Me desperté con un terrible dolor de cabeza y sin saber qué hora era, así que cuando tomé mi teléfono para ver la hora, lo único en lo que me pude concentrar era en las 30 llamadas perdidas y en los 15 mensajes que estaban amenazando mi pantalla.
-Así que- dirigí mi atención al sofá que estaba a un lado de la ventana en mi habitación- por fin decidiste despertar. En serio pensé que tendría que esperar hasta el amanecer.
Mi cerebro aun medio dormido tardó en procesar dos segundos más las palabras y la persona de quien provenía, justo cuando todas las piezas quedaron unidas y fui capaz de formular una frase él se levantó de su sitio y caminó hasta la cama.
-No quiero sonar paranoica- tomé mi teléfono y confirmé la hora, que momentos antes había ignorado- pero, ¿cómo y por qué entraste a mi cuarto a las 4 am?
-Siendo técnicos-se sentó a mi lado y sonrió de medio lado- estoy aquí desde las dos de la mañana, pero no quería despertarte tan temprano y que creyeras que soy un lunático.
-Porque mirarme dormir por dos horas es lo que alguien normal haría- y por un instante casi había olvidado lo que pasó esta tarde, pero mi subconciente no iba a dejar que eso sucediera, así que con las imágenes pasando una tras otra fruncí el ceño- volviendo a la pregunta inicial, ¿por qué estás en mi habitación a estas horas?
-Porque quería disculparme- se tronó lo dedos y suspiró- hemos sido amigos por bastantes años y no quisiera que por un error...
-¿Un error?- eso era, ¿un error?, claro y yo pensando que quizá le gustaba o que podría interesarse un poco en mí, de plano que el premio a la chica más fantasiosa desde hace seis años lo he ganado yo.
-No debí haber hecho eso, Toni- me vio con preocupación- los celos y el miedo a que te alejaras de mí si salías con Oliver me cegaron. Por favor perdóname, no quiero que esto se haga más grande de lo que en realidad fue.
-No te preocupes, no es como si hubiera llorado toda la tarde por eso- se rio y yo solo saque el aire que hasta ese momento me di cuenta que estaba conteniendo.
Me vio como si de un momento a otro fuera a saltar hacia su rostro y arrancarlo-Entonces, ¿estamos bien?
-Claro que estamos bien- y por primera vez sabía que eso no era verdad, pero no era lo suficientemente valiente como para decirle todo- y ¿piensas volver a tu casa o sacamos el colchón extra?
-Estoy muy cansado como para moverme- dejó caer su cuerpo y se empezó a cobijar- ¿puedo dormir contigo?, ya sabes, recordando los viejos tiempos.
Lo miré con recelo y reí con nerviosismo-¿los viejos tiempos?- hice un esfuerzo inútil por levantar una ceja, que resultó en un ceño más o menos fruncido- nunca hemos dormido en la misma cama, ni siquiera por error, además si mi mamá...
No había terminado la frase cuando un leve ronquido me alertó que él ya estaba en los brazos de Morfeo y que cualquier intento por despertarlo sería totalmente inútil y cruel. Me levanté, quité los zapatos y lo cobijé bien. Toda vía estaba enojada con él, pero no iba a dejar que por eso durmiera mal después de lo que pasó para verme.
Yo tampoco tenía ganas de sacar el colchón e inflarlo, así que después de ir por un vaso de agua y tomar la pequeña libreta para escribir lo que pasó ese día, me acosté dispuesta a dormir y antes de que pudiera entregarme por completo al sueño, cayó sobre mí un brazo de forma pesada. Mi respiración y mi pulso se aceleraron, me voltee solo para confirmar que seguía dormido y efectivamente no había abierto los ojos. Y como cualquier dama lo haría me acerqué solo un poco más a él y ¿por qué no? también lo abracé.
ESTÁS LEYENDO
Amigo se escribe con H
Teen FictionTener miedo a las arañas, a los fantasmas o a la oscuridad podría ser común para mucha gente, pero... ¿es posible tenerle miedo a la memoria? Esta es la pregunta que se plantea Antonia, la protagonista de esta historia, mientras camina junto a su a...