1-El muchacho que se vendía, I

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El arma apunta a su cabeza.

Él levanta sus manos en señal de rendición, llevándolas luego hasta su nuca, y sonríe.

Y así, sin más, el arma dispara.

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Mira su reloj.

11:46pm.

Suspira, recordando la costumbre de sus clientes habituales de hacerle esperar en la esquina hasta la medianoche. Pero, sabe que si no llegara media hora antes, no encontraría nuevos clientes nunca.

Pasa sus manos por su cabello, revolviéndolo, dejándole aquel estilo que le encanta a sus clientas. Ese día esperaba a una chica, sí, hacía semanas que no iba con una y los hombres comenzaban a hartarle, aunque fueran los que mejor pagaran.

Otro suspiro. Y recuerda que cualquier cliente estará bien; mientras paguen la tarifa, todo está bien, se repite a sí mismo.

Las luces de un auto acercándose le lastiman un poco los ojos.

El vehículo se detiene a su lado, él sonríe mientras se inclina en la ventanilla para encontrarse a la mujer en el interior. No mayor de veintiún años, veinte quizás, diecinueve lo duda; larga cabellera dorada, ojos azules, rostro de facciones finas.

"Estoy buscando algo de diversión, ¿qué dices?" es la frase que siempre dice al acercarse.

Sube al auto, ella conduce lejos de la esquina entre la calle W y la avenida X, a las afueras de Corllin.

El auto se detiene a unos cuarenta minutos de la ciudad, en un lado de la carretera.

-Las mujeres no suelen preferir los autos... -comenta con voz neutra, mirada vacía, pero con una media sonrisa pícara, siempre una sonrisa de ésas.

-Te pagaré por esta noche pero no pretendo hacer más que conversar -le dice ella.

Entonces, por primera vez desde que fue a buscarlo, él la mira. Alza una de sus cejas, su sonrisa se amplía, se mueve para quedar mirándola y usa uno de sus brazos para recostar su cabeza en el, buscando comodidad.

-Encantadora señorita, ¿qué intenciones tiene al malgastar dinero en una tarifa de un taxiboy si no haré nada por complacerle? -pregunta, intenta engatusarla con sus juegos, su voz melodiosa, su precioso rostro de ángel, o demonio; pero muy en el fondo, donde se oculta su verdadero ser, se siente tranquilo por pasar un rato extra lejos de una cama, de juguetes sexuales, de un tacto agresivo, de una textura de piel ajena rozando la suya.

Ella juega con sus manos, nerviosa.

Ella mira por la ventana, pensativa.

Y, finalmente, dirige su mirada celeste al muchacho de diecinueve años con gran reputación.

-Necesito un compañero -le dice con sinceridad y aprieta sus labios pintados de carmín.

Él suelta una risa seca, sin emoción, y niega.

-Lo siento, no soy de ésos. Puedo contactarle alguno que no tenga un precio tan elevado, pero hacer yo ese servicio, temo que no.

Ella frunce el ceño.

-Pagaré lo que quieras -asegura, él se mantiene inexpresivo-; te ofrezco un techo, una cama, tres comidas al día, tu propio auto, vestimenta, joyería si gustas. Te ofrezco todos los lujos de un pudiente, a cambio de un mes de tu compañía.

-Usted piensa convertirme en un consentido chico de compañía -es lo único que contesta.

-Lo necesito desesperadamente -afirma, mirándolo con algo de temor.

-¿Qué tan desesperadamente? -pregunta, extendiendo su mano hacia su rostro, acaricia su mejilla y luego desciende por el camino que deja su dorada cabellera, hasta que toma uno de sus mechones y lo deja detrás de su oreja.

-Demasiado -afirma-, por favor -agrega.

Él fija sus ojos miel en la carretera.

Un favor así a una dama como ella, ¿es eso peligroso? No lo cree, ¿malo, tal vez? Sí, puede ser.

No lo hará, no puede correr el riesgo de prestar sus servicios un mes entero a una mujer y perder a sus clientes.

Entonces la mira de nuevo, ella está en espera de su respuesta.

Un brillo dorado le llama la atención; una cadena, seguramente de plata, cuelga de su cuello y se escabulle a su pecho, escondiendo un dije de una cruz de oro sólido. Los recuerdos que llegan a su cabeza y su desesperación le dan la respuesta.

-¿Cuándo comenzaría? -pregunta con sencillez, con su actitud despreocupada que hace pensar que no le interesa la respuesta.

-Mañana mismo.

Él asiente.

-¿Tendremos relaciones? -pide saber.

Ella abre sus ojos como platos, eso no era algo que había considerado en su bien organizando plan.

-Es mi trabajo, al fin y al cabo, y no suelen buscarme si no quieren eso.

-No, no las tendremos -dice ella, tras una breve pausa de algunos segundos eternos en silencio.

-Mañana arreglaremos el trato -finaliza, antes de abrir la puerta del vehículo, dispuesto a salir.

-¡Espera! -exclama ella.

La mujer saca de su bolso el dinero por la noche y una tarjeta de presentación con su número personal.

-Llámame -pide.

-Claro -contesta con tono seductor y a eso le sigue un guiño.

-¿No necesitas que te lleve? -le pregunta al verlo caminar hacia la carretera.

-¡No, gracias! -grita.

Ella puede ver la luz de un automóvil, este se acerca y se detiene junto al chico, quien se inclina en la ventanilla con un rostro inocente y, en cuestión de segundos, consigue el permiso para subir de parte de la mujer que conduce.

Dos clientas en una noche, doble paga. Una buena noche para él, sí.

*Notita que nadie leerá c:
, hoy no es 20 ni 13, lo .
Quise darles una sorpresa, ¿funcionó? ? No? Tal vez?
Como soy buena persona, la segunda parte de este capítulo estará disponible en unos minutos :3

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora