Capitulo 2

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Julio 12, 2006

-Feliz cumpleaños, Manú, feliz cumpleaños a ti... 

Sople las 18 velas de mi pastel con una gran sonrisa. 

A pesar de que Ana no podía estar conmigo, ni mi madre tampoco, mi Abue, Roger y Lea estaban conmigo. La vida había pasado igual, Ana ganando torneos, mi madre rechazando todos mis intentos de acercamiento. Todo estaba como lo dejamos, sin terminar. 

Roger había empezado en la facultad y Lea estaba a punto de irse a vivir a la otra punta del país, asi que este era mi ultimo cumpleaños con ella. 

Al menos hasta que volviera. 

Roger se acerco y me levanto los pies del suelo, dando vueltas mientras yo reía.

-Felicidades, Manú, de todo corazón. 

Me reí, y lo bese en la mejilla. El me bajo, y yo le dedique otra sonrisa. 

-Me hace falta Ana, pero se que ella saldrá conmigo esta noche... 

Lea me abrazo, y me dio un largo beso en la mejilla.

-La regla número 1 de los cumpleaños de Ana...

-... es no llorar.- le sonreí. Mi cumpleaños, solía ser una celebración solitaria. Quizás tenia la compañía de mis hermanos, pero Ana siempre tenia algo que hacer ese día.

Y no por culpa de ella. Mas bien de mi madre. Ella era su coordinadora de torneos, y como Ana había ganado muchos premios, y había sido reconocida como la mejor tenista en Puerto Alegre, eso había vuelto a mi madre un poco mas loca que antes, estaba mas enamorada de mi hermana y del dinero que hacia con ella, lo que exasperaba aun mas a Ana. Ahora ella sentía mas presión, de todos. Porque ella era una campeona y yo no podía estar mas orgullosa de ella, por todo lo que había hecho en esos dos anos. Era inevitable para mi no pensar en lo poco que podría hacer con mi vida, con la lesión y todo eso, mi vida se limitaba, mas por mi misma que por la lesión, a ir a la escuela y volver a casa. En los días de verano, reuniones con mi familia, y ahora entrar a a la facultad. Ana no había tenido el tiempo de decidir si se iba a la universidad o continuaba con el tenis. Ella solo se había dejado llevar con la corriente, y eso la había traído a ser la campeona nacional de Puerto Alegre, la localidad en donde vivíamos. Los trofeos decidieron su futuro.

A ella le gustaba, claro que si. Pero eso significaba mas horas de entrenamiento, mas lesiones, mas calambres y por supuesto menos descanso, lo que su cuerpo pedía a gritos. Pero me sentía tan orgullosa de ella, pues ella hacia lo que mas amaba en este mundo. 

Mi hermana era mi todo. 

Repartí el pastel con mi familia y de inmediato subí a vestirme, pues quería recoger a Ana en el aeropuerto. En eso habíamos quedado y me moría de la emoción por verla y contarle que me habían aceptado en la facultad de Derecho, y se que a ella le alegraría. Aunque me había dicho un montón de veces que yo lo que debía ser es chef, pero no era lo bastante buena, o eso creía. Además, podría trabajar en la empresa de mi padre en cuanto terminara la carrera y no andaría sola en el mundo. Mi futuro estaba planeado. Me graduaría, trabajaría. Quizás me casaría con algún empresario, y tendría unos tres hijos. Apoyaría a Ana en el tenis, y me iría de vacaciones de vez en cuando. Todo lo que una mujer normal deseaba.

¿Era natural desear algo mas? 

No lo sabia, pero a mi vida le faltaba eso. Y ese eso que me faltaba lo completaba Ana con su vida llena de constantes cambios. Mi hermana era tanto para mi, que sabia que mi vida no seria vida sin ella. Por eso la iba a buscar, para darle ese abrazo de apoyo y amor que necesitábamos ambas.

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