Amigo se escribe con H

Capítulo 4: Encanto natural

-Toni, ¿estás bien?- la mano de Eddie cayó sobre mi hombro.

Hasta ese momento me di cuenta que la clase había terminado, la cabeza no dejaba de darme vueltas y tenía la boca seca.

-Sí, Ed- Traté de darle una sonrisa que no se viera tan patética, guardé mis cosas y vi como mis manos estaban temblando- ¿Y Chris?

-La convencí de ir a la clase de cálculo- tomó mis cosas y me ofreció su brazo- ya sabes que el Sr. Tucker tiene cero tolerancia.

-Pero tu igual tienes esa clase- me paré en seco y lo miré- ¿acaso no te afecta?

-Me afecta más verte así- tomo mis mejillas y con uno de sus pulgares limpió una de las lágrimas que había logrado escapar. Odiaba llorar, no me gustaba mostrarme débil, pero todo fue tan rápido- por favor Toni, el no vale la pena.

-La cuestión no es si vale o no vale la pena- puse mis manos sobre mi cara y me deje caer lentamente por la pared hasta llegar al piso- lo que me afecta es que me afecte.

Sin mencionar nada al respecto se sentó junto a mí y apoyó mi cabeza en su pecho, me encantaba estar así con él, mi corazón siempre latía mas de lo normal y su loción podía hacerme querer estar ahí por horas. Me encantaba cuando jugaba con mi cabello, deslizando sus largos dedos en él.

Tomé su mano libre y me acerqué más a él hasta poder rodearlo completamente con mis brazos-Es un completó idiota- solté ya con la cara llena de lágrimas.

-Claro que es un idiota, Tony- soltamos aire casi al mismo tiempo- pero desafortunadamente, es el idiota que se ganó tu corazón.

-El ya no es el mismo Ed- me alejé un poco para mirarlo a la cara- creo que es momento de dejarlo atrás, el H que fue mi primer amor no es el mismo chico egoísta que entró esta mañana.

Algo en los ojos de Eddy brilló, dejó ver una pequeña sonrisa y sin decir nada se levantó. Me hizo un gesto con las manos para que lo esperara y salió corriendo por el pasillo.

-¡Claro!- puse mis manos alrededor de mi boca para que me oyera mejor- ¡deja a la chica emocionalmente inestable tirada aquí!

Si me escuchó no hizo nada por demostrarlo, siguió corriendo hasta dar vuelta al final del corredor. Di un suspiro profundo, cerré los ojos y estiré mis piernas. No esperaba moverme de ese lugar hasta que sonara el timbre para el almuerzo y poder atascarme de helado.

-Bueno- comencé- por fin estamos solas y relajadas para hablar mejor. Así que de una vez te digo, tienes que ser fuerte y olvidarte de tonterías, tu y yo sabemos que lo que te está atormentando es solamente una historia absurda que formaste en tu cabeza.

Saqué mi teléfono del bolsillo de mi sudadera, le coloqué los audífonos y dejé sonar la lista de reproducción llamada "Happy days". Sonreí al escuchar las primeras notas de "Here comes the sun", esa canción siempre me ayudaba en los peores momentos, sin darme cuenta ya la estaba tarareando y pronto la comencé a cantar.

Sentí como una mano se posaba en mi hombro y voltee solo para encontrarme con esos ojos cafés que unos años atrás habrían logrado que hiciera cualquier cosa y que hoy solo provocaban que quisiera soltarle un golpe directo a la nariz. Ahí estaba, sentado a mi lado con una sonrisa plantada en su cara, mostrando sus dientes blancos y fingiendo que no pasaba nada.

-Así que- aclaró su garganta y cruzó sus piernas- te gustan The Beatles, ¿no?

Lo miré para tratar de descifrar que estaba mal en su cabeza, ¿cómo podía llegar como si nada y preguntarme cosas como esa?