Capítulo 21: Intervenciones familiares.

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-Eres un descarado, Adam Halls. Te he dado mi confianza toda la vida y así es como me pagas. Desde que comenzaste a tatuarte supe que serías un niño delincuente, hijo de la calle y la lujuria - recriminó mi padre - Pero con mi hija no te lo permito.

Adam miraba al suelo callado al igual que yo, sólo que yo estaba muerta de vergüenza.

No sabía cuanto tiempo había estado mi padre ahí pero lo que sí sabíamos, era que para mi desgracia había visto lo suficiente.

-Papá...

-Ya veo por qué querías quedarte, con éste delincuente... - respondió fríamente.

-Él no es un delincuente - repliqué en voz baja.

Él me miró como si de verdad hubiese dicho eso.

-¡¿Cómo te atreves a tocar así a mi hija?! ¡Te la ibas a tragar, mocoso! - le gritó a Adam.

Por fin reaccionó cómo lo esperaba.

-Señor Parks, lamento que se haya enterado de ésto de la manera menos apropiada - se disculpó.

-¿Y pensabas que sería más apropiado pedirme la mano? ¿Crees que de igual manera aceptaría que mi hija salga con un delincuente como tú? ¡De ninguna manera! Conozco a los tipos como tú - mi madre quien estaba sumamente calmada detrás de él, tomó su hombro y suavizó de él, pero mi padre se safó rápidamente de su agarre - La ilusionarás hasta pedirle la pruebita de amor.

Mi madre y yo hicimos una mueca de desagrado.

-Papá eso es exagerado...

-¡No es exagerado, yo hacía exactamente lo mismo! Salvo a que no tenía tatuajes y motocicletas de delincuente.

-Robert, cálmese por favor. No permitiré que hable de mi hijo de esa manera bajo mi techo - dijo ésta vez Tom, el padre de Adam.

¡Qué vergüenza, dios!

-Tom, ésta situación es demasiado embarazosa - dijo mi madre rápidamente para suavizar la situación - Nosotros nos vamos.

Tomó a mi padre de la mano pero él se safó de su agarre.

-Lo siento mucho, Tom, pero tu hijo debe respetar a mi hija porque si lo vuelvo a ver toqueteandola, tomaré sus bolas y...

-Adiós, con permiso - mi madre se llevó a mi alterado padre hacia el auto que se encontraba al frente y me hizo una seña para seguirle.

Adam estaba tenso, se veía sumamente estresado mientras gotas de sudor comenzaron a bajar de su frente. Pasaba una mano por su cabello en signo de nerviosismo y falta de pensamientos claros.

-Lamento ésto - murmuré por lo bajo - Lo hablaremos luego.

-Nos vemos en la cena - sonrió de medio lado.

Le di un beso en la mejilla y le di mi mano derecha al señor Tom, quien se encontraba aún en la puerta mirándome un poco sonriente. La situación parecía un show de televisión que le daba gracia en lo absoluto.

Yo también me hubiese reído si no fuese la protagonista de éste bochorno.

-¡Sinvergüenza! - le gritó mi padre al chico tatuado desde el auto.

Adam le dedicó una sonrisa saturrona.

Me monté cautelosa en el auto, sin saber a qué dirección íbamos. Y rogaba que no fuera a donde ya me imaginaba.

Para mi suerte, mamá me dijo que iríamos a casa de Ophelia por mis cosas para estar en casa de Peter, que en parte mi padre ya estaba molesto por el hecho de estar viviendo en casa ajena. Mi padre pasó todo el camino hablando de lo fácil que era para uno o miles de espermatozoides, el entrar al conducto vaginal y de las miles de enfermedades de transmisión sexual, y orales de tan sólo poner un labio sobre otro, incluso habló de hacerme unos chequeos médicos. Fue el sermón del año.

MI PERFECTO DESASTREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora