Etapa nueva.

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— María te veo pasar por delante del bar y me cuesta la vida no salir y arrastrarte al desván y hacerte cosas muy sucias! , eres puro pecado, tu cuerpo me pide que haga de él lo que quiera, no es así?
— Sí, Héctor hazme lo que quieras soy tuya.
— Pues abre las piernas, y sujetate a la pared, no voy a ser cuidadoso.

Dios!!! Pero este hombre me quiere matar! Eso sí de gusto. Es un adonis sabe en todo momento donde tocarme.  Cuando terminó conmigo literalmente, me abrazó y me llevó a la cama, me limpió con mucho cuidado. Y se dedicó acariciarme para que me durmiera, pero antes de dormirme le pude decir. — Héctor te amo, pero por favor no me dejes nunca.
— Ssshh! No me puedo ir a ninguna parte, me tienes hechizado. Duerme mi amor.

Desperté como nueva. Este hombre me amaba y solo a mí.
El día fue como siempre y así pasaron las dos semanas restantes. Llegó el día en que Héctor dejaba el bar. Yo estaba especialmente nerviosa, entre eso y la organización del bautizo no podía parar. Por la tarde me encontraba mal, y me fui al médico , me miró la tensión y se asustó, me pidió el teléfono de un familiar, le di el de Héctor, lo llamaron y vino de inmediato. Pobrecito venía asustadisimo. El médico habló con los dos y nos hizo entender que lo de mi tensión ya era crónico, que debía medicarme para siempre y que debía llevar una vida más tranquila.  Yo le expliqué que hoy había sido un día de locos pero que me tranquilizaría. Nos dijo que solucionaramos cosas si no en algún momento mi salud podría empeorar. Cuando salimos de allí estuvimos hablando, yo me desahogué, pero sé que no sería suficiente, mi vida siempre estaría en la cuerda floja. Héctor me dió ánimos y prometió buscar alguna solución.
Esa noche cuando vino Héctor a casa, arranco a llorar, yo me asusté y solo supe abrazarlo. — Mi niño, que te ocurre?
— Que hoy he cerrado una parte de mi vida, en ese bar me ha pasado de todo y lo mejor de mi vida te encontré a ti. Y para mí tambien está siendo duro pero te juro que vendré todos los días a veros.
— Lo sé mi amor, tú estate tranquilo. Nosotros te esperamos aquí todas las tardes. Abrazame y no me sueltes.
Así estuvimos hasta que decidió hacerme el amor. Fue cuidadoso conmigo, se tomó su tiempo y me hizo gozar, en todo momento me decía, que nunca se alejaría de mí que yo le había dado todo y nunca me iba a fallar.
Al día siguiente fue extraño, pasar por delante y no verlo a él y sentir que aquello ya no era parte de mi vida. Pasé el día con sensación rara, menos mal que Luci y mi vecina Lola, me hacían reir y me ayudaban con todo lo del bautizo ya solo quedaban dos semanas. Entre las tres lo teniamos todo preparado, vendría un catering al kiosco y allí lo celebrariamos, lo arreglariamos todo para que quedará elegante. Ya asta deseaba que llegará el día.
Por la tarde a las siete y cuarto apareció Héctor , no os puedo explicar lo que sentí en mi estómago fue maravilloso. Entró dentro para que la gente no nos viera intimar. Lo abracé y le di un besazo.
— Héctor ,que ganas tenía de verte, que raro pasar por allí y no verte. Es incomodo.
—Me lo imagino, pero dime como estás? Y mis niños donde estan?
—Yo bien, con la medicación esta todo controlado. Y los niños están con Lola y sus niños en su casa, cierro en un momento y los recogemos?
— Vale, te espero fuera y voy espantandote a la clientela.

Que graciosillo es. En veinte minutos cerré y fuimos a por los niños.
Cuando lo vieron entrar se tiraron a su cuello, María ya tenía ocho meses y estaba para comersela, cuando se acercó a ella, esta lo reconoció y se reía, ella le hechaba los bracitos para irse con él, y a mí ver eso me encantaba. Lola nos invitó a cenar, yo les dije que venía enseguida, pero tenia que preparle algo de cena a Raúl, todos me regañaron, pero yo no era así y debía hacerlo.
Cuando bajé, Raúl estaba con cara de pocos amigos, yo me fui a la cocina y empecé a prepararle la cena. Y ya entró él.
— Que, donde están los niños?
— Estan en casa de Lola y Ruben, nos han invitado a cenar pero yo he venido a preparte algo y así después te vas a trabajar.
— A vale. Que como llevas no ver a Héctor? Estaras fastidiada. Se te acabó el chollo.
— A! yo lo llevo bien, me está esperando para cenar en casa de Lola.
Toma , si se creía que me iba a poner a llorar lo tiene clarito, y encima su cara no tiene precio.
—Joder!! Pero es que pareceis perros en celo, no teneis vergüenza, y yo aquí solo!
— Raúl en casa de Lola vamos a cenar no a fornicar, y te mereces estar solo pero yo he venido a preparte la cena, justamente para que no la lies.
— Tu eres una desgraciada!! Y te juro que te cogería...
En ese momento se acercó a mí y el timbre sonó. Me escapé abrir y era Héctor con muy mala cara, se ve que desde el piso de Lola se oían los gritos. Héctor pasó rápido y llegó hasta él.
— Raúl!! Ahora mismo te detrozaba, como a ti se te ocurra tocarla te mato! Nunca la toques! Porque no tardaré en encontrarte.

Raúl temblaba, solo le faltaba mearse encima. Y como no? Pues salió pitando, ni cenó. Es un cobarde, a mi sí pero con él no se atreve el hombretón.
No subimos a cenar hasta estar más calmados, y cuando subimos Lola, Rubén y mi hijo Tony estaban muy preocupados. Ya les explicamos lo sucedido y quedó todo aclarado. Los niños se lo pasaron muy bien, Lola tiene un niño y una niña de edades parecidas a las de los mios. Cuando nos fuimos a casa los acosté a los tres estaban rendidos. Y por fín un ratito para los dos solos.

Lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora