sus huevos revueltos del sartén, los puso en su plato y luego metió el sándwich de Chris, un jugo y un paquete de galletas en su lonchera.

Escuchó que alguien entraba a la cocina.

—Por fin bajas jovencito—recordó que había metido de nuevo el cartón de jugo al refrigerador y se giró por el —mamá tiene que irse y tengo que llevarte a la oh... —sintió como era abrazada por detrás y alguien se pegaba a su trasera, unas grandes manos se posicionaban en su cintura.

—Buenos días cariño —una voz aun ronca por recién despertarse hablo en su oído derecho y dejo un beso tras su oreja. Se estremeció.

Ed...—Bella se reincorporo nerviosa y tomo el jugo de naranja entre sus dos manos. Seguía sin moverme, mientras Edward no dejaba de acariciarla.

—Cariño, regresa a la cama, desperté, tenía ganas de ti, de tu cuerpo y no estabas — Bella claramente sentía que aun "tenía ganas" por la cercanía de Eddy en su parte trasera.

—N-no po-demos, tengo que...—estaba nerviosa.

—Me encantan tus zapatos de tacón, y tu falda—Edward pasó sus manos por la silueta de su novia, Bella empezó a respirar rápido cuando las manos de Edward llegaron al dobladillo de su falda, se iba a rendir y mandar todo al carajo, al diablo su jefe, al diablo la autora del libro que era un asco.

—Mamá, no puedo abochame los zapatos—Chris entro a la cocina sin percatarse de lo que pasaba a un metro de él. Bella y Edward se quedaron paralizados.

—No te muevas—le dijo bajito en el oído, Edward cerró los ojos frustrado, su entrepierna empezaba a doler.

—No puedo quedarme así toda la mañana—susurro.

— ¿Mamá? —pregunto Chris, mientras se intentaba subir al banco.

—Ya voy cariño, estoy buscando algo —Bella le grito.

— ¿Y que hace Edwad contigo?

—Me está ayudando—le grito a Chris—Nos movemos al mismo tiempo —le dijo bajito a Edward— uno, dos tres.

Ambos giraron sobre su propio eje con Edward detrás de ella, pusieron una sonrisa falsa de todo está bien a Chris. Edward abrazo cariñosamente a Bella y puso su barbilla sobre el hombre de ella.

—se nos acabó la leche ¿quieres un poco de yogurt?

—mmm...si —Chris miro con la ceja levantada a Edward y a su madre.

—Bien... ahora voy por el —Bella se quedó parada en su lugar hasta que le dio un codazo a Edward para que se movieran juntos de nuevo hacia el refrigerador — ¿Estás bien? —volvió a susurrar.

El pequeño de mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora