27-Ataques

513 64 0
                                    

-Detesto cálculo -se queja-, sé sumar, restar, multiplicar y dividir, sé todo lo que necesito, ¿es necesario que veamos todo eso?

-Si quieres ser arquitecto, sí -le contesta el rubio con una media sonrisa.

La chica refunfuña.

-Me decidí por arquitectura para dibujar edificios, no por las operaciones matemáticas.

-Melanie, algún día...-comienza a decirle pero el sonido de un grito lo interrumpe.

En ese pasillo, a pocos metros de ellos, un joven se derrumbó. Literalmente.

Un segundo estaba caminando con dificultad y al siguiente caía al suelo, antes de que se dieran cuenta ya estaba allí, en medio de fuertes sacudidas.

Melanie, compañera y amiga de Gabriel, no dudó en acercarse al joven, siendo seguida por el rubio que no tenía mucho interés en ver el cuerpo del muchacho retorcerse como lo hacía.

-Ataque de epilepsia -avisa, quitándose el cinturón de su pantalón para ponerlo alrededor de su mano, en sus nudillos, y meterla a su boca para evitar que su lengua lo asfixiara.

El muchacho fue calmándose poco a poco y volvió en sí, se levantó algo aturdido y le mostró una sonrisa torpe a Melanie. Ella, por su parte, le retiró algunos rizos castaños del rostro y le hizo preguntas relacionadas a lo ocurrido.

-Soy epiléptico -confiesa-, sólo olvidé mi medicina ésta mañana, estaba muy apresurado.

-Imprudente -dice el rubio, que se había mantenido callado todo el rato.

El joven fija sus ojos en él, reconociéndolo de inmediato. Le muestra una sonrisa dulce, de ésas que deben ser para las personas que quieres.

Claro que, en ese momento, Gabriel no tenía ni idea de quién era él.

Decidió aprovechar ésa oportunidad y hablarle con tranquilidad, sin tener intenciones de hacerle saber quién era o recordarle su terrible primer encuentro.

-Iba de camino a Harmony, pensaba entrar en el plan académico organizado por la señorita Wells -explica-, pero entre aquí por equivocación.

-Puedo acompañarte -se ofrece ella.

-¿Tu novio no tiene problemas con eso? -pide saber él, su voz es suave y tiene un tono bajo, como susurros.

-No somos novios -dice el otro, antes de pasar por un lado de la chica, darle dos palmaditas en la cabeza y marcharse.

-Disculpa, Gabriel no es muy amigable al principio. Por él, estuve a punto de renunciar e irme a diseño gráfico durante el segundo semestre...

-¿Entonces siempre es así? -la interrumpe.

Ella niega y le muestra una sonrisa antes de empezar a caminar a la salida de la universidad.

>

-Si supieras a quién vi hoy -es lo primero que le dice al contestar la llamada.

-¿Quién? -pregunta Sebastián un poco alterado, al otro lado de la línea.

Era imposible que los hubiesen encontrado tan rápido; es decir, él se había asegurado de cambiar los nombres y apellidos, de pagar todo en efectivo, de no mantener relaciones con nadie más que Rood.

El joven quería decirle: "¡El chico rubio que discutió contigo antes de irnos!" pero, al pensarlo bien, recordó la mirada vacía que le había quedado luego de eso, la manera en que la sonrisa que siempre le veía se había ido. Y no se atrevió a hacerlo, aunque pensaba que era alguien importante para él, no fue capaz de recordarle ese mal momento a aquella persona que tanto había hecho por su bien, incluso evitarle momentos como ese.

-He visto a la señorita Sanders -contesta con voz temblorosa antes de reír con nerviosismo.

-¿Cornin Sanders? ¿la bailarina?

-Ella misma -le dice, recordando cómo entró al salón de clases mientras él discutía con la profesora sobre la posibilidad de entrar en Harmony-, es una buena amiga de la profesora que quiero que me de clases.

-¿El niño mimado quiere bailar ballet? -pregunta, conteniendo una risa.

-Tocaré piano, idiota -contesta, notando un leve rubor en sus mejillas.

En la otra línea hay silencio algunos segundos, Rood se preocupa. Cuando Sebastián vuelve a hablarle, su voz es sólo un susurro.

-Ve directo a casa. Llegaré tarde, no me esperes -pide y cuelga.

El joven frunce el ceño. Era impropio en él colgarle así, era extraño que de repente pidiera aquello y no era bueno el tono de voz con el cual había dicho eso.

Algo llegó a su mente, una palabra: Donnati. Luego tomó forma de idea y se encontró a sí mismo camino al bar Krille, dudando si al llegar preguntaría por Carlos o por Héctor, pero esperando que fuera "Helena" la palabra que saliera por sus labios.

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora