Capítulo 25.

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Es viernes, mi segunda terapia está por comenzar. Me encuentro en la sala de la casa de Mónica, Jessica ha venido conmigo, ella insistió más veces desde anoche antes de irnos del Starbucks, y en la llamada me llamó cuatro veces, no pude decirle que no.

Entro una vez más con la madre de Mónica, hablamos sobre mi decisión, sobre la columna. Le muestro lo que he escrito y ella se alegra.

Hoy está siendo un poco diferente comenzamos escarbando un poco en mi pasado, hasta que de un momento a otro y sin percatarme; estamos charlando sobre mi padre, y nuestra relación. Para ser más especifico, de mi padre antes y después de la muerte de mi madre.

Al estar discutiendo sobre él, no puedo evitar ponerme en su lugar. Y me estoy dando cuenta de lo mucho que ha sufrido, perdió al amor de su vida, perdió a mi madre, también estuvo a punto de perderme a mí. Estoy llorando, me siento mal por hacerle pasar esto último, pero también me motiva a ser un mejor hijo, mejor persona.

La madre de Mónica me ofrece pañuelos, y me da tiempo para volver a recuperarme. Ha decidido llegar hasta acá. También me ha dejado de tarea platicar con mi padre, y preguntarle muchas cosas, las anoto en mi celular para no olvidarlo, lo haré más tarde. O el domingo, que es su día libre del trabajo.

Me despido y salgo junto con Jessica, ella ha notado que estuve llorando y me ofrece una toallita húmeda.

Comenzamos a caminar hacia mi casa.

–¿Cargas toallitas húmedas a todos lados? –pregunto.

Ella ríe.

–Son para desmaquillarme, son buenísimas.

–Sí, lo son.

–¿Estás bien? –pregunta Jessica.

–Sí, lo estoy.

–No parece –dice–. ¿Quieres ir a comer algo? Yo invito... Podemos platicar ahí, si gustas. Después podemos decirle a los demás que se unan.

–Creo que paso, Jess.

–Ian –dice ella–. No quiero dejarte solo, sé lo que es sentirte triste y que a nadie le importe.

–Jess... De acuerdo. ¿A dónde vamos a comer?

Llegamos a un lugar donde venden pizza muy buena, hemos pedido una mediana de queso, igual que dos limonadas.

Estamos sentados, yo miro hacia todos lados, Jessica solo lee el menú una y otra vez, los dos estamos algo incomodos.

–¿Podemos dejar de hacer esto? –pregunta.

–¿Hacer qué?

–Ian, quiero ayudarte. Quiero acercarme a ti.

–Jess, no debí comprometerte en esto. No cuando tienes tus propios problemas.

–Ian, somos amigos –dice ella–. Tal vez no somos tan cercanos, tal vez yo me alejo de ustedes, pero desde el viaje siento una conexión con todos, es algo maravilloso. Al principio pensé que debía buscarme mis propios amigos, pero ustedes lo son, solo que lo había estado ignorando todo este tiempo.

–Eres parte de nosotros, Jessica. Siempre lo has sido.

–Tengo noticias. Hice que me transfirieran a su escuela. ¡Estudiaremos juntos!

–Jessica, eso es genial. ¿Cómo lo has hecho?

–Hablé con mi mamá, y ella accedió, dice que es bueno que Ethan esté cerca. Aunque estemos en grados diferentes.

–Casi siempre olvido que eres menor que todos nosotros.

–Solo por un año –dice.

–En verdad me alegra saber eso Jessica, sabes que todos te recibiremos con los brazos abiertos.

Infinito por PrivilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora