Capítulo 7: Un clavo no saca a otro clavo, lo hunde más.

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Un clavo no saca a otro clavo, lo
hunde más.

Allí me encontraba, al frente de Adam sin saber qué decir o siquiera cómo mirarlo. Así que lo miré seca, sin nada que demostrarle.

–Siete – comenzó a decir.

–¿Qué?

–Hoy han sido siete veces, que me has dejado sin aliento con ese vestido – me miró de arriba a bajo – Ocho.

No pude evitar sonrojarme al escuchar tal cosa.

–Me impresiona que ni me hayas mirado esta noche, pero lo has compensado con lo petrificado que me tienes hoy – miró otra vez mi vestido.

–A mi único que me impresiona es que "petrificado" esté en tu vocabulario. Qué lindo comentario, casi te creo – dije al fin.

–Creí merecer una mejor respuesta que esa.

–Creí que merecías una peor. No hay problema, me la he tragado.

–Elena, tenemos que...

–No sé – comencé – cómo sigo perdiendo el tiempo contigo. Mejor vete, te están esperando.

Señalé a Gigi quien nos fulminaba con la mirada a los dos.

–¿Y qué es no perder el tiempo? ¿Estar con el muñequito ese? La próxima vez que te sonrojes por ese idiota... – amenazó.

Reí sarcástica.

–¿Es una maldita amenaza?

–Es una maldita promesa – dicho esto caminó y lo perdí de vista.

¡Idiota, justamente cuando decido dar el paso de olvidarte y me sales con esto!

No había nada por hacer esa noche, Adam se metió en mis pensamientos de manera instantánea y era casi imposible dejarlo ir.

Me incorporé con Ethan y los demás y noto a Adam que estaba sentado justo al frente de mí quien tenía a Gigi sentada en sus piernas placenteramente lo que me hizo retorcer de la rabia y de los celos. Pero, decidí darle un poco de ventaja, algo de su propia medicina.

Me puse cómoda en las piernas de Ethan y pude sentir los ojos de Adam fijos en mi.

Y a partir de ese momento, todo dió un giro inesperado.

–¡Juguemos pregunta pregunta! – dijo Alex, uno de los amigos de Ethan.

–¿Qué, acaso cuantos años tenemos? – dijo Ophelia.

–No seas aguafiestas, vale juguemos.

Jugaron por un rato hasta luego nos fuimos incorporando muchos más para participar, incluyendo a Adam y la Gigi esa.

–Comienza, Gigi – dijo Alex, el dueño de la casa.

Adam me miró pícaro y yo me sentí nerviosa, sólo esperaba que no hiciera ninguna locura o estupidez, pero estaba casi segura que lo haría ya que es un experto en eso de ser un idiota.

–¿Tuvimos sexo anoche? – comenzó Gigi mientras me miraba victoriosa.

Todos comenzaron a buchear de manera picarona y la sangre me hirvió hasta la cabeza.

–¿Llevabas almohadillas en tu sostén? – respondió Adam y ella se quedó petrificada mientras todos buchearon mucho más fuerte, incluyéndome.

–¿Algún problema de impotencia?

–¿Quieres quedar como una mentirosa o es que estás a punto de chillar? – habló Adam.

–¡No! – gritó ella.

MI PERFECTO DESASTREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora