Capitulo 8

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Capitulo 8

Mayo 12, 2007.

Estábamos en el avión de vuelta a Puerto Alegre. Ana sostenía nerviosa a su bebe, de apenas cinco días de nacida, que era orgullosamente Julia Jones. Ana y yo, desde que mi madre se caso con Manuel, comenzamos a usar su apellido. Así que Julia era el nuevo miembro de nuestra pequeña familia. Claro que mi madre se opuso a la idea de reconocer a Julia, pero no había vuelta atrás. Ana no iba a flaquear en su decisión. Y es lo que debió hacer desde el principio. Ahora las consecuencias de ocultar a Julia caerían sobre sus hombros, y ella sabría llevar esa responsabilidad. Ambas estábamos cada día más enamoradas de la pequeña muñeca. Ana cuidaba de ella con amor y paciencia infinita, dándole de comer, cambiando sus pañales... incluso cuando Julia se rehusaba a dejarnos dormir. Mi madre no dejaba de hacer comentarios mordaces, pero Ana solo podía concentrarse en su bebe. Nuestra Julia era una luz para ambas, un ángel precioso que había llegado en el momento preciso.

Apenas llegamos al aeropuerto fuimos recibidos por una gran ola de reporteros que querían ver Ana. Reporteros locales de los canales de deportes, pero para Ana eso era muy importante. Regresar con Julia en sus brazos dejo caer muchas preguntas, a las que ella respondió con la cabeza en alto y sin estar avergonzada de ser mama de esa preciosa bebe. Mi madre se retorcía de la rabia, pero sabía contenerse. Cuando Ana termino de contestar preguntas, salimos hacia el bellísimo clima de Puerto Alegre...

El sol brillaba, el cielo era azul y por fin podía sentir aquel calor sofocante de mi pueblo natal. Por supuesto, Manuel había enviado a su chofer para llevarnos y no podía esperar para estar con mi familia de nuevo. Ver a Roger y a Manuel, volver a la facultad y a mis obligaciones en casa. A todo eso se le añadía cuidar de la pequeña Julia mientras mi madre y Ana recuperaban su forma. Los entrenamientos de Ana iban a ser incluso más fuertes de lo que fueron antes de irse a Suiza. Su cuerpo había adquirido peso extra, y había perdido un poco de esa increíble agilidad que tenía. Así que tenía que trabajar duro para volver a ganar trofeos. En el auto, Ana alimento a Julia y la arrulló para que durmiera una siesta.

Ahora que habíamos llegado a casa, debíamos adecuar el espacio para nuestra bebe, comprarle una cuna, hacerle una hermosa habitación, llena de muñecos y mucho color rosa. Lo que a Ana y a mí nos falto al crecer, se lo debíamos de dar a nuestro angelito. Al estacionar el auto, vi el hermoso porche de nuestra casa. Las gardenias seguían frescas, y las baldosas pulidas y brillantes.

Cuando el chofer estaciono el auto frente a la puerta, ayude a Ana a bajarse. Mi madre bajo la porta-bebe de Julia y yo la pañalera. Saque las llaves de mi bolso y abrí la puerta. Roger estaba discutiendo con alguien al teléfono, pero al ver a Ana con Julia, se disculpo con la persona con la que discutía, y se acerco a mi hermana.

-Hola- dijo y miro a Julia con escepticismo.

Ana sonrió.

-Roger, te presento oficialmente a mi hija, Julia Lucia Jones.

La cara de Roger fue un poema. Se puso pálido, y observo a Julia con más cuidado. Mi madre rodo los ojos y entro.

-¿No tienes nada mejor que hacer? Ana necesita descansar- Eva dejo el porta-bebe sobre el sillón. - Manuela, toma a Julia. Cuídala por un rato.

-Pero...- Ana empezó a protestar.

-Pero nada. Mañana tienes que entrenar y debes de descansar. Tu hermana cuidara bien de Julia.

-Ve- le susurre y tome a Julia de sus brazos. La bebe siguió durmiendo tranquila.

Ella miro a Julia con ansiedad pero accedió a subir. Roger seguía en shock mientras sacaba nuestras maletas del auto. Yo coloque a Julia en su porta-bebes y me senté, sabiendo que Roger tendría un millón de preguntas.

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