Capítulo 34.

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Después de aquel día, lo de Johanna pasó a ser segundo plano en mi vida, estuve pensando por mucho, y es que pase lo que tenga que pasar, tengo que aprender a aceptarlo, no puedo retener por siempre a las personas, tengo que dejarlas ir. Lo mismo me pasó con mi madre, y no puedo repetir los mismos pasos que tomé cuando ella se fue. No puedo hacerlo, no es justo para nadie, mucho menos para Johanna. La quiero tanto, y sea cual sea la decisión de su madre, estaré ahí para ella, a la distancia o cada vez que ella venga o yo vaya de visita. Estaré ahí, estaré ahí siempre.

Ya es la semana en la que su mamá tiene que decidir. Y han pasado muchas cosas,Ethan me acompañó a mi terapia. Está siendo un poco complicado para mí, pues estamos tocando temas un poco delicados, y también me está ayudando a sobrellevar un futuro sin Johanna cerca. Sé que todo eso es por mi bien, me hace querer seguir adelante, ser mejor persona, un mejor novio.

Una semana, una columna más, está siendo un completo éxito. La escuela quiere que compita en un concurso de escritores locales, y he dicho que sí.

No hay persona que diario no me agradezca por lo que escribo, eso siempre me levanta de más el ánimo, y me confirma que estoy haciendo algo increíble.

En cuanto a Johanna, no la he visto desde la noche del baile, no ha venido a clases toda la semana, dice que está terriblemente enferma.

Hablamos todos los días por teléfono, pero obviamente no es lo mismo, quiero verla, quiero abrazarla y quiero hablar con ella, no le he contado lo que sucedió en el cementerio, y que estoy dispuesto a hacer que lo nuestro funcione pase lo que pase, esperaba hacerlo en persona, pero simplemente no se ha presentado la oportunidad.

En unos días es su primera terapia, también con la madre de Mónica, y me preocupa que tal vez quiera evadirla, o tenga miedo, o no se sienta lista. Creo que es normal, yo también sentí miedo. Pero si ella no se siente lista, no puedo obligarla a que lo haga. Cada quien a su tiempo, hay un momento para todo.

Hoy hemos salido temprano de la escuela, mis amigos quieren ir al cine, pero prefiero no ir, pues quiero visitar a Johanna, le daré una sorpresa.

Ordené un collar con un dije parecido al que ella me regaló, ahora los dos tendremos una estrella colgando de nuestro cuello.

También he comprado unas rosas en una florería que está cerca de la escuela, quiero hacerla sentir mejor.

Llego a su casa, y toco el timbre. Parece que no hay nadie. Saco mi teléfono e intento llamarle, pero me manda a buzón de voz. Qué extraño.

Alguien toca el claxon detrás de mí, al voltear me percato de quien es, la mamá de Johanna.

Se estaciona enfrente de la casa y baja del auto, me acerco a ella para saludarla y me abraza.

–¡Ian! –dice ella–. ¿Cómo estás? ¿Por qué Johanna no te abre? ¡Qué hermosas rosas!

–Hola señora Stone, estoy bien. ¿Usted cómo se encuentra? Y... Johanna, no lo sé. Pensé que no había nadie en su casa.

–Tal vez está dormida, no quiere salir de la cama, tiene un horrible resfriado.

–Creí que tenía gripa.

–Hace unos días era gripa, según ella. Hoy ha dicho que tiene un resfriado.

Ríe.

La señora Stone abre la puerta y entro detrás de ella, cerrándola al pasar.

–Sube, querido. Ya sabes donde es.

–Gracias.

Subo las escaleras, y camino hasta el cuarto de Johanna, al llego toco la puerta. Y no obtengo respuesta, así que toco una vez más.

Infinito por PrivilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora