36-Ellos, III

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-¡Somos hermanos! -exclama el joven ante la pregunta del rubio, a pesar de que se había prometido a sí mismo no interferir en la conversación que él mantenía con Sebastián.

Puede oír la risa de Sebastián en el interior de la habitación, causando que sus mejillas enrojezcan y agradezca profundamente no estar con ellos.

-Somos amigos muy íntimos desde niños, casi hermanos -aclara él-. Se podría decir que hasta le cambie los pañales.

-¡Eso n...-comienza a decir con nerviosismo-, no ocurrió tantas veces!

Aquello le causó gracia tanto a Sebastián como a Gabriel; él oía las risas de ambos y eso le aliviaba de cierta manera.

-Siempre lo he cuidado con mi vida. Es lo más cercano que tengo a una familia, la persona más importante para mí -agrega.

-¡F...Fra...Fran! -se queja él.

-Oye, Rood, no importa -aseguró el rubio, mirando al otro muchacho. Cuando lo había visto hablando de Rood, había sonreído y sus ojos destellaron en aquel tono de dorado que él adoraba. Aquello era cariño fraternal en su estado más puro, Gabriel no podía evitar sonreír al pensar en eso-, lo entiendo. Me alegra que te tenga en su vida.

-Pero creí que tú...

Escucha como tocan la puerta y se levanta.

-Abre, por favor -pide el rubio.

Rood duda pero termina por hacerlo. Una vez que la puerta está abierta, encuentra al rubio mirándolo desde el otro lado.

-Nunca fue mi intención hacer algo que pudiera alejarte de él.

-Creí...yo...creí que no podría volver a estar cerca de él...-contesta con nerviosismo.

Gabriel pone sus manos sobre los hombros de él y fija sus ojos en aquella mirada café entristecida por la culpa. Él sigue sonriendo, aunque Rood parece estarse comiendo la cabeza por el remordimiento de los celos y el de haberlos encerrado.

-Sé que yo habría hecho lo mismo siendo tú -le confesó y le guiñó.

El joven se cubrió el rostro, en un fallido intento para que no le viera la sonrisa en el rostro ni los ojos a punto de llorar.

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Su suspiro se mezcla con la brisa del lugar.

Rodea su cintura con sus brazos y lo atrae a sí, dejándolo caer sentado sobre su regazo.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -pide saber, sin atreverse a girar el rostro y cruzar sus ojos azules con los miel de él.

-No esperaba que fueras a ser tan importante para mí -le confiesa, recostando su cabeza en el hombro del menor.

-¿Eso quiere decir que tampoco lo esperabas cuando me invitabas a salir?

-¿Quieres que sea sincero? -pregunta, él asiente-. Quise acercarme a ti para mantener el secreto hasta tener el dinero suficiente, no fue hasta mucho después que me di cuenta de que eras muy distinto a lo que esperaba; es que, antes de darme cuenta, ya estabas siempre en mi cabeza.

El rubio se había girado para verlo mientras hablaba. Esa fue su oportunidad para acercarse y rozar sus labios con los de él de manera tan cuidadosa, como si Sebastián pensase que era un sueño y al besarlo, se fuera a despertar.

-¿Sebastián? -lo llama, al sentir los labios del mayor oprimir los suyos levemente.

-¿Hum?

-¿Cuándo te volviste cursi? -pregunta, girando el rostro para que los labios de él queden en su mejilla.

-Siempre he sido cursi, sólo no tenía una persona con quien quisiera serlo.

El rubio lo mira de reojo antes de negar y sonreír.

-¿Qué hay con los "Donnati"? -curiosea.

-Héctor es un Donnati. Tú lo conoces, ¿cierto?

Él asiente.

-Lena también lo es, son hermanos...

-¿Ella es su melliza? ¿la "bruja de Helena"? -pregunta, asombrado, haciendo comillas con sus manos al decir el apodo que había escuchado del mismo Héctor.

-La misma -contesta-. Rood lo es y yo igual.

-¿Entonces "Fran Donnati"?

-Francisco, sí.

El rubio asiente un par de veces, parece asimilarlo todo.

-Él no me habló de ti. ¿Son hermanos?

-No de sangre -dijo-, me llevaron a su casa cuando era muy pequeño y me críe con ellos. A Rood lo llevé yo.

-¿Y por qué no estás con ellos?

-Su papá, Carlos, es un homofóbico. Hace años, lastimó a Rood porque yo lo protegía y soy...bueno, no soy gay pero...-él se limita a encogerse de hombros.

Hubo un momento de silencio que sólo fue interrumpido por el suspiro del rubio.

-¿Algo más que debas contarme?

Él parece pensárselo.

-¿Puede ser que estoy celoso de que Héctor te haya tocado mientras no estaba? -dice con algo de duda.

-Él no...

-Lo conozco. Héctor siempre ha sido de tener hormonas descontroladas.

-¿Cómo tú? -pregunta, girándose para verlo.

-Como yo, contigo -afirma, dejando un rápido beso en sus labios, aunque ambos sepan que no es cierto.

Este será el último capítulo dulce, en el próximo vuelven los problemas c':
Un adelanto para ser cruel y dejarlos con la duda:

-¡A Fran no le gustan las sorpresas!

-Tranquilo, Rood, esta le va a gust...-el rubio se queda callado al abrir la puerta de la habitación de Sebastián-. ¿Qué es esto?

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora