Primera parte: Vivir atormentado

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ADVERTENCIA: Historia de temática gay/yaoi NO apta para cardíacos

-Creí que confiabas en mí.

-Eso fue antes de darme cuenta de que no era el único, de que realmente no me querías.

-No, te quiero, te quiero demasiado.

-¡No uses el "te quiero" con tanta ligereza! -exclama él.

-¡Tú lo has hecho también!

-Sólo contigo -afirma Gabriel con tanta seguridad, aunque su voz tiemble y sus ojos estén llorosos.

-Yo...

-Le dices eso a otras personas, ¿no es cierto? Tus falsos "te quiero"

Sebastián quería decirle, no, quería gritarle que eso no era así, que sólo lo quería a él de esa manera, que no tenía ojos para nadie más. Que era él, sólo él y siempre fue él.

Pero nada salió de sus labios. Nada diferente a una risa seca.

-Es verdad, he jugado contigo todo este tiempo. No te quiero, ni me importas -asegura, mirándole directo a sus ojos.

Era una tontería, sí.

Era lo más tonto que pudo hacer en sus diecinueve años de vida. Lo quería demasiado, de una manera que no había querido a nadie antes.

Pero Sebastián era consciente de lo mal que estaba su situación; ese empleo absurdo al que recurrió en la desesperación, el deber de cuidar de Rood, la ansiedad que sentía al no tener su caja de cigarrillos y todas las cosas terribles que había hecho. ¿Era eso lo que él quería para Gabriel? ¿una vida de desastre, llena de dolor, donde siempre se está siendo atormentado por el pasado y las dudas de si habrá un futuro? No, eso no.

Pensando en eso, con todo el daño que sabía le causaba a él y a sí mismo, dijo aquello.

El chico rubio se lo tomó como una revelación cruel. Las lágrimas bajan por las mejillas de Gabriel, ésas que él tanto disfrutó besar, haciéndole creer que le están apuñalando el corazón.

-Eres un juguete para mí, una marioneta. Ahora que me aburrí, eres inservible.

Sebastián vuelve a reír ante la expresión de su amado, no porque le guste lo que hace sino porque, de otra manera, terminaría por derramar lágrimas hasta secarse.

-La verdad duele, ¿no? Pero eso es lo que querías, ¿cierto?

Él se reprime mentalmente por las ganas que tiene de abrazarlo, besarlo y decirle que es mentira, que ésos no son sus sentimientos, que no es él quien habla sino su desesperación.

Gabriel se cubre el rostro con sus manos y asiente.

-Pues ahí la tienes, no te quiero y nunca lo hice -finaliza, antes de darse la vuelta y marcharse, sintiéndose un completo idiota, uno que sería atormentado por la imagen de su amado con lágrimas en los ojos.

¿Qué tan desesperadamente puede alguien necesitar un poco de compañía?

¿Qué tan desesperadamente puede él necesitar su compañía?

Nota:
Con esta historia tengo un solo objetivo: hacer que amen a Sebastián, , el que dijo todas ésas cosas crueles.
que lo voy a conseguir :3
Nos leemos luego <3

Atormentado [AYOA#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora