Mi orgullo.

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Salió del coche y vino hacia mí, yo estaba abriendo la puerta y me sujetó del brazo. — De donde vienes?
—A!! Pero te importa? Creí que te daba igual, total llevo cuatro días sin saber de ti.
— Ostras!! María no me chulees. He estado trabajando, y no podía venir, abre y subimos quiero ver a María.
—Buf!! Pasa pasa, pero María no está.

Entro deprisa y fue a la habitación de las niñas, vio la cama vacía y volvió hacia mi habitación donde estaba yo cambiandome de ropa.
— No me lo puedo creer, dime que no se la has dejado? Dime que la niña está en casa de tu hermano?
— Pues no, la niña está en Murcia, en casa de el hermano de Raúl.
— Te pedí que no lo hicieras, no puedo estar sin verla tanto tiempo, es que has usado a la niña en mi contra por tu enfado y eso no.
— Mira te has tirado cuatro días sin venir, sin llamar así que no me digas tú a mí lo que puedo o no puedo hacer con mi hija, porque mi hija es las veinticuatro horas del día, no cuando a mi me parece. Así que hazte a la idea que te quedan tres semanas sin verla.
— Pero y si le pasa algo? Raúl no sabe atenderla.
—Ya he hablado con mi cuñada de allí y ella es la que atenderá a María, a demás estaba deseando tenerla.
—María , como me haces esto? Duele te juro que duele.
— Héctor, entiendo tu rabia pero espero entiendas la mía, María se ha dormido estás noches llorando porque no venías, y a mí eso si me duele.

Pudimos calmarnos, y ponernos al día de todo, él sobre todo  me pedía que controlara mi caracter, pero o me quería así o nada yo no estaba dispuesta a tragar con nada más. Yo le recriminé que solo viera por ojos de su madre, entiendo lo de las obras pero podría haber llamado. Me pidió perdon y yo a él por mi fúria .

Se hechó sobre mí y me quitó la ropa bruscamente, yo aguanté sin quejarme ya que parecía que nuestro enfado lo ibamos a llevar a la cama, me ató las manos al cabecero y yo seguía sin quejarme, sabía que él necesitaba sentir que mandaba pero se lo iba a poner difícil. Me arrancó las bragas y se quitó la ropa, se puso sobre mí y me penetró , yo solo gemi y fue de placer, necesitaba tenerlo junto a mí. Sus embestidas eran duras y llegaban a lo más profundo, yo estaba extasiada de placer y él seguía embistiendo, me mordia los pechos lo cual se mezclaba con dolor, pero yo estaba entregada, llegué al orgasmo más intenso de toda mi vida y el continuó penetrandome unas veces más , cuando llegó al orgasmo gritó mi nombre y cayó sobre mí. Cuando nuestra respiración volvió a la normalidad me dijo. —No me vuelvas a enfadar, porque no controlaré mis impulsos.
—Pues si va a ser como ahora, me encargaré de hacerte motivos todos los días.

Ya sonreía, sabía que yo con él era yo al cien por cien, con él no tenía doble juego, y a él eso le encantaba, siempre que sacaba mí caracter me susurraba — María afloja, porque me pones a mil.
Y yo que lo sé jugaba mis cartas.
Se quedó con nosotros dos días seguidos, me ayudaba en el bar y yo estaba felíz, cuando por las tardes sonaba el teléfono él corría a cogerlo sabía que era María, como la hechaba de menos y ella a él igual. Se pasaban hablando media hora y él siempre le decía — Estás bien,? Se portan bien contigo? Si no dimelo y voy a buscarte.
Ella se reía, y decía que estaba muy bien, que sus titos se portaban muy bien con ella.
Llegó el día de vuelta y Héctor estaba esperandola muy nervioso. Le había comprado un montón de cosas que a ella le encantaban. Cuando la vio llegar sus caras se iluminaron. Si vierais el abrazo que se dieron, a mi se me caían las lágrimas. Yo me acerqué y les dije — A ver mi niña, que solo quieres a tu Nino y yo que?
—Mamá!! Que a ti también te quiero es que al Nino lo quiero más que a nadie.
Toma! La niña, y tan a gusto que se a quedado. De verdad os prometo que para ella lo más importante eramos su família pero donde se ponía Héctor eclipsaba a los demás. Esa noche cenamos todos juntos en el bar, Raúl venía contento y hacía bromas con Eva y con María, a Tony ni se lo miraba. Después nos fuimos a casa y yo no podía ver como Héctor se tenía que ir y dejarnos allí. Le pedí que se quedará en casa un rato y él aceptó. Raúl no dijo nada, se fue a su dormitorio a dormir y las niñas se quedaron con nosotros un rato en el salón jugando. Eva le hacía bromas a María y esta se reía a carcajadas, estaban muy unidas. Héctor antes de irse me dio las gracias por dejarlo subir — Gracias, por dejarme subir, me estaba quemando por dentro ver como os ibais y yo necesitaba más rato con ella.
—Lo sé mi vida, y sé que tu parte es la más difícil. Si quieres esta semana llevatela unos días, hablalo con tu hermana.
Y así lo hizo, se la llevó cuatro días y la disfrutaba a cada momento, comía con ella y la tenía todo el día correteando por el bar. Cuando me la trajo estaba eufórica, contandome cosas de sus primos y su llallos. Y me decía — Mama, yo sé que no son de mi sangre, pero los quiero tanto!
Yo pensaba, que llegará el día en que le pueda decir la verdad.

Lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora