8-Dieciocho años, II

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-¿A dónde vamos?

-Sólo sigue caminando.

-Pero...

Sebastián se detiene y se gira para encararlo.

-Hoy cumples dieciocho, yo te llevaré a conocer el mundo de los adultos -dice, tomándole del brazo para que entre.

Se había asegurado de que no llevara libros, audífonos, consolas, nada de lo que solía usar para huir de todos.

El rubio veía con enormes ojos asombrados las bebidas que se servían en el bar, los cuerpos que bailaban tan juntos como si fuesen uno solo, el humo de cigarrillos que se escapaba de las personas en la terraza y se iba por el aire, los besos que algunas personas le daban a otras, cada una más necesitada de compañía que la anterior.

-¿Qué es este lugar?

-El bar Krille, es muy popular por las malas compañías que se consiguen aquí.

-¡¿Por qué me trajiste entonces?! -le pregunta con nerviosismo.

-Tranquilo, me quedaré contigo y nadie te va a secuestrar.

No fueron una, ni dos o tres, debieron ser como seis el número de chicas que intentaba mover a Sebastián de esa silla en el bar. Seis chicas necesitadas de alguien y, además, un muchacho ayudante del barman que se atrevió a tener un coqueteo al que él respondió mejor que con las chicas.

Gabriel lo miró con cierto asombro en el momento en que muestra la media sonrisa en su rostro, la cual desaparece cuando el muchacho se aleja.

-¿Qué? -pregunta, tomando un trago de su bebida.

-Le sonreíste a ese chico... -susurra, sin ser capaz de decir algo más.

-¿Celos?

El rubio frunce el ceño.

-A mí no me sonríes -se queja.

-Creo que la bebida te comenzó a hacer efecto -comenta él, alejando el trago del chico.

-¿Por qué no me sonríes? -le pregunta con voz triste y él se encoje de hombros.

El muchacho siente una mirada sobre él y dirige su vista al chico que se acerca a entregarle un nuevo trago y recoger el anterior.

-La casa invita -dice.

Sebastián le agradece con una sonrisa.

-¡Quiero que me mires y sonrías! -se queja, tomándolo del cuello de la camiseta.

-¡Te estoy mirando! -exclama él.

-Pero no sonríes como cuando lo ves a él -dice con voz triste y un puchero en sus labios.

Sebastián suspira.

-Voy a pagar por todo esto y volveré para llevarte a casa, quédate aquí y no hagas contacto visual con nadie -advierte, antes de levantarse e ir al otro extremo del bar, donde ve al chico de las bebidas.

-¿Solo por aquí? -Gabriel se gira al oír esa voz.

Para cuando Sebastián volvió, el rubio no estaba en el taburete ni cerca de el. El muchacho lo buscó entre la multitud que bailaba pero supuso que era imposible hallarlo ahí.

-Tú, oye, tú -llama al ayudante del barman.

Él lo mira con una sonrisa, hasta que nota la seriedad de su rostro.

-El chico rubio que estaba a mi lado, ¿dónde está? -pregunta, haciendo gestos exagerados para darse a entender sobre la música del local.

El muchacho hace una mueca y se inclina para susurrar:

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora