Un clavo no saca a otro clavo, lo
hunde más.Allí me encontraba, al frente de Adam sin saber qué decir o siquiera cómo mirarlo. Así que lo miré seca, sin nada que demostrarle.
–Siete – comenzó a decir.
–¿Qué?
–Hoy han sido siete veces, que me has dejado sin aliento con ese vestido – me miró de arriba a bajo – Ocho.
No pude evitar sonrojarme al escuchar tal cosa.
–Me impresiona que ni me hayas mirado esta noche, pero lo has compensado con lo petrificado que me tienes hoy – miró otra vez mi vestido.
–A mi único que me impresiona es que "petrificado" esté en tu vocabulario. Qué lindo comentario, casi te creo – dije al fin.
–Creí merecer una mejor respuesta que esa.
–Creí que merecías una peor. No hay problema, me la he tragado.
–Elena, tenemos que...
–No sé – comencé – cómo sigo perdiendo el tiempo contigo. Mejor vete, te están esperando.
Señalé a Gigi quien nos fulminaba con la mirada a los dos.
–¿Y qué es no perder el tiempo? ¿Estar con el muñequito ese? La próxima vez que te sonrojes por ese idiota... – amenazó.
Reí sarcástica.
–¿Es una maldita amenaza?
–Es una maldita promesa – dicho esto caminó y lo perdí de vista.
¡Idiota, justamente cuando decido dar el paso de olvidarte y me sales con esto!
No había nada por hacer esa noche, Adam se metió en mis pensamientos de manera instantánea y era casi imposible dejarlo ir.
Me incorporé con Ethan y los demás y noto a Adam que estaba sentado justo al frente de mí quien tenía a Gigi sentada en sus piernas placenteramente lo que me hizo retorcer de la rabia y de los celos. Pero, decidí darle un poco de ventaja, algo de su propia medicina.
Me puse cómoda en las piernas de Ethan y pude sentir los ojos de Adam fijos en mi.
Y a partir de ese momento, todo dió un giro inesperado.
–¡Juguemos pregunta pregunta! – dijo Alex, uno de los amigos de Ethan.
–¿Qué, acaso cuantos años tenemos? – dijo Ophelia.
–No seas aguafiestas, vale juguemos.
Jugaron por un rato hasta luego nos fuimos incorporando muchos más para participar, incluyendo a Adam y la Gigi esa.
–Comienza, Gigi – dijo Alex, el dueño de la casa.
Adam me miró pícaro y yo me sentí nerviosa, sólo esperaba que no hiciera ninguna locura o estupidez, pero estaba casi segura que lo haría ya que es un experto en eso de ser un idiota.
–¿Tuvimos sexo anoche? – comenzó Gigi mientras me miraba victoriosa.
Todos comenzaron a buchear de manera picarona y la sangre me hirvió hasta la cabeza.
–¿Llevabas almohadillas en tu sostén? – respondió Adam y ella se quedó petrificada mientras todos buchearon mucho más fuerte, incluyéndome.
–¿Algún problema de impotencia?
–¿Quieres quedar como una mentirosa o es que estás a punto de chillar? – habló Adam.
–¡No! – gritó ella.
ESTÁS LEYENDO
MI PERFECTO DESASTRE
Любовные романыElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...