Es lunes, hoy inicia mi terapia con la mamá de Mónica. No le he contado a mi padre pues quiero que sea sorpresa, hasta que avance y me sienta mejor.
Todo lo que restó del fin de semana estuve pensando en lo que hizo Johanna, y en la respuesta que le dieron en la escuela.
¿El periódico escolar quiere darme una columna? Sigo sin creerlo. Yo siempre he pasado desapercibido en la preparatoria, esto sin duda hará que volteen a verme, también a que hablen de mí.
No sé si estoy listo para esto, necesito algo de espacio, no creo que sea buena idea mostrarme vulnerable ante todos y abrir mi corazón en cada cosa que escribo. ¿Qué tal si no les gusta? ¿O qué tal si solo se burlan de mí?
Esas preguntas están en mi mente desde hace un par de días, pero hoy tienen que irse. Quiero enfocarme en mi terapia, estoy más que listo.
Mónica pasó por mi exactamente a las 2:00 PM. Mi cita es a las 3:00 PM, pero decidimos ir a tomar un helado antes, para bajar los nervios.
Todos están al pendiente en el chat grupal, y están nerviosos. Yo no lo estaba, pero ahora sí.
Llegamos a la heladería, Mónica pide un helado de galleta y yo uno de limón, que es mi favorito desde niño.
Nos sentamos, ella saca un abanico de su bolsa de mano y comienza a echarse aire.
–¡Hace mucho calor! –grita Mónica–. Deberían encender el aire acondicionado.
–Tranquila Mónica –digo–. No hace tanto calor, estás exagerando un poco, relájate.
–Lo siento.
–Yo debería estar nervioso.
–Yo estaba aterrada cuando fui por primera vez –dice.
La miré fijamente.
–¿Ya habías asistido a terapia? –pregunto.
–Sí, no con mi madre, con un colega suyo. Cuando mi papá se fue, yo estaba tan enojada, frustrada, quería golpear todo lo que viera a mi alrededor, pero también me sentía triste, vacía, insuficiente. También intenté acabar con mi vida, es algo que enterré muy en el fondo de mi ser. Por eso mi mamá optó por llevarme a terapia, estuve un tiempo ahí, y a verdad mejoré bastante. Aún extraño a mi padre, pero he aprendido a sobrellevarlo, trato que no me afecte tanto como antes.
–Mónica, eso es...
–Lo sé –interrumpe–. Sé que nunca habíamos hablado sobre eso, solo esa vez en el hotel, pero fui muy breve. Solo quiero que veas como asistir a terapia es bueno, es bueno desahogarse, aprender a escuchar, a dejar el pasado y el dolor atrás.
–Gracias, Mónica, gracias por hacer esto conmigo.
–No agradezcas –dice–. Solo tengo que llevarte a mi casa.
Los dos reímos.
–No le he dicho a mi padre que iré –digo.
–Es tu decisión, cuando estés seguro, le dirás, o cuando te sientas mejor. No estás obligado a decirle a todos. Tampoco es un crimen. Odio cuando le comentas a alguien que asistes a terapia y te miran como si estuvieras demente.
–¿Sigue existiendo gente así? –pregunto.
–Estoy muy segura de que mi padre es una de esas personas.
–¿Cómo sigues, Mónica?
–Pues, bien. Lo que le hice a Michelle fue terrible, perdimos confianza entre las dos, pero estoy dispuesta a retomarla, ella también. Después de todo, Drew es un tonto, no sé porqué le hice caso.

ESTÁS LEYENDO
Infinito por Privilegio
Teen FictionIan Collingwood está por cumplir diecisiete años, tras la muerte de su madre, siente que no hay una razón para continuar con su vida. Después de su segundo intento de suicido, tiene un sueño en donde la ve, y ella le dice que deje de intentarlo, "to...