Capitulo 12

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Capitulo 12

Septiembre 28, 2007

Moví mi silla con cuidado, saliendo del cubículo de Ana. Afuera, vía mi madre hablar enérgicamente con el doctor Lucio. Cuando me miro, se acerco a mi silla, sus ojos llenos de ira y odio.

-¡Tu, engendro del demonio, al fin tienes lo que querías! Desde pequeñita has querido que tu hermana se fuera, para tomar su vida. Habiéndote la buena, la pobre Manu, que no tiene el cariño de nadie- mi madre, si es que la podía llamar de ese modo, tomo mi cara entre sus manos con fuerza- Me arrepiento de haber dejado que nacieras.

Las lágrimas no dejaron de caer ni por un segundo. El doctor Lucio intervino y se llevo a mi madre de mi lado, dejándome sola, envuelta en sollozos. Otra enfermera se encargo de llevarme e instalarme nuevamente en mi habitación. Yo no podía parar de llorar. ¿Cómo es que la mujer que me dio la vida puede odiarme tanto?

Ella sentía un odio tan profundo, tan hiriente. No fue nunca un secreto para nadie que Ana era su favorita. Pero esto era otra cosa. Yo no tenía la culpa de que Ana estuviese en coma, aunque yo conducía el auto... pero... pero yo no pude solo detenerme. Había sido algo inevitable.

La verdad de todo el asunto es que Ana se había ido. Al menos por un tiempo. Eso era lo que dolía, incluso más que el rechazo de mi madre. Roger se acerco a mi habitación poco después, y se sentó en la silla al lado de mi cama.

-No sé qué decir para que te sientas mejor.

No me había dado cuenta que seguía llorando. Supongo que él lo noto.

-No hay nada que me haga sentir mejor...- intente limpiarme las lagrimas pero ellas solo salían de mis ojos- Quisiera que me trajeran a Julia. Hay, mi pobre niña...

-A Juli le están haciendo algunos exámenes, pero seguro la traen mañana. Tu abuela esta allí, vigilando que la enfermeras traten bien a su bisnieta. Ya sabes cómo es Ina...

No estaba de humor para seguir hablando. Todo esto me había dejado tan exhausta. Quería unos sedantes, alejarme de todo como lo había hecho Ana. Pero mi sobrina necesitaba de mí. Así que solo me quede dormida, esperando que todo esto fuese una pesadilla.

Septiembre 30, 2007

Hoy por fin Julia y yo podíamos salir del hospital. El doctor Lucio se había asegurado que las dos tuviésemos la mejor atención, además del mejor equipo. Lo mismo con Ana. Mi hermana estaba en las mejores manos y eso había ayudado. Solo la vi dos veces. El doctor Lucio me dijo que hasta que no mejorara mi tobillo, no podría seguir viendo a Ana. Yo quería pasar todo el día con ella, pero mi madre siempre estaba alrededor. Supe que la abuela peleo con ella, la enfermera Marie me lo había dicho. Ella se había convertido en mis ojos y oídos. Me contaba todo lo que pasaba con Ana y Julia, además la preocupación de que mi madre se estuviese volviendo loca. Pasaba todo el día en el cubículo y hablaba con Ana como si ella estuviese despierta.

Sinceramente, me preocupaba. Ana era la vida de mi madre desde que nació. Era la luz de sus ojos, la luz de su vida. Y ahora que Ana estaba en ese estado... su vida se había reducido a esperar que Ana despertara. Incluso Manuel me había comentado la preocupación por su esposa. El se entero del accidente gracias al noticiero. Manuel se había ido de viaje y mi madre no había tenido la delicadeza de llamarle, para hacerle saber que sus hijas habían tenido un accidente.

Dado a que debía utilizar muletas para poder movilizarme, Roger era quien llevaba a Julia en sus brazos. Iba a necesitar de toda su ayuda, y la de mi abuela. Al menos hasta que Ana estuviese lista. Hasta que Ana despertara. Los médicos decían que su estado era permanente, que podría nunca volver. Pero nadie conocía a Ana tan bien como yo, ella era una luchadora. Manuel le había facilitado su auto a Roger, así que nos dirigimos hacia allí.

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