Adam y yo volteamos a mirar a Peter quien se encontraba en la puerta con los ojos bastante abiertos, seguido de un estado de shock que ni siquiera Adam podría superar.
Él había escuchado todo.
Mierda.
Y si le decía que no estaba embarazada, sabría de todas formas que me acosté con su amigo.
Doble mierda.
Peter se quedó mirándonos por un largo rato hasta que se acercó a Adam, penetrándolo cada vez más con la mirada e hizo algo que ya nos esperábamos, le dió un fuerte puñetazo seguido de que cayera al suelo adolorido.
–¿Crees que puedes tirarte a mi hermana y salirte con la tuya, maldito desgraciado? – amenazó mi hermano a Adam sobre su pecho, en el suelo.
–¡Déjalo! ¡No estoy embarazada! – grité aquello como por décima vez en la vida.
–¡No lo defiendas! – gritó mi hermano – ¡Guerra avisada no mata soldado! – y dicho ésto le dió otro puñetazo.
Sangre, ugh.
Doctores y numerosas enfermeras se encontraban en la puerta para ver la escena. Y aunque todos ansiaban llamar a seguridad o una patrulla de la policía, nadie se atrevía a hacerlo. De hecho, algunas estaban tan impresionadas, sonreían entre sí chismeándolo todo. ¿Y yo qué haría? Mi hermano estaba a punto de matar a puñetazos al chico delante de mi y yo era la única que podía evitar la muerte de éste muchacho. De todas maneras «y no es por sacar trapitos, ni mucho menos hacerme la víctima» mi hermano había dejado embarazada a mi amiga, y era algo que teníamos que discutir, pero definitivamente en otra ocasión diferente a ésta; sin furia, enfermeros alterados ni estado de venganza de por medio.
Tomé la foto de la ecografía y antes de que volviera a golpear a Adam, y se la restregué en la cara.
–¡Ves, no estoy embarazada, todo fue una broma!
Él miró la foto para analizarla unos segundos bastante largos.
–¡Igual, se tiró a mi hermana! – otro puñetazo.
Supongo que éste era uno de tantos bochornos que me habían sucedido aquella semana.
Adam se retorcía de dolor en el suelo hasta que sólo tuvo valor de levantarse e irse corriendo del lugar. Fue lo mejor que pudo hacer ya que, definitivamente no golpearia a nuestros hermano; no lo merecía, él tenía toda la razón en molestarse.
–¡Espera! – gritó mi hermano apunto de seguirlo, pero ésta vez fue detenido por la seguridad del hospital – ¡Suéltenme, ya estoy bien!
***
Tomé las llaves del auto de Ophelia y me dirigí hacia él, para comenzar a ir a clases de nuevo. El auto prestado por mi amiga no era un problema, ella pasaba los días en cama llorando por su embarazo no deseado y aunque anhelaba ayudarla en sus momentos más duros, tenía deberes que cumplir. El asunto del supuesto embarazo y lo demás me había atrasado más de una semana por lo cual debía reponerme. Ruby y Megan siempre me ayudaban desde el instituto, eso era lo bueno, no sería excluida de ningún examen o trabajo; ya que lo último que quería era ser reprobada.
Llegué al instituto y como de costumbre, miradas se fijaban en mi y por más que las ignoraba, no lo lograba. Me preguntaba por qué mi hermano y Adam eran tan populares en ese sitio ¿quién sabe qué habrán hecho? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que delante de los superiores del instituto, no eran del todo bienvenidos.
El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos incitándome a caminar en dirección al salón y al llegar, me consigo a mis dos amigas.
–¡Viniste! – dijo Megan bromeando y le sonreí inmediatamente – Lo próximo que sucederá es que terminen lloviendo sapos y renacuajos.
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MI PERFECTO DESASTRE
RomanceElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...