No podía creer lo que estaba escuchando.
-No papá, no pueden hacer eso...
-¿Por qué? Era lo que tú querías. Hasta remodelamos la casa para ti, tienes que verla.
-Pero, ya yo me establecí aquí papá. Hice amigos, hice una nueva vida y no puedo dejarla ahora - respondí triste.
-Es una lástima, no puedo conceder eso Elena.
-No vas a hacerme caso ¿Verdad? Todo se trata sobre ustedes, me tendrán del timbo al tambo y nunca me dejarán tomar decisiones sobre mi vida por mi misma.
-Hija, yo...
Me fui de la mesa antes de que siguieran diciendo alguna otra palabra.
Sentía el corazón partido en mil pedazos, la sincronía que llevaba mi vida había desaparecido de un día para otro, y no me había dado cuenta de ello. Tal vez lo mejor era irme y olvidarme de todo de nuevo, pero había olvidado tan rápido mi vida en Atlanta que me daba miedo olvidar Miami de la misma manera.
Olvidé a Chad como cuando te fumas un cigarrillo en una fiesta, lo prendes, lo fumas y luego lo pisas para ir por algo mejor; y aunque necesitaba olvidar a Adam, en el fondo no lo quería. No quería dejar éste nosotros a medias, no así. En esos momentos había mucho de por medio entre nosotros.
¡Maldita sea!
-Oye, tranquila ¿qué pasa? - dijo Ruby al ver como pateaba la mesa de mi habitación.
-Nada, no pasa nada - sonreí.
Lo mejor era no hablarselo a alguien, no era el mejor de los momentos para andar llorando o andar dándole lástima a la gente. Llamé a Megan y en unos minutos estaba junto a nosotras. Nos aseamos y arreglamos para una especie de pijamada que haríamos, en realidad lo único que quería era despejar mi mente.
Hicimos todo lo que se hacen en las típicas pijamadas de chicas de secundaria; ver películas, pelea de almohadas, comer la mayor chatarra posible, y lo más difícil para mi fue el contarnos secretos.
Pensé que este secreto de mi virginidad no me afectaría del todo pero lastimosamente se estaba convirtiendo en un verdadero problema.
-Te toca contarnos tu mayor secreto - le dijo Ruby a Megan.
-¿Has amado a alguien? - pregunté.
Yo... - comenzó - me gustaba demasiado un chico, era perfecto. Siempre me texteaba y me mandaba regalos con mi mamá ¡Era tan hermoso! Un día, una cosa nos llevó a la otra y terminé entregándole mi virginidad. Supongo que ese fue el peor error de mi vida, ya que al otro día lo busqué y simplemente me comenzó a ignorar, diciendo que yo no tenía por qué buscarlo si tenía novia ¿¡Cómo pude ser tan estúpida?! - chilló - La virginidad no es algo que puedes retomar, o puedes volver a elegir la persona correcta, nunca debí jugar con eso desde el principio.
Nosotras la abrazamos mientras que ella soltaba algunas lágrimas.
Comencé a entender por qué trataba a los hombres como juguetes, me sorprendía cómo ella era tan fría de sentimientos con ellos. Quiso un amor sincero y simplemente la utilizaron para objetivos sexuales. Como a mí.
Mierda.
Era una noche lluviosa, de esas que no quieres salir de tu casa y que los grillos cantan aturdiendo un poco los oídos de todos. Las chicas se durmieron y yo subí a mi habitación a poner en carga eléctrica mi teléfono. Lo conecto con la mayor fatiga posible, y mis nervios se alertaron al escuchar mi ventana que había sido golpeada con una pequeña piedra.
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MI PERFECTO DESASTRE
RomanceElena nos relata sobre su vida a los 17 años cuando inesperadamente se enamora del típico chico más codiciado y rompecorazones de la ciudad, pero luego de una gravisima noche de alcohol el destino les pondrá ciertas barreras ¿Serán capaces de supera...