Habían pasado exactamente cinco días desde que me hice esa prueba, y a pesar de que los síntomas eran casi fantasmas, de vez en cuando me daban mareos y siempre que llega a casa después del instituto, estaba hecha un desastre del cansancio.
Casi no comía bien, ya fuera porque no soportaba el olor de la mayoría de los alimentos o porque lo único que soportaba mi estómago en ese momento eran ricas fresas, aunque pocas las veces las detestaba.
Y aunque la prueba de Ophelia había dado un firme negativo, los síntomas en ella seguían persistentes. Vomitaba a cada rato, y como respuesta decía que eran problemas estomacales y que pronto se vería con un médico.
No quería ver a nadie, no quería hablar con alguien. Todos sabían que yo era muy activa, por lo que sería un problema y todos comenzarían a sospechar, pero simplemente ese no era mi mayor problema. Ahora estaba embarazada, y tenía que tomar decisiones pronto.
Luego de éstos cinco días en cama con la excusa para todos (menos Ophelia) de que tenía una enfermedad altamente contagiosa, decidí salir a caminar. Miami era grande, por lo que probablemente no me conseguiría a nadie.
Caminaba y hasta que decidí sentarme en el parque, y aunque el sonido de niños y demás personas estaba presente en mis oídos, era como si no lo estuviesen. Mi mente al igual que mis manos, estaban centrados en mi vientre, que pronto sería uno muy enorme.
-¿Por qué estás aquí tan pronto, Julieta? - le dije a mi vientre, como si escuchara lo que le rodea.
Por supuesto que no lo hacía, porque si sabría el problemón que se armaría por su nacimiento, se escogería y me saldriera por el trasero.
-¿Cuántos meses tienes? - escuché que preguntó una mujer ya sentada a mi lado.
Hice una mueca y me enderecé para que no notara lo cansada que me sentía. Y por más que disimulara, seguía siendo muy obvio.
-No lo sé - respondí fin - Tal vez un mes.
Ella me dió una mirada compasiva para después echar su cabello hacia atrás.
-Cuando tuve a mi primer hijo, también me sentía cansada. Te recomiendo salir a ejercitarte y sobre todo comer saludable.
Sonreí sin sentirlo.
-Gracias - dije a punto de llorar. Últimamente me había convertido en una llorona.
-¿Qué edad tienes?
-Diecisiete - y medio.
Mis mejillas se volvieron rosa.
De seguro habría madres más jóvenes que yo pero en ese momento me sentía una en un millón.
-¿Y el padre está presente?
Bajé la vista y me negué a verla a los ojos.
-El padre no lo sabe, ni que se entere. No cuento con él.
-Mmm, entiendo. Yo tenía casi tu edad cuando me embaracé. No te preocupes, aunque ahora creas que el mundo se viene abajo, lo vas a superar. Es un poco más difícil para nosotras las madres jóvenes, pero eso nos hace más fuertes que las que abortan y continúan con su vida normal. Cada quien tiene su propia prueba que superar, tal vez esta sea la tuya. Y oye, jamás me he arrepentido de tener a mi hijo. Fue lo mejor que me pasó.
Y con eso, llega un niño de unos siete o ocho años directo a los brazos de la mujer. Ella sonríe y luego de eso se levanta y se va, dándome un guiño antes de irse.
***
-¡I can't feel my face when I'm with you but I love it!
Genial, Ophelia tenía el ataque de cantar justamente hoy.
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MI PERFECTO DESASTRE
RomantizmElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...