Miré a mis padres quienes estaban al frente de mí. Mi madre estaba llorando y sabía que mi papá estaba aguantando o a punto de hacer lo mismo.
-Elena, te extrañaré mucho - pronunció a sollozos mientras se abalanzó sobre mi. Yo sonreí y la miré.
-Madre, sólo será un tiempo. Además tú irás a visitarnos - dije animandola y ésta se secó las lágrimas con su suéter.
-Es cierto, si dios nos lo permite - dijo papá quien me abrazó.
Se les informa a los pasajeros que van rumbo a Miami que el avión esta a punto de despegar. - se escuchó en todo el aeropuerto.
-Ya es hora - dije dándoles un profundo abrazo de despedida.
Al subirme al avión supe que no había vuelta atrás, que para mi desgracia iría a Miami a vivir mi ultimo año con mi hermano, que no nos veíamos desde que la abuela murió.
Algo muy devastador que desearía no haber pensado en eso.
Borro esos pensamientos por completo de mi mente y trato de tener una mente positiva en estos momentos. No pensaría en Atlanta ni en Chad.
Chad, el único novio que había tenido. No estaba para nada enamorada de él, de hecho, nunca me había enamorado. Pero a la final que sólo salí con él porque su familia era muy cercana a la mía, y mi mama estaba muy aficionada con eso.
Muy bien no pasaron ni un mes cuando lo encontré en el sofá de su casa con una de mis mejores amigas. Eso dolió.
Pero no lo suficiente como para darme mala vida por ese tipo de cosas que son total y completamente insignificantes en la vida. No significa nada si el amor que sentía por él no fuera real. Porque si lo fuera, ni siquiera tuviera el valor de estar de pie.
Por los momentos estaba decidida, no necesitaba a un hombre en mi vida que lo único que haría era complicar mi vida.
Pero me hizo darme cuenta de que si tal vez confias en alguien, mientras le das la mano te apuñalen la espalda. Me enseñó a no creer ni en mi sombra, ni en el mismísimo reflejo del espejo. Porque como dicen por ahí, más sabe el diablo por malo que por diablo.
Llegué a Miami y busqué entre la gente a la persona que me describió mi padre Robert por cierto, camisa roja y bermudas color beige. Con mis maletas estaba buscando con mis ojos hasta que veo al chico vestido así. Tenía el cabello color miel y ojos verdes, como los míos.
Le hice señas con las manos y él llegó corriendo a abrazarme.
-Has hecho mucha falta, Els - me dijo entusiasmado - Bienvenida a tu nueva ciudad.
-Te he extrañado como no tienes una idea Peter - respondí.
Yo comencé a caminar y el me miró sorprendido.
-¿Te has mareado un poco en el viaje? Porque estas equivocada si piensas que dejaré que cargues todas esas maletas solas.
Me reí y le di dos de ellas. Llegamos al auto de mi hermano, una Explorer negra. Traté de ayudarlo con todo el equipaje pero mi hermano me obligó a no hacerlo. Yo sólo le agradecí apenada y me monte en el auto.
Allí se encontraba una castaña muy linda en la parte de atrás y voltee a mirarla y lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos azules y penetrantes. Nos dimos la mano en forma de saludo.
-Hola, soy Ophelia.
-Elena.
Al rato Peter hizo lo mismo en el asiento de copiloto y ya íbamos en rumbo a lo que sería mi nueva casa. Estaba totalmente emocionada.
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MI PERFECTO DESASTRE
RomansElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...