Capítulo 35.

68 4 0
                                    

Llegamos a casa de Michelle, pues ahí se encuentran todos, nos están esperando para partir. Iremos a un pequeño bosque al norte de la ciudad, ellos ya habían ido hace un año, en el cumpleaños de Ethan. Pero tuvieron que regresar porque se astilló con una madera.

Bajamos del auto y a las primeras personas que veo son a Wendy, Sam y Brittany. Johanna y yo abrazamos a las tres al mismo tiempo.

–Siento que han pasado años –dice Sam.

–Ya los extrañaba –dice Wendy–. ¿Cómo están?

–Me enteré por ahí que son reyes coronados –dice Brittany–. Buen trabajo.

–¡Espera a ver las fotos! –grita Drew.

Los demás se acercan a nosotros, nos saludamos y abrazamos como si no nos hubiéramos visto en años. Y es que he estado la mayoría de mi tiempo libre con Johanna, las únicas veces que me junto con ellos es cuando voy a terapia, pues cada uno hace un espacio en su agenda y me acompaña, pero la última vez que estuvimos juntos, fue en la boda de la madre de Drew, y al día siguiente antes de que las chicas partieran a la universidad.

Extrañaba esto, todos nosotros en donde todo comenzó, afuera de la casa de Michelle, con maletas en los autos, y una energía increíble.

Michelle me abraza, desde que me acompañó al cementerio, hemos hablado todos los días por teléfono, hasta que nos quedamos dormidos. Recordamos viejos momentos de cuando éramos niños, reímos y ella también me cuenta sobre chicos, aunque es un poco incomodo para mi, pues yo soy uno, a veces pienso que debería hablar de eso con Mónica, pero agradezco toda la confianza que me tiene para charlar de lo que sea.

–Espero que te sientas mejor –susurra–. Estoy muy orgullosa de ti.

–Lo estoy –respondo–. Solo estoy a un pequeño paso.

Drew y Jorge están fumando, cada quien un cigarrillo, solo los observo y les lanzo una mirada seria, pues los cigarros y yo no nos llevamos bien, ahora; quien sabe si en unos años más sí.

Jessica y Mónica se encuentran viendo las uñas de cada una, pues Jessica descubrió una adicción a los acrílicos, se le ven muy bien.

Por otro lado, Ethan y Matt observan mi auto, pues no lo habían visto en persona, solo las fotos que envié a nuestro chat grupal.

–Tu auto se ve increíble, amigo –dice Matt.

–Gracias –respondo–. Soy muy afortunado.

Alistamos lo último que nos hacía falta, y partimos al bosque. Johanna viene a mi lado, y me pone un poco triste saber que será la última vez que recorramos las calles de Cleveland juntos. Trato de que no me afecte, y pienso en el presente, estamos todos juntos otra vez, y estamos aquí por ella, y por nosotros.

Siempre que asistían conmigo a las terapias, ellos me confesaban como se sentían, sus problemas, sus miedos, y yo siempre los aconsejé, pues no quiero que caigan en una depresión tan fuerte como en la que yo caí. Es mi deber ayudarles todo lo que pueda, y por eso organicé este campamento, quiero que tengamos un momento íntimo para cerrar ciclos e iniciar de cero, creo que estamos en el mejor momento para hacerlo. Parece que todos estamos en nuestro mejor momento, y lo que no, ya lo estarán, pues nadie está solo.

Llegamos al bosque. Oscurecerá en una hora aproximadamente. Ethan, Drew y Jorge han ido a buscar leña para crear una fogata. Johanna y yo estamos terminando de armar nuestra casa de campaña, las demás chicas y Matt están sentadas sobre un viejo tronco, bebiendo cerveza de lata mientras se ponen al corriente.

–Me siento feliz –dice Johanna–. Extrañaba esto.

–Yo también –respondo.

–¿Tú también te sientes feliz, o tú también extrañabas esto?

Infinito por PrivilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora