12-Diferente, en el buen sentido

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-¿Qué es? -pregunta, justo antes de tomar un enorme sorbo y soltar un grito por el frío.

-Es una malteada helada de chocolate y oreo -le dice, sentándose en la silla frente a él.

-¡¿Por qué no me dijiste que era tan fría?! Siento que se me congeló el cerebro -se queja, poniendo sus manos en su sien para acariciarla.

-¿No habías probado una? -inquiere con una ceja alzada.

Gabriel niega y vuelve a tomar de la malteada, ésta vez en menor cantidad y con más tranquilidad.

-Te has perdido de las mejores cosas de la vida, rubio -declara, tomando un poco de su helado de tres sabores.

-Eso no es cierto...-intenta defenderse con una mirada que pretendía expresar ira y terminó por ser de tristeza.

-¿Quieres ir a la playa? -pregunta de repente con su mirada fija en él.

Los ojos de Gabriel se abren como platos, había esperado cualquier cosa menos ésa invitación.

-En Corllin no hay playas -le recuerda.

-Tengo auto.

-Mañana tengo clases.

-Eres un aburrido -comenta.

-Y tú un irresponsable.

Sebastián suspira.

Una mujer pasa junto a la mesa donde se encuentran y, al verlo, le sonríe.

-Hola -dice con algo de timidez.

-Hola, preciosa -le saluda con un guiño y una sonrisa.

-Es raro verte por aquí -comenta y fija su mirada en el rubio-. He ido varias veces a "ése lugar", uno de los muchachos de Carlos te está reemplazando.

Sebastián se encoje de hombros. Un hombre joven llama a la mujer y ésta le dice que espere un segundo.

-Mi prometido -explica, antes de despedirse con un movimiento de sus manos y marcharse.

-¿Quién era? -pregunta Gabriel, una vez que se ha ido.

-Una vieja amiga, me ayudaba en el trabajo -contesta de forma despreocupada-. ¿Y si te enseño a jugar fútbol? -agrega.

-No quiero hacer deportes.

-Entonces, ¿actividad física que no sea deporte? -propone con una ceja alzada.

Gabriel se encoje de hombros, sin imaginarse que dos horas después estaría sufriendo de dolor en su habitación por culpa de Sebastián y su brusquedad.

-¡Detente! -decía a modo de súplica, al borde de un desmayo, con su respiración agitada, su corazón a punto de salir de su pecho y el cuerpo repleto de sudor.

Sebastián no hacía nada más que reír ante su expresión.

-¡Por favor! -seguía diciendo aunque fuera inútil, él no se detendría.

La cuenta regresiva comienza.

-Que cruel -es lo único que dice, acostándose en su cama mientras ve como anuncian que el personaje de Sebastián le ganó al suyo en boxeo del wii.

-Le pudiste poner más empeño -se queja él, lanzándose a la cama en una condición similar a la de Gabriel-. ¡Quiero agua! -exclama.

El rubio le lanza una botella al pecho y él la destapa con desesperación.

Jugaron un calentamiento con tres partidos de tenis, dos partidos de béisbol, y luego quince de boxeo. Sebastián había ganado catorce partidos de los veinte jugados.

-Pensé que habías dicho que nada de deporte -comenta, intentando normalizar su respiración.

-Tienes que admitir que fue divertido.

-No lo fue.

Sebastián gira un poco su rostro para verlo, el rubio está con los brazos cruzados y, al sentir su mirada sobre él, se ríe.

-Tal vez fue un poco divertido -confiesa, girando su cuerpo para verlo.

Sus ojos azules tienen un brillo alegre, una sonrisa se asoma por su rostro. Parece tan tranquilo, tan feliz.

La puerta se abre, Emily entra sonriente y se lanza sobre la cama, quedando en medio de los dos chicos.

-¡Mi novio me trajo! -dice sonriente-. Ah, y tu papá acaba de llegar -agrega, mirando a su amigo rubio.

-¿Papá? ¿no llegaba mañana? -pregunta Gabriel alterado, levantándose para buscar su ropa, tomar un baño y arreglarse.

-¿Tienes un novio? -es lo que pregunta Sebastián.

-Bueno, algo así -confiesa, borrando la sonrisa de su rostro.

-¡Se refiere a Peter! -exclama el rubio desde el interior de su baño privado- ¡y no son novios, Peter no se interesa por ella!

Emily se levanta y va al baño, haciendo gritar a su amigo que se estaba quitando la ropa para entrar a la ducha.

-Oye, deja al pobre rubio tener su intimidad -pide Sebastián, entre risas, mientras se acerca a ella y la toma de los hombros, evitando el asesinato que iba a cometer.

-¿No te parece que le hace falta ejercicio? -comenta ella y señala el abdomen de su amigo.

-Considerando que se la pasa jugado y leyendo, podría estar peor -asegura él. Los dos intercambian una mirada y asienten.

-Pero...

-A mí me parece que está bien -afirma.

-¡¿Qué hay con mi intimidad?! -exclama él, cubriéndose con una toalla.

-Tienes razón -dice Sebastián, cubriéndole los ojos a Emily, quien ríe-. Supongo que yo también tengo que darme una ducha, ¿quieres que nos bañemos juntos?

Las mejillas del rubio se tornan rojizas ante la idea.

-Serás idiota...-susurra, desviando la mirada.

-Si vas a engañar a Carla, al menos deja que me vaya para darles su espacio -dice ella, riendo. Sebastián le destapa los ojos y ella se va corriendo de la habitación.

-Bien, a ducharnos -dice, quitándose la camiseta y entrando al baño.

-¡Sebastián! -grita él, avergonzando, empujándolo hasta que consigue sacarlo del baño y luego le cierra la puerta en la cara.

Pero por alguna razón, él sonrió del otro lado de la puerta.

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora