Capítulo 8: ¿Qué hice qué?

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De repente una oleada de imágenes llegaron a mi mente, la fiesta, pregunta pregunta, la barra, Megan, el vómito, Ethan, Adam, la pelea, su casa, más fotos, discusión, su cama. ¡Había arruinado todo, qué horror!

-Fuiste mía - mostró una sonrisa pícara.

Una abofetada fue la que recibió como respuesta.

–¡No lo digas, no es cierto! – chillé – ¡Te has aprovechado de mí, no puede ser! – grité horrorizada.

–Déjame explicártelo con..

–Mi virginidad – dije caminando hacia las sábanas y noté sangre en una de ellas.

Mis mejillas se tornaron a un rojo vivo.

–Mi virginidad – comencé a sollozar llena de furia.

Él tocó mi brazo y lo golpeé con una fuerza brutal.

–¡No me toques, ni se te ocurra volver a tocarme! ¡Maldito monstruo! – dije tomando mis cosas y saliendo del lugar.

Bajé las escaleras y apenada miré a la madre de Adam quien me veía fijamente ¡Qué vergüenza!

–Buenos días – dije caminando hacia la puerta de la casa.

Salí corriendo de allí vestida como una puta amanecida, y cuando supe que estaba lo suficientemente lejos esperé ansiosa un taxi mientras cada carro que pasaba tocaba la bocina o ofrecía llevarme. Yo sólo me negaba apenada y esperé el taxi el cual llegó en unos minutos, me llevó a casa y lo primero que noté fue el auto de Peter.

Mierda ¿Por qué no trabajas hoy?
Cierto, era domingo.

Tomo las llaves en caso de emergencia las cuales se encontraban en un escondite que mi hermano utilizaba para esconderlas. Busco en el jarrón de las flores hasta que las consigo, y me encamino a la puerta trasera.

Al entrar, la casa se sentía sola y fría. Así que subo las escaleras de puntillas lentamente para no ser escuchada, pero esto no resulta ya que al subir estaba Ophelia al frente de mí, sólo con ropa interior y mi hermano en la puerta de su cuarto ¡Desnudo!

¿Cuantos órganos sexuales tendría que ver hoy? No tenía ni un día de haber dejado mi virginidad y ya había visto dos.

Los miro petrificada mientras mi hermano se pone un bóxer.

–¡Yo decido dormir en algún lado y ustedes aprovechan a jugar a mamá y papá, qué asco!

¿Con qué moral dices eso, Elena?

–No te hagas la que no sabe nada – dijo mi hermano.

–Tiene razón – dijo Ophelia.

Ellos me miraban detenidamente y llegué a pensar que sabían lo que había pasado, así me sentía con todo el mundo.

–Además ¿De dónde vienes? Mira cómo estás vestida – me miró de arriba a abajo.

–Dormí en casa de Megan.

Ella me miró con cara de ¿Acaso quieres que te crea?

Yo evité sus miradas fijas en mí y caminé hacia mi habitación, me desvestí y me metí en la bañera.

Qué estúpida fui, de tan sólo pensar que él y yo... ¡Asco, hasta me repugnaba el recordarlo! Trataba de no pensar en el tema, pero el sentir el dolor bajo mi vientre constantemente me producía bastante rabia.
Definitivamente ese no debió de haber sido el momento de perder mi virginidad, y definitivamente él no había sido la persona indicada.

MI PERFECTO DESASTREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora