Capítulo 5: Que todo fluya.

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Ya había pasado una hora y aún no era suficiente el tiempo que estaba pasando en ese auto accidentado a oscuras de la noche, sin señal, con frío y con la peor desventaja, Adam a mi lado tal vez hecho una furia por estar en ese lugar a esas condiciones. O tal vez muerto de la risa por dentro ya que los mosquitos que habían en realidad me estaban escudriñando.

–Mosquitos de mierda – dije espantándolas con una revista – ¿A quién estamos esperando?

–Ayuda.

–Tengo mucho frío.

–Ten mi chaqueta – me la dió.

–Gracias.

–No hay de qué – sonrió.

–No sólo por eso, por cuidarme en cierta manera.

–Sabes que eres como mi hermanita – rió – Bueno, ni tanto.

Pensé que se trataba de una especie de insinuación.

–¿Cómo así?

Se quedó pensando por un momento su respuesta, hasta que respondió manera suave y sincera.

–Que aunque sea un problema, me resultas algo bonita a veces.

Se formó una o en mi boca y la cerré completamente.

Sí era una insinuación.

Sus ojos me demostraban muchas cosas, primero que lo que me dijo fue sincero y en segundo, que tenía algo más que decir pero su estúpido ego que demostraba el pensar más, decir menos no se lo permitía.

El caso era mutuo, yo tampoco podría decirle lo que sentía no al menos hasta que estuviera segura de que le atraigo de cierta manera, o que simplemente no me quiere, no le importo y soy la típica hermanita de sus amigos. Aunque así tenían que ser las cosas, la hermana de su amigo y ya.

Pero con esos ojazos bajo la luz de la luna era imposible pensar o sentir de manera diferente ¡Es tan guapo que duele!

–Tú también me pareces un poco atractivo – confesé al fin.

–Lo tengo claro – guiñó su ojo – Se nota que te gusto, es más, se nota que mueres por besarme ahora mismo.

Mi saliva se hizo agua rápidamente y la trague enseguida.

–Si no fueras tan egocéntrico, las cosas se pudieran dar de otra manera.

–No mientas, eso es lo que más te gusta – rió – te gusta ser tratada de esta manera, te gusta... ser controlada.

–¿Cómo podrías saberlo?

–Tus ojos te delatan nena.

Maldecí en mis adentros por ser tan obvia y estúpida.

Sin perder el tiempo toqué su mentón y él se fue acercando lentamente hasta que comenzó a rozar mis labios con su dedo pulgar dándole suavidad en pequeños círculos, sabía que me gustaba que hiciera eso ¡Me volvía loca! Y al parecer me volvió tan loca que ya para entonces nos estábamos besando, más bien rozando nuestros labios con tal pulcritud y lentitud que me producían una muy buena sensación. Un beso tierno y sin desesperos por siquiera besar en segunda base, aunque eso era lo que provocaba porque nadie podría besar mejor que ese chico.

Me dió un pequeño beso al final y nos separamos por falta de aire, sentía el corazón bombardeando por las sensaciones que éste idiota estaba comenzando a producir en mi, temiendo a llegar a la peor base de todas, enamorarme.

Antes que que pudiéramos decir alguna palabra, una camioneta se estacionó justo al frente de nosotros, bajándose de ella una mujer pálida a la luz de la noche con el cabello castaño oscuro que iba en camino hacia nosotros.

MI PERFECTO DESASTREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora