–Dejando de comer carne para comer mierda – dije sin darme cuenta de que pensaba en voz alta.
–¿A qué viene eso señorita? ¿Qué está pasando? – preguntó Megan.
Vacilé un momento.
–Nada importante, Adam está aquí – reí nerviosa.
Ella volteó para mirar a Adam quien miraba disimuladamente a cada rato hacia nuestra mesa, y luego se volteó.
–Se ve tan comestible. ¿Y qué hace con esa mocosa?
–¿La conoces?
-Claro, es mi prima Gigi ¡la más perra que existe! Hay que tenerle miedo.
Lo fulminé con la mirada.
Así que de eso se trataba.
Quería probarme para después estar con otra a la mañana siguiente. Me consideré tonta, idiota, estúpida e ingenua.
–No hay que tenerlo, no es tan bonita – dije.
Las dos me miraron desorientadas.
–¿Por qué actúas como si estuvieras celosa? – dijo Megan.
–No son celos – negué rápidamente.
–Elena – comenzó Megan – Él es malditamente sexy y guapo, pero no es para ti, debes saberlo.
Hice una grabación mental con esa frase que me había dicho mi amiga.
–Ya vale, no más distracciones – dijo Ruby dándole una probada a su helado.
***
Llegué a mi casa agotada y cansada por lo que me dirigí a mi habitación, recostandome a placer en mi cama, sintiendo suavidad en ella.
Ingenua era la palabra perfecta para describirme en esos momentos. Me sentí usada por un idiota que a la final no quería a nadie, era un mujeriego estúpido y arrogante y ni siquiera mis sentimientos lo podrían cambiar. Desde ese día me hice una nota mental de que me olvidaría de él y de pensar en una falsa película, por mi bien.
Eres una adolescente, basta que te guste alguien un poco para que pienses que estás enamorada y que el chico te diga un par de palabras bonitas para que creas que te corresponde. Los hombres son así, luego te tiran a la basura cuando ya les fuiste de utilidad.
Así era como me sentía para él:
como la mierda que se pegaba en tu zapato y te morías por deshacer.Mi intento de dormir falló al sentir brincos en la cama, maldigo en mi interior pero me suavizo al darme cuenta de que era Ophelia quien estaba saltando a mi lado.
–¡Ophelia! – la abracé.
–Me has olvidado un poco.
–Claro que no, siempre esperé tu visita.
–Y yo la tuya, pensé que Peter te llevaría, le dije que lo hiciera.
–¿Qué? Nunca me insinuó nada.
Pude ver en sus ojos algo de rabia, como si el asunto fuera más allá.
–¿Y cómo te ha ido?
–Algún día me dirás lo que te traes con mi hermano, ¿No?
Ella impresionada por tal insinuación, asintió.
–Y tú con Adam.
Rodé los ojos.
–Lo conozco. Sé que ha hecho algo.
–¿Cómo qué?
–No lo sé, pero soy todo oídos.
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MI PERFECTO DESASTRE
Storie d'amoreElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...